Gárate, el ídolo de mi infancia

08 de marzo 2014 - 07:30

Érase una vez un futbolista, allá por los años setenta, que, de haber nacido enInglaterra, habría sido nombrado ‘Sir’ porSu Majestad la Reina. Aquel señor, amable, cortés, educado y discreto, disparaba las ilusiones del alma cuando vestía calzones cortos. Llevaba bordado a mano, en el pecho, un oso y un madroño, cosido a la espalda un número, el nueve, y era delantero centro delAtlético de Madrid. Un equipo que entonces no andaba pendiente de si a su estrella se vendía a otro club, más grande, porque entonces elAtlético era un grande. Aquel señor, el yerno deseado por todas las madres, el hombre al que uno siempre le compraría un coche de segunda mano sin desconfiar, representaba era una forma de vida, la caballerosidad. Los valores. Él, que coleccionaba moratones en sus piernas y fabricaba goles de museo, fue protagonista de cuentos heredados de padres a hijos, de goles con entradilla de “papá cuéntame otra vez ese cuento tan bonito, hasta hacerse un sitio entre las familias colchoneras. José Eulogio Gárate, el hijo de Crispín, que arreglaba bicicletas, disciplinaba a las musas a base de goles y conducta ejemplar. Fue el último gran héroe de la hinchada delAtlético, su gran orgullo, el primer caballero del fútbol español. Sinónimo de la palabra elegancia, Gárate jugó a fútbol con esmoquin. Hoy camina por la vida de frac.

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