Conmocionado, "muy triste", y "agradecido" por todos los momentos compartidos, Nandi Migueles, autor de 'Asesinato en el Cádiz Express', lamenta la pérdida este 1 de febrero de la carnavalera Adela del Moral y aprovecha este momento crucial no sólo para ensalzar su figura como pionera en el COAC sino como gran compositora. "Normalmente, todo el mundo destaca de Adela su aportación a la introducción de la mujer en el Concurso pero no es que sólo Adela del Moral fuera una precursora en este sentido, es que, por encima de todo, tenía una calidad musical excelente".

Así, para el creador del coro de los Niños, la desaparecida compañera era "una gran música, una gran compositora, excelente afinadora y gran intérprete de bandurria" que, "quizás justo por eso", fue capaz de "abrir camino para todas las mujeres". "Tuvimos la suerte que fuera Adela del Moral y no cualquiera la valiente que se atreviera a llevar al Falla un coro formado por hombres y mujeres, porque ella aportaba una calidad, una excelencia musical, que demostró que eso no era una simple anécdota sino que estaba ahí para competir", ensalza.

"Nosotros en los año 80 mirábamos a ver qué traía Adela, se convirtió en una referencia y se temía como competidora. Por la calidad de su coro, digo, porque como persona, Adela era excelente. Una competidora dentro del Concurso de las que ya no hay, que competía sin pisar a nadie, sin tirar a los demás, una mujer y una carnavalera estupenda", continúa Migueles sobre una mujer "clave en la Historia de la fiesta".

Una "compañera" en el certamen de coplas pero también en el Jurado Oficial. "Nosotros coincidimos en el año presidido por Juan José Téllez y la verdad que siempre votamos en concordia, se notaba que veníamos de la misma escuela", asegura Migueles que no se resiste a contar una anécdota de aquel año cuando, por iniciativa suya, todos los miembros del jurado, incluido el presidente, se pusieron de acuerdo para engañar a Del Moral y decirle que el coro de Julio Pardo no iba a pasar a la Gran Final. "Y se lo tragó, se cogió tal sofocón que ya Ripoll se lo dijo porque veía que es que le iba a dar algo", rememora con mucho cariño el tiempo compartido con Adela del Moral, "una excelente persona, por encima de todo, a la que nunca se le escuchó una palabra más alta que otra, ni una queja y que siempre fue un ejemplo de sensatez y de competición sana".