Otros comercios históricos de El Puerto

Establecimientos con solera

Tras el cierre de Las Novedades, fundada en 1888, son varios aún los establecimientos centenarios que siguen atendiendo al público

Pepe Sánchez, al frente de La Diana, el establecimiento más antiguo de El Puerto. / Fito Carreto

El cierre de Las Novedades, un comercio señero de El Puerto fundado en 1888, ha puesto el foco sobre la paulatina desaparición de los establecimientos históricos del centro de la ciudad.

Aunque no corren buenos tiempos para el pequeño comercio portuense son aún varios los establecimientos centenarios que siguen atendiendo al público contra viento y marea. Estos son algunos de ellos:

Ultramarinos La Diana

Es oficialmente el negocio más antiguo de El Puerto. Fundado en 1804, está situado en la esquina de las calles Palacios y San Bartolomé, donde comenzó su actividad como un despacho de vinos. El negocio está situado en una finca de grandes dimensiones, donde el autor de los Cuentos de la Alhambra, Washington Irving, residió durante un prolífico otoño, con lo que lo convierte en uno de los edificios más literarios de El Puerto. La Diana ha sabido adaptarse a los tiempos y a pesar de su antigüedad, sigue atendiendo a una clientela fiel que acude en busca de productos de calidad y un trato personalizado.

Bar Apolo

Una imagen del bar Apolo.

Fundado en 1826 el Bar Apolo es uno de los negocios más antiguos de El Puerto. El local fue adquirido en la década de los setenta por Juan Benítez Verano y ha sido adaptado exitosamente a los nuevos tiempos por sus hijos: Roberto, Juan Diego y Jesús Benítez, tras una ambiciosa reforma. El pasado año 2020 el establecimiento recibió uno de los diplomas que entrega cada año Patrimonio Histórico.

Panadería La Pastora

Una foto de la panadería La Pastora.

Fundada en 1834, desde entonces endulza la vida de los portuenses generación tras generación. El establecimiento tiene a disposición de su clientela todas las especialidades de pan, dulces y tartas de cumpleaños de elaboración artesanal por encargo. También cuentan con servicio de cafetería, en el que destacan sus

tradicionales tostadas.

Farmacia Central

Una imagen de la Farmacia Central, en la calle Luna. / Andrés Mora Perles

Esta longeva farmacia tiene una larga tradición familiar. Fundada en 1884, la Farmacia Prada “cuenta con una larga trayectoria, siendo un lugar conocido por todos los portuenses que hoy continúa formando parte de la imagen y vida cotidiana de la ciudad, destacando su reciente labor en la recuperación y puesta en valor de un edificio que forma parte del patrimonio artístico local.

Farmacia Viqueira

Interior de la farmacia Viqueira, en la calle Larga con Palacios.

Los trabajadores de este establecimiento son especialistas de toda la vida que llevan muchos años trabajando detrás del mostrador y tratando con el cliente. Se cree

que la inauguración de esta farmacia data de principios de siglo, aproximadamente de 1902. Está ubicada en la confluencia entre las calles Larga y Palacios, en pleno casco histórico portuense. Algunos de sus carteles son llamativos precisamente por su antigüedad.

La Giralda

Los hermanos Ruiz regentan el conocido ultramarinos. / Fito Carreto

En la esquina entre Larga y San Bartolomé se ubica otro de los tradicionales ultramarinos portuenses, fundado en 1914, que se ha especializado en productos gourmet y delicatessen. Cuenta además con una agradable trastienda en la que es posible degustar los productos de la tienda o incluso concertar comidas, al más puro estilo de los establecimientos de comestibles de hace más de un siglo.

Horno La Pajarita

También conocido como horno Las Cañas, su fundación data del año 1921. En 2010 el Ayuntamiento le entregó el Diploma de Patrimonio Histórico en reconocimiento a su labor para la preservación del patrimonio etnográfico local y el mantenimiento de un oficio y un ambiente tradicional durante tantos años.

Bar Vicente

Una imagen del interior del bar Vicente, en La Placilla.

Fundado en 1927, el bar Vicente (Los Pepes) es una muestra de los establecimientos hosteleros fundados por emigrantes montañeses. La visita a este establecimiento es imprescindible para cualquiera que recale en El Puerto, no sólo por sus magníficos desayunos y tapas sino por su peculiar estética y sus paredes llenas de reproducciones en pintura de carteles comerciales del siglo XX. El local conserva la imagen de los bares tradicionales de la primera mitad del siglo XX.

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