Cumplir en diciembre

19 de diciembre 2025 - 07:00

Mañana cumplo años, y esa cercanía con la Navidad lanza sensaciones encontradas: para unos, fiesta; para otros, memoria; para muchos, mezcla de ambas. Diciembre es tiempo de aniversarios y cumplimientos.

Esta semana también se cumplió el aniversario de Alberti (con una Fundación que vuelve a latir). Cuando vivía, en los homenajes municipales se preguntaban en broma qué regalaría el alcalde; aquel año fue literal: el “Misterio”, las figuras del Belén. Un gesto sencillo que, sin alardes, señalaba lo esencial.

La Navidad parece tener prisa: Black Friday, zambombas en noviembre, luces en octubre y polvorones en septiembre. Se abre al son del bombo, las bolas y las vocecillas cantarinas que anuncian euros; la gente cruza los dedos, pero cada vez toca menos. El verdadero “gordo” no se compra ni sale en la tele: está en el Belén.

Antes se iba a por musgo y lentisco; hoy te multan y la tradición acaba en el chino. Los pestiños de las monjas han cedido paso al panettone; ya no se venden cajas de christmas: la escritura fuera de WhatsApp es especie en extinción. Cambian costumbres y, con ellas, se diluye el sentido.

Abundan los “sueños” navideños envueltos en espectaculares luces y cabalgatas de la caja común. Así es fácil cumplir un sueño; mejor que se cumpliera el de todos. Cuando el decorado crece más que el portal, la Navidad es espectáculo y el Niño queda escondido entre tanta paja: muchas escenografías, felicitaciones en cadena y menos silencio para entender qué y a quién celebramos.

La Navidad no es escaparate ni sumatorio de ofertas: es humildad y encuentro. El Portal de Belén, sencillo y sin lujo —como dijo el papa León, “es una señal importante: nos recuerda que no estamos solos en esta aventura de salvación”—. El regalo verdadero es Dios que se encarna en un Niño.

Bienvenidos al misterio que nos salva. Diciembre es cumplimiento: cumplo y miento. Cumplo con todo lo que toca ahora, pero miento si creo que eso es la Navidad. Porque mientras cumplimos agendas, el Hijo de Dios sigue naciendo en silencio, esperando que alguien —aunque sea tarde— cumpla con lo único esencial. FELIZ NAVIDAD

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