COAC 2026
Las entradas para las preliminares del COAC 2026 salen hoy a la venta

Crítica de la función teatral 'El cuarto de atrás' en El Puerto: La luz que crece en la sombra

La reconocida actriz Emma Suárez abrió el otoño teatral del Pedro Muñoz Seca con una reflexión sobre la intimidad

15 espectáculos de teatro, música, danza y flamenco en el Pedro Muñoz Seca de El Puerto este otoño

Un momento de la obra de teatro 'El cuarto de atrás'.

Antes de que se me olvide: no es de recibo que ir al teatro sea más complicado que tratar de que te den cita para tu facultativo de Atención Primaria; de hecho, no es de recibo que acudir al médico conlleve la doble desgracia de andar precario de salud y tener, además, que sortear insidiosos obstáculos para poder recuperar mínimamente tu deseable estado de siempre. Pero no nos desviemos de ventanilla, porque puestos a protestar por cada servicio público que funciona de pena, esto sería un no parar, y tampoco es eso. El caso es que me piden algunos usuarios del teatro municipal portuense que me haga eco de la desastrosa gestión que sufre, cada vez de forma más acusada, la venta de entradas para los diversos espectáculos programados. El columnista Jesús Andrades lo expresó hace unos días en estas páginas maravillosamente. Él comparó la situación con una comedia, pero yo, que soy más mayor y, por tanto, más agriado, pienso que la cosa cruza al drama para rozar la tragedia más pura: la de los grandes maestros griegos, en la que la fatalidad se apuntaba desde el principio y acababa consumándose inevitablemente. Por suerte, no estamos en el siglo quinto antes de Cristo, y seguro que sí es evitable la obligación de adquirir con dinero de plástico entradas y abonos; que yo sepa, el parné contante y sonante aún no ha desaparecido y no existe ninguna normativa comunitaria, o de cualquier otro tipo, que obligue a todos los ciudadanos a disponer de tarjeta de crédito o débito. Juro por mi madre que he comprado entradas, no hace tanto, con monedas y billetes, como toda la vida de Dios, en el Falla, el Villamarta y otros auditorios circundantes, y si allí se puede, aquí se tiene que poder. Si además de esto resulta que funcionan con agilidad los datáfonos de quienes sí optan por el pago crediticio, pues miel sobre hojuelas. Así, hacer cola para disfrutar de cualquier función en tu ciudad será un rito ilusionante, vibrante, deseado, y no un suplicio que te quite las ganas de repetir.

Dicho lo cual, el sábado, 1 de noviembre, arrancó la temporada otoñal de abono del teatro público portuense, que este 2025 viene cortita. La propuesta prometía por la pluma de la que parte, Carmen Martín Gaite, la pujante directora, Rakel Camacho y, sobre todo, la protagonista de la función, la gran Emma Suárez, que vuelve a las tablas tras años de ausencia. La hemos visto, casi desde niña, en cine, series, teatro y lo que se le pusiera por delante, haciendo bien todo lo que ha hecho y convirtiéndose en una de las mejores actrices de su generación. Ahora, se introduce en el cuerpo de la mencionada Carmen Martín Gaite para traernos El cuarto de atrás, uno de los homenajes tributados a la escritora gallega con motivo del centenario de su nacimiento. La dramaturgia la firma María Folguera, que consigue una adaptación bastante digna de un libro que no nació para el teatro, pero que ha sabido ahormar con tino para el género dramático. Y no era cualquier cosa el reto de levantar lo que, en la obra original, es corriente de pensamiento que va saltando de temática, personajes, espacios evocados… La voz de Martín Gaite, su mundo de ensoñaciones, el caudal malherido de recuerdos de aquella niña de posguerra que sabe retratar a toda una generación, está bien contado en una pieza hipnótica, hermosamente resuelta en el plano escenográfico - con esa habitación giratoria que da tanto y tan buen juego- y en las diferentes soluciones para los cambios de tiempo y las transiciones entre lo real y lo onírico. El texto, que nunca pierde el nervio de su autora primigenia, suena con delicadeza en las voces de la protagonista indiscutible, Emma Suárez, y de los otros dos actores que la acompañan. Alberto Iglesias es un perfecto contrapunto, marcial y realista, a la imaginación desatada de la mujer que creció agarrada a los libros como forma de conjurar una realidad grisácea. Por su parte, la joven actriz Nora Hernández borda con maestría el personaje llamado a alumbrar a la niña que fue Martín Gaite. Es un prodigio que entona de maravilla, se mueve con soltura sobre las tablas y, hacia el final de la representación, emociona con un viejo y desgarrador tema del llorado Luis Eduardo Aute: El niño que miraba al mar. Y seguramente le sobren minutos a la función, o se haga farragosa en algunos momentos por la prolijidad de episodios y detalles de la reciente historia de nuestro país, pero ninguna de esas pequeñas pegas deberían impedir que alguien disfrutase de El cuarto de atrás por no disponer de visa, mastercard o cualquier otro invento electrónico.

1 Comentario

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último