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Irene Rodríguez | Árbitra de fútbol del Comité de Cádiz

"Para mí fue como si arbitrara un partido de Primera División"

  • Cordobesa de 24 años, cursa un máster en la UCA tras haber acabado una carrera universitaria.

  • "Me quedé cuajá y el corazón me empezó a latir muy fuerte al saber que pitaría el encuentro de Reyes Magos en el Carranza".

Irene Rodríguez, escoltada por sus asistentes del sábado, Miriam Ponce (i) y María de la Trinidad Scapachini.

Irene Rodríguez, escoltada por sus asistentes del sábado, Miriam Ponce (i) y María de la Trinidad Scapachini. / F.C.

Irene Rodríguez, nacida hace 24 años en Villanueva de Córdoba, fue la encargada de arbitrar el pasado fin de semana en el Ramón de Carranza el Partido de Reyes Magos entre los veteranos del Cádiz y de la selección andaluza. Sin duda, una experiencia más que interesante tanto para ella como para las dos jóvenes colegiadas que ejercieron de asistentes, las gaditanas Miriam Ponce (19 años) y María de la Trinidad Scapachini (14 años). El rol de las mujeres en el mundo del fútbol, tan reacio hasta hace poco a abrirles paso, crece y crece sin freno.

–¿Cuándo te entró el gusanillo del fútbol?

–Desde muy chica jugaba al fútbol en las calles de mi pueblo con los amigos del barrio. Las únicas niñas éramos mi hermana Ana y yo. Años después se montó un equipo femenino cuando yo tendría unos 15, pero éramos pocas niñas y nunca llegó a estar federado;de hecho llegó a desaparecer. Eso sí, participábamos en torneos amistosos.

–Supongo que no tiraste la toalla como jugadora tan pronto.

–Estando yo ya en Bachillerato fuimos varias compañeras y yo al Ayuntamiento y nos dijeron que pondrían a nuestra disposición instalaciones si encontrábamos entrenador. Estuvimos un año de prueba con Tolo Bustos, un guardia civil que había sido entrenador de niños y que se metió en la aventura de las niñas del Atlético Villanueva. Aquello tomó auge y por fin se federó el equipo, precisamente la temporada que yo me fui a Córdoba para empezar la carrera universitaria.

–¿Y cómo fue lo de inclinarte finalmente por el arbitraje?

–Como tenía clases por la tarde no podía compaginar las dos cosas. Por eso también me resultaba imposible entrenar con algún equipo de Córdoba. Entonces me planteé sacarme el título de monitora pero me di cuenta de que me iba a pasar lo mismo. Viendo un partido del equipo sénior masculino de mi pueblo, que estaba en Primera Andaluza, observé que actuaba una asistente femenina y en ese momento decidí meterme a árbitra porque no quería dejar el mundo del fútbol.

–Cuenta tus vivencias desde que optaste por el silbato.

–Esta es mi cuarta temporada arbitrando y me ha ido muy bien. He conocido gente maravillosa, he aprendido un montón y he tenido mucho apoyo de entrenadores, jugadores y los comités de Córdoba y de Cádiz. Para nada estoy arrepentida y me gustaría seguir creciendo en este mundillo. Ahora tengo la categoría de árbitro provincial, que me permite pitar hasta Primera Andaluza y ejercer de asistente hasta División de Honor Andaluza.

–¿Qué pinta una cordobesa como colegiada gaditana?

–Terminé en Córdoba la carrera de Magisterio y este curso estoy haciendo un máster de Actividad Física y Salud en la Universidad de Cádiz, por lo que he pasado a estar adscrita al colegio gaditano porque no quería abandonar el arbitraje bajo ningún concepto.

–¿Te sorprendió ser designada para ese partido del sábado?

–Trujillo, la persona que nos asigna los partidos en Cádiz, me mandó un whatsapp en el que me ofrecía un regalito para el sábado, sin concretar de qué se trataba. Yo pensé que sería un partido polémico y le contesté bienvenido lo que venga. Entonces me dijo que era en un campo fuera de lo común, el Ramón de Carranza. Me quedé cuajá y el corazón empezó a latirme muy fuerte. Entonces ya me aclaró que era el Partido de los Reyes Magos y que lo jugarían los veteranos del Cádiz y de la selección andaluza. Ahí ya empecé a flipar y lo primero que hice fue investigar sobre los jugadores que venían.

–¿Afrontaste tranquila la tarea?

–Me entraron ilusión, nervios y ganas. Del martes al sábado no pegaba ojo por las noches. Para mí era como si arbitrara un encuentro de Primera División.

–¿Qué recuerdos guardas del encuentro de los veteranos?

–Cuando llegué al Carranza, pisé el campo y vi a la afición en la grada se multiplicaron los nervios al comprobar que la ilusión ya se estaba haciendo realidad. Eso sí, nada más empezar el partido se me olvidó todo de pronto y me pude centrar. Los jugadores nos trataron a las tres, a mis asistentes y a mí, genial, con un montón de respeto y contentos y orgullosos de que el trío arbitral fuese femenino. Fue una experiencia para repetirla todas las veces que haga falta.

–¿Te ha tocado vivir como árbitra alguna situación especialmente desagradable?

–He tenido alguna vez un incidente pero no grave y siempre por la labor arbitral, nunca de contenido machista. Me siento afortunada porque conozco a compañeras que sí han vivido problemas más gordos, por desgracia. Yo nunca me he visto obligada a llamar a la Guardia Civil o a suspender un partido.

–Hay aficionados que siguen maltratando a los árbitros. ¿Cuál es tu opinión sobre esto?

–Hay que seguir luchando contra eso, pero cada vez notamos más apoyo por parte de los equipos, los jugadores, los entrenadores y los aficionados. Poco a poco se va progresando en este terreno. Por ejemplo, en los últimos tiempos si un espectador me ha insultado desde la grada otros aficionados han saltado para defenderme. Ojalá se acabe totalmente con los insultos a los árbitros, seamos hombres o mujeres, porque estamos acostumbrados a normalizar los insultos hacia nosotros cuando no debería ser así.

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