Miguel Ángel García Argüez 'El Chapa' | Coautor de la comparsa 'Los esclavos'

“Tras la reválida de ‘Los renacidos’ toca buscar la personalidad propia de esta comparsa”

  • “Si miramos el Carnaval desde el punto de vista colectivo, de la cultura de las coplas, de ese inmenso torrente de saberes populares, sí que hay que tomárselo muy en serio”

  • Comparsa 'Los esclavos'

Miguel Ángel García Argüez ‘El Chapa’, ayer en San Agustín.

Miguel Ángel García Argüez ‘El Chapa’, ayer en San Agustín. / Germán Mesa

–¿Cómo está la comparsa a horas del estreno?

–Pues ultimando los detalles. Es una apuesta curiosa, escenográficamente, y por lo demás muy contentos con el repertorio. Ha sido un año complicado por la estrechez del calendario, porque la comparsa ha estado cantando hasta noviembre, y Raúl y yo con la composición hemos tenido la sensación de terminar un repertorio y enseguida empezar con el siguiente. De hecho, en mi caso, con las primeras piezas de ‘Los esclavos’ aún tenía ‘Los renacidos’ en la cabeza. Era como un biorritmo anómalo, pero eso le habrá pasado a todos los autores, así que le ha dado un carácter especial a la composición. Luego todo ha se ha encauzado y la sinergía ha ido a su sitio.

–¿Tiene la sensación de que ‘Los renacidos’ ha sido una comparsa de transición en busca de su propia identidad?

–Totalmente. El grupo viene de donde viene, la reválida para saber si era capaz de continuar sin Juan Carlos era con ‘Los renacidos’ y ahora lo que hay es que buscar hacia dónde va esta comparsa, cuál es su personalidad, su estilo, que el propio grupo salga de su zona de confort, de su soniquete, que es inconfundible, y seguirá siéndolo mucho tiempo, pero que no se cierre a buscar otras texturas armónicas, otras voces. La incorporación de Toni Piojo ha aportado cosas muy curiosas.

–El grupo es prácticamente idéntico.

–Sí, salvo Piojo que ha entrado por Cateto y Carlitos el Caja que ha entrado por Yeyo, que ha sido papá y por temas de la conciliación familiar no sale. El resto somos los mismos. Con Raúl Cabrera y Seíto en la dirección musical y Javi Bohórquez y Kanika en la coordinación.

–¿No le supone un estrés añadido componer para el coro y la comparsa a la vez?

–Sí que ha sido una aventura curiosa en tan poco tiempo, y más el coro con la complicación que hemos tenido, ya que Javi Olivero, nuestro director fundacional, por motivos de salud familiares, no ha podido salir. Hemos tenido que tirar adelante con una sensación de orfandad gorda, y ha sido un periplo complicado. Pero bueno, dieron un paso adelante los Brihuega, Pablo y Edu, tío y sobrino respectivamente, y se hicieron cargo un poco de la dirección junto a Paco Doeste en la coordinación general. La verdad que el coro, gracias al grupo y a su confianza, ha salido para adelante.

–¿Algo que se pueda adelantar con ‘Los esclavos’?

–Pues poca cosa, sólo que va a ser una comparsa muy alegórica, como su propio nombre indica. Vamos a plantear el tipo para lanzar un mensaje muy concreto, que se va a entender desde la presentación, y si el año pasado era un canto de celebración a la vida y a seguir adelante y las ganas de afrontar cosas nuevas, esta comparsa sí que pone pie en pared para hablar de la problemática de cosas que nos están pasando en nuestras vidas.

–Usted es de los que sigue el Concurso o prefiere abstraerse?

–Lo sigo, sí, sigo teniendo mi corazón de aficionado.

–Hay autores que prefieren tener una actitud un tanto displicente hacia todo lo que ocurre en el Falla.

–Bueno, a veces eso se dice por narcisismo y es mentira, aunque habrá gente a la que le ocurra de verdad y lo puedo comprender, porque a veces me ocurre a mí, aunque no con tanta intensidad como para dejar de escucharlo. Es que entre los nervios y la incertidumbre por tu propia agrupación, escuchar a los compañeros, sobre todo cuando vienen bien, pues te hace dudar o te distorsiona, y empiezas a buscar fallos de los demás. Es cierto que tu faceta como autor, como componente incluso, te puede enturbiar tu faceta como aficionado. Yo, ya te digo, dentro de lo posible, intento mantenerla a salvo. Disfruto escuchando las coplas.

–La originalidad a la hora de tocar según qué temas, e incluso en los tipos, ha sido una seña de identidad en sus agrupaciones. ¿No le chirría tantas revisiones de agrupaciones pasadas?

–No lo sé, no me había dado cuenta de eso. Todos los años hay coincidencias porque son muy pocos los tipos que se tocaron y que tardarán décadas en volver a tocarse. En general hay tipos que ya hemos visto varias veces y a lo mejor aún hay cosas que decir. A mí no me preocupa la coincidencia de tipos como la del enfoque. Alguien puede sacar un tipo de pirata y decir cosas que no dijera en su año Martínez Ares, es complicado porque fue una comparsa muy redonda por ejemplo, pero igual dentro de 50 años se revisa.

–En 2022 una de las claves del Concurso fue ‘We can do… Carnaval’, que irrumpió con mucha fuerza y que parecía gustar a todos hasta que se coló en la final y empezó a molestar. ¿La llegada de Marta Ortiz y su grupo cómo le ha sentado a usted, que siempre está peleando por meterse en la final?

–Bueno, eso lo celebra uno como celebra la llegada de cualquier agrupación nueva que viene a aportar cosas. No podemos tampoco dejar que ‘We can do’ eclipse la irrupción de Piru y Tomate, que también es una comparsa jovencísima que se metió en la final y rompió su techo de cristal. Como autor que está en la pelea no te gusta que venga nadie a moverte tu trono; pero como aficionado tengo que decir que me parece maravilloso que haya gente así porque cuando nadie mueve el trono al final nos acabamos aburriendo. Es bueno que aparezca gente nueva. Sea una comparsa hecha por gente de la cantera, por mujeres o ¿qué te digo yo? por inmigrantes o por marcianos. Todo lo que sea aportar frescura y dinamismo es bueno. Luego ya todo entra dentro de los gustos. Y encima el año pasado, que había un jurado especialmente anómalo y con un criterio muy extraño, cualquier cosa era posible. En el caso de ‘We can do’ podría decirse que estuvo en el momento adecuado, en el sitio adecuado y con el jurado adecuado. Pero ya digo, todos los techos que se rompan buenos son.

–¿Y más allá del Concurso, qué Carnaval espera en la calle?

–Con el Concurso ya tengo la sensación de que hemos recuperado el biorritmo habitual, al que estamos acostumbrados, y con la calle espero lo mismo. También salgo en una callejera y ya estamos ensayando. Espero recuperar esa familiaridad.

–¿Le da tiempo para todo?

–Sí, me lo preguntan tanto que yo mismo me digo, ¿estaré haciendo algo fuera de lo normal? Pero es que llevo tanto tiempo haciéndolo que no tengo la sensación de quitarme tiempo de nada. Es verdad que he conseguido conciliar mi vida laboral, mis clases, con estos ritmos. Hasta después de Navidad no tengo clases y aprovecho al máximo el día para dedicarme plenamente al coro, la comparsa y la callejera.

–¿Nos tomamos demasiado en serio el Carnaval o hay que hacerlo para dignificarlo?

–Esa pregunta es compleja, porque depende del punto de vista. Si lo miramos en lo personal sí que es verdad que hay que relativizarlo, pero como todo en la vida; si lo miramos desde el punto de vista colectivo, de la cultura de las coplas, de ese inmenso torrente de saberes populares, sí que hay que tomárselo muy en serio. No sé lo de Patrimonio Inmaterial y esas cosas, no sé si ese es el camino para dignificar nada, pero sí desde luego para darle la importancia que tiene como fenómeno antropológico, sociológico, etnográfico, histórico, como objeto de estudio, porque engloba una producción humana cultural súper particular, súper especial, súper rica, que implica un montón de aspectos de la ciudad y sus ciudadanos y eso sí que hay que tomárselo en serio como forma artística importantísimo.

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