Jueves Santo en Chiclana: El Nazareno procesiona en silencio de nuevo
Por causas extraordinarias, según la hermandad, el Señor hizo su estación de penitencia sin acompañamiento musical
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A pesar de que amaneció con un cielo gris y en diferentes momentos de día la lluvia hizo acto de presencia, Chiclana estaba convencida de que este Jueves Santo no se iba a torcer, como ocurrió el pasado año. Los partes meteorológicos consultados no podían fallar, todos coincidían en que la probabilidad de precipitaciones durante los desfiles procesionales era nula.
Y así fue. Sin titubeos, el Señor de Chiclana no se hizo esperar. Las puertas de la Iglesia de Jesús Nazareno se abrieron a las ocho de la tarde para regocijo de los numerosos devotos que se aglomeraban en la plaza del mismo nombre, deseosos de asistir al inicio de la estación de penitencia de la Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz en Jerusalén, María Santísima de los Dolores y San Juan Evangelista de la Iglesia Conventual de Jesús Nazareno.
Una vez más, se pudo observar las dificultades que entraña para los costaleros de la peña nazarena sacar este paso, por lo reducido de la puerta principal del templo.
Tras las complejas maniobras, el Nazareno, una de las imágenes que más devoción despiertan, se mostraba majestuoso ante su pueblo, bajo los sones del Himno de España, a cargo de la Banda de Música Villalba del Alcor, que acompañaba a la Virgen, debido a que el Señor haría su estación de penitencia en silencio, después de muchos años, ya que carecía de acompañamiento musical por causas extraordinarias, según la hermandad, una situación que quedará solventado la próxima Semana Santa.
Exornado con rosas y claveles rojos, el paso plateado estrenaba ciriales, diseñados y ejecutados por el orfebre sevillano Manuel Arenas Vargas, y los nazarenos, túnicas. Ya en la salida, tuvo lugar la primera de las saetas, a cargo de Manolita Fernández.
Y llegó el turno de María Santísima de los Dolores y San Juan Evangelista que debía salir por la angosta puerta lateral del Convento de las Madres Agustinas. Otra vez se presenció una laboriosa operación, que resultó magníficamente ejecutada por los costaleros y que fue reconocida por los aplausos del público.
En esta ocasión, el paso mostraba sus maniguetas restauradas y nuevos ciriales, procedentes del Cristo, que fueron donados por el grupo joven de la hermandad.
Con las dos imágenes en la calle, comenzaba el discurrir de esta antigua cofradía por un concurrido itinerario, con momentos especiales como su transitar por Ramón y Cajal, Fierro o su recogida, prevista en torno a las dos menos cuarto de la mañana.
Por otro lado, al cierre de esta edición, eran muchos los chiclaneros que esperaban la salida del Cristo de la Salud de la Capilla de Nuestra Señora de la Estrella. Como novedad, este año, la hermandad lasaliana tenía previsto que dos servidores con faroles de mano acompañaran al paso.
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