Los 50 años que Antonio Martín ha entregado al Carnaval de Cádiz serán recogidos en una obra bajo el nombre de Cincuenta Conmigo, impulsada por la nueva antología del coplero, que tuvo su origen en el homenaje que se tributó a Antonio Cantos ‘Caracol’ en septiembre del año pasado tras su fallecimiento semanas antes. Allí se fraguó un proyecto que cuenta con Luis Alcántara como director, su sobrino Francis Alcántara y la presencia de una voz imprescindible en la trayectoria de Martín: Juan Catalán Bea ‘Catalino’. En el grupo también participan Jesús Monje o el comparsista portuense 'El Gran Visir'.

La comparsa animó al autor a seguir llevando sus coplas allá donde las demandaran y recientemente se han estrenado en el pregón de Carnaval que Martín ha pronunciado en Arcos de la Frontera. “Al fin y al cabo hay quienes cantan coplas mías por ahí todos los fines de semana, pues mejor que la canten quienes han tenido, con tanto cariño, esta iniciativa”, expone Martín. La agrupación funciona ya como antología con casi una decena de temas y algunos más en preparación. Brotan ya de la garganta de los comparsistas la presentación de ‘Caleta’ (1980), la de ‘La mare que me parió’ (2009), la rumba de La Luna o el pasodoble ‘Cantando a mi modo’ de ‘A fuego vivo’ (1987).

La segunda pata de este proyecto es la obra Cincuenta conmigo, que bajo guión del propio autor y dirigida por Luis Alcántara narrará las vivencias de Antonio Martín en el Carnaval desde que siendo un chiquillo jugaba a ser coplero en su calle San Vicente o en su plaza Cruz Verde, que ahora también lleva su nombre. Recuerdos de su aprendizaje en el bar El Gavilán junto a maestros como Gustavo Rosales 'Agüillo' y pinceladas de su trayectoria desde que, siendo un joven imberbe, materializó su afición y talento en su primera comparsa: ‘Los mayordomos’ (1968), hasta que se despidió del Gran Teatro Falla con ‘Ley de vida’ en 2017.

Cuenta Martín que habrá guiños a su maestros Paco Alba y Enrique Villegas, y a la rivalidad con ambos y con Pedro Romero. Y no faltarán recuerdos del coro de La Salle Viña y de la chirigota de Manolo Santander, señeros grupos con los que el autor mantuvo una estrecha colaboración e incrementó su ya de por sí dilatado palmarés logrado en comparsas.