Andrés Gatica: “El grupo de El Petra puso de moda la potencia y cantar más fuerte”

Es uno de esos rostros y esas voces ineludibles en el Carnaval de los últimos 40 años, destacando por su octavilla, por su constancia y por su fidelidad

Salió en grandes chirigotas como 'El crimen del mes de mayo' y desde 1998 forma parte de la chirigota del Sheriff

Andrés Gatica ante la fachada de El Corte Inglés frente a su kiosco de la ONCE.
Andrés Gatica ante la fachada de El Corte Inglés frente a su kiosco de la ONCE. / Julio González

Afable, entrañable y carismático, nadie en el Carnaval puede tener una mala palabra hacia Andrés Gatica, un todoterreno de la fiesta que ha cimentado su brillante trayectoria en el compromiso, la constancia, la fidelidad a los grupos que le han acogido y su bonita octavilla, que a sus 61 años todavía sigue adornando, con buen gusto, los pasodobles.

Hablando de sus antecedentes carnavalescos, Gatica expone que un bisabuelo suyo, padre de su abuela, fue fusilado por salir en la llamada Murga de Puertatierra. “Se llamaba José Candorcio y eso lo contaban en mi familia. El historiador Santiago Moreno me lo confirmó”, apostilla.

Descubrió el Carnaval siendo un chaval de un entorno, entre San Juan y La Viña, plagado de entusiastas de la fiesta, con Pasquín o Portería de Capuchinos como viveros de chirigoteros y comparsistas. “Cantábamos en el barrio coplas antiguas e hicimos el intento de hacer chirigotas varias veces, pero no cuajaron. Además, a mí por entonces me tiraba mucho el fútbol, estaba siempre jugando a la pelota”, recuerda.

Hasta que apareció por su barrio, un día cualquiera de 1981, un joven llamado Manolo Santander. “Él había sacado ese año ‘Los ases del jazz’ y vino a buscar a uno de nuestra pandilla para llevárselo a su grupo, a Carlos Mosquera, primo de Faly Mosquera, y yo tenía ganas de salir. Le pregunté si podía ir a probar y me dijo que sí, que fuera al local de ensayo en el Baluarte de la Candelaria. Canté el pasodoble de ‘Los hijos de la noche’, de Villegas, y me quedé, aunque el Chiquilín, hijo de Pepón, que estaba allí, dijo que no hacía falta probarme, que yo cantaba bien. Y así fue como entré para salir en ‘Los Tom Sawyer’, una chirigota juvenil que fue primer premio, ya de octavilla”.

Cuenta Gatica que hicieron un ensayo general en La Candelaria, organizado por la peña La Mascarada, que entonces estaba en la cercana calle Bendición de Dios. “Dimos ese ensayo con ‘Los cruzados mágicos’ y ya se veía que iban a ser primer premio, aquello era un chirigotón”, destaca.

La chirigota juvenil tuvo recorrido un año más con ‘Los piratas de la cascada’, de 1983, escrita por Santander y musicada por El Noly, “que ese año salió en adultos en ‘Los paños de cocina’ de El Chimenea”. Entonces, las agrupaciones de la cantera cantaban en las mismas funciones que los adultos, aunque en los primeros lugares. “Pepe Benítez, el locutor, nos dijo que podríamos haber concursado con los mayores, que éramos mejores que algunas que habían salido”, destaca.

Y el salto de Gatica a adultos se produjo en 1984. “El hermano del Noly, Joaqui, quería sacar ‘Las brujas piti’ y dijo que de nuestro grupo se quedaba con Manolo Santander y conmigo. Y así fue, pero a Santander lo llamaron para la mili y no pudo estar en el Concurso, aunque se incorporó en el verano”, relata el chirigotero.

Andrés Gatica en el centro, entre Manolo Santander y El Pepón, en la chirigota ‘Que viene el coco’ (1985).
Andrés Gatica en el centro, entre Manolo Santander y El Pepón, en la chirigota ‘Que viene el coco’ (1985). / Kiki

A ‘Las brujas piti’ fueron llegando “componentes como El Petra, Selu ‘El Bola’, Felipe Helmo, Tano… y varios más. La chirigota fue un bombazo y los del propio grupo de Paco Rosado, que ese año eran ‘Los llaveros solitarios’, nos dijeron que contaban con nosotros como rivales, pero el jurado no lo vio igual y nos dejó fuera de una final de seis grupos. Increíble. Y de ese año se quedaron para la historia los dos pasodobles: el nuestro y el de ‘Los llaveros’. Por algo sería”. Asegura que un miembro del jurado, el recordado Felipe Martín, les dijo que se habían quedado fuera debido a su juventud. “¿Qué tendría que ver?”, se pregunta Gatica.

Un miembro del jurado, el recordado Felipe Martín, les dijo que se habían quedado fuera con 'Las brujas piti' debido a su juventud. “¿Qué tendría que ver?”, se pregunta Gatica.

‘Las brujas piti’ vivió un gran año, plagado de actuaciones. “Estuvimos en Barcelona para presentar allí el Carnaval del 85, estando ensayando ya con ‘Que viene el coco’. Fuimos con el coro ‘Guacamayos y lechuguinos’. ¡En autobús desde Cádiz! Al llegar nos metieron en un sitio que era como un geriátrico. Protestamos y nos metieron en un hotelito cerca de las Ramblas”. Precisamente 'Diario de Cádiz' publicó en su portada la foto de la chirigota haciendo pasacalles por el conocido paseo barcelonés, en una jornada en la que conocieron a Joan Manuel Serrat, en uno de los actos programados.

Para ‘Que viene el coco’ ya salía en el Falla Manolo Santander y entró como director un ilustre veterano como Pepón de Cai. El grupo, ya sin Pepón, repitió en 1986 como 'Los locos de la colina', con la autoría de los hermanos Sánchez Alba, Joaqui y Noly. Sobre estas dos chirigotas dice Gatica que “estaban bien, pero les faltaba gracia”.

1987 trajo la primera gran alegría para un grupo que estaba llamado a hacer historia. “Ahí se separaron los caminos entre Joaqui y Noly y el grupo. Nosotros nos fuimos con los hermanos Alcántara para sacar ‘Las olas der campo er sú’. Mi hermano Cuqui salió con Joaqui y Noly con ‘Los terroristas del Paseo Marítimo’, y había rivalidad en mi casa. Pasamos a la final y lo celebramos en Los Pabellones hasta por la mañana”, destaca.

Fue un cuarto premio que supo a gloria. El conjunto seguía creciendo y en 1988, con ‘Los del perejil lacio’, subió dos peldaños hasta el segundo puesto. “Gustó muchísimo, pero ese año salieron ‘Los combois de a pejeta’ y con el tipo ese no se podía competir. Se abrieron las cortinas y ya no había más que hablar. Así es el Carnaval. Manolo Santander terminó el repertorio, después de unas discrepancias con los Alcántara”.

Una primera comunión de pelotazo

La consagración definitiva llegó en 1989 con ‘El crimen del mes de mayo’, primer premio de calle. Recordamos a Gatica aquel ensayo general del Grupo Empresa CASA en el Teatro Pemán, una mañana de domingo, en el que la chirigota dejó claro que ese año no tendría competencia. Como curiosidad, el chirigotero señala que el final de popurrí que se cantó en ese ensayo general “se cambió para el Falla y metimos la canción de una revista de Lina Morgan, la de ‘solamente puedo decir, gracias por venir’. Y fue un acierto”.

En la chirigota ‘Hasta que la muerte nos separe’ (1990).
En la chirigota ‘Hasta que la muerte nos separe’ (1990). / D.C.

Por entonces era el mejor grupo de chirigotas de Cádiz, que marcó una época y el camino a muchos aprendices. “Antes se cantaba muy bonito, pero nosotros metimos la potencia y pusimos de moda cantar más fuerte”, apunta Gatica.

Tras quedarse sin autores, Manolo Santander no quería dar el paso en solitario y se confió en la letra de Carapalo y en la música de Pepito Martínez. “Manolo era el alma del grupo, pero no quería la responsabilidad de hacer el repertorio solo. Se compenetraban entre él y Carapalo”, explica.

‘El crimen del mes de mayo’, gracias a su idea, contando las peripecias de una Primera Comunión, cantó por todas partes. “Estuvimos, por ejemplo, en Canal Sur, que acababa de abrirse. En el programa Pensión El Patio, de Mariana Cornejo”, expone. “El tipo era religioso, un poco delicado, y hubo un par de personas que se quejaron, pero entonces no había redes sociales. No pasó nada porque la idea estaba bien tocada”, argumenta.

Para dar el callo en tantas actuaciones había que estar al cien por cien. “Yo siempre me he cuidado. No fumo, y eso es importante. Y nunca he fallado en el teatro. Ni bebía mucho antes de cantar. Salir al escenario con más de dos copas, ya no es lo mismo, ya no controlas igual. Y el que mete la pata es el que sube por arriba, como yo. Si falla un tenor o un segunda no se nota”.

El grupo cambió de músico, eligiendo a Antonio Martín para 1990. Un año en el que el coplero iba a ganar tres primeros premios: el de su comparsa ‘La mar de coplas’, el del coro viñero ‘Batmonos que nos vamos’ y el de la chirigota donde salía Gatica, ‘Hasta que la muerte nos separe’. Aquellos legionarios revalidaron primer premio poniendo en pie al patio de butacas del Teatro Andalucía con su monumental pasodoble. “Solo con el pasodoble ganamos el primero, aunque en el popurrí faltaba gracia”, reconoce.

"Siempre me cuidé. No fumo y salir al escenario con más de dos copas, ya no es lo mismo, ya no controlas”

Llegaron luego ‘Bebé a bordo’ y ‘Bien nos diste coba, Cristoba’, ambos segundos premios. De cara a 1993 se marcharon Carapalo y Antonio Martín como autores y llegaron El Libi y el Gueli. La chirigota se llamó ‘Retrato de familia’ y se quedó fuera de la final. A esta chirigota le sucedieron ‘Los muertos del Carnaval’ y ‘Los duros de mollera’. Manolo Santander había sido el ancla fuera quien fuera el autor, pero se rompió el amor y Santander tiró para un lado y el grupo, liderado por el Petra, para otro. El primero de ellos sacó ‘Las viejas glorias’ con música de Prada Durán y el conjunto hizo ‘Hasta las trancas, Cádiz’, con El Libi y Antonio Martín.

Adiós al grupo de El Petra

“Mi última chirigota con El Petra fue ‘Los que perdieron el poder’ con Antonio Palo y para el año siguiente ya se decidió no salir. A mí me había llamado el Choza el año anterior para salir con El Sheriff en ‘Los aleluyas’, pero yo siempre fui fiel a mi gente. Así que me esperaron y entré con El Sheriff en ‘Las madrinas’ en 1998”, relata el chirigotero.

Gatica comenzó entonces su extensa trayectoria junto al Sheriff, que perdura hasta la fecha, salvo una incursión en 2007, año de descanso del Sheriff, en ‘Los que curaron a los tres tristes tigres’, de El Petra, que eran los antiguos compañeros de Gatica. “En ‘Las madrinas’ había un buen grupo, con el Bubu, el Careca… de ese grupo solo quedamos yo y El Sheriff. No me canso porque estoy en un sitio bueno y me aprecian y me respetan. El día que eso no ocurra, me quedaré en mi casa”, dice con rotundidad. Del Sheriff dice que “es un buen tío y le tengo mucho cariño. Y él a mí. En este grupo creo que me jubilaré”.

Portando una señal en la chirigota ‘Los aguafiestas’ (2006).
Portando una señal en la chirigota ‘Los aguafiestas’ (2006). / D.C.

En su etapa con su actual chirigota ha habido grandes momentos, como el primer premio de ‘Los aguafiestas’ en 2006 o el segundo con ‘El Grinch’ en 2024, siendo además El Sheriff pregonero del Carnaval.

"No me canso porque estoy donde me aprecian y me respetan. El día que eso no ocurra, me quedaré en mi casa”

Asegura que el “mayor palo” se lo ha llevado este año con ‘Los Sherijuegos’, cuartofinalista. “Ha sido injusto. Ya no te digo para estar en la final, pero sí en semifinales. Al jurado hay que pedirle que haya salido al menos diez años en Carnaval, para saber qué es eso. Y que los que hayan salido en chirigotas sean jurados de esa modalidad. Y así con todas las modalidades”, lamenta. Y, de repente, se acuerda de otra gran decepción. “En 2003 ‘Los pringaos’ debió ganar. Incluso lo reconocieron los que quedaron segundos. Era completísima”, apostilla.

Puede presumir de haber cantado algunos de los mejores pasodobles de chirigota de los últimos 40 años, tanto en la etapa con Noly o Santander-Carapalo-Martín, como en la actual. “Hay pasodobles de mi chirigota de ahora que son menos conocidos pero son muy buenos. Como el de ‘Los lays’, que era precioso", defiende

Dice que no se vería en una chirigota que no fuera clásica, aunque eso no quita que no valore “lo que hacen todos los compañeros”.

Mil anécdotas y muchos autobuses. Una vida carnavalesca “que ya cansa”, pero que de momento no tiene fecha de caducidad. Eterno Gatica, el ejemplo del amor por el Carnaval.

Un vendedor de cupones muy querido

Andrés Gatica del Castillo nació el 7 de septiembre de 1963 en la casa familiar del número 20 de la calle Regimiento de Infantería, “que antes se llamaba Campo del Sur”, junto al Cine Nuevo. Estudió en párvulos en La Palma, hizo EGB en Arbolí y luego un par de años en Maestría, en el instituto del Corralón. De ahí comenzó a trabajar con su padre, que era fontanero, enlazando desde ahí otros empleos en la limpieza de playas o en El Ocaso. Hace 20 años que entró como vendedor de cupones en la ONCE, despachando en su kiosco frente a El Corte Inglés. Está soltero y tiene una relación con Isabel César, su novia desde hace tres años.

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