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concert music festival en chiclana

Hablemos del amor

  • Pablo Alborán consigue encandilar al público de Sancti Petri en su regreso al escenario del Concert Music Festival

  • El malagueño repasa en la gira 'Vértigo' canciones recientes y sus éxitos más conocidos

Pablo Alborán durante su concierto en Sancti Petri.

Pablo Alborán durante su concierto en Sancti Petri. / Sonia Ramos (Chiclana)

El amor produce Vértigo, se necesita y desborda como el agua, es tierra que pisar y aire que consumir. Es transversal a todas las culturas y maneras de encarar la realidad, es íntimo y notorio y es, dicen, lo que mueve el mundo. El amor todo lo impregna, es la materia prima del arte y el timón que guía al ser humano en el universo cuando éste se halla sin rumbo alguno. Por eso las canciones hablan tanto de él y por él se vive y se muere. Es el resumen imperfecto del sentido mismo de la vida.

La emocionante garganta del malagueño Pablo Alborán conjugó constantemente el verbo amar desde el poblado de Sancti Petri el pasado sábado noche, en el recital ofrecido dentro del Concert Music Festival con el que encandiló al público desde antes de sonar las primeras notas. Consiguió enamorar el cantante y compositor, que se cubrió de éxito con la gira Vértigo destripando en canciones las luces y sombras del amor en un espectáculo luminoso, con un concepto visual –jardines tropicales, figuras geométricas y atardeceres– que adornó unas melodías que no dependen de ornato alguno para brillar y que fueron ejecutadas por una banda de seis músicos.

"¡Qué alegría poder encontrarnos de nuevo! Este es el mejor regalo en la vida, estar aquí con gente que lleva conmigo diez años y no me suelta ni para atrás", se presentaba el artista ante Chiclana para, a continuación, dejar patente para qué estaba allí. "Vamos a hacer algo que a todos se nos da bien pero que a veces se nos olvida: hablar de amor". La primera, ya directa al corazón.

Alborán se sirvió de dos temas enérgicos para abrir el recital: Tabú y la joyita No vaya a ser; en este último dio muestras por primera vez en el concierto de un maravilloso momento vocal que, por otra parte, nunca le ha abandonado. El malagueño es el de las notas sostenidas y potentes, los quejidos, los susurros bien repartidos entre estrofas, los requiebros a capela y los suspiros de emoción ante la reacción del respetable. Marca de la casa y escuela de trovadores ulteriores. Nada es suficiente para cantarle al amor y en esas lides, Alborán es un auténtico maestro.

El concepto visual del concierto adornó unos temas que no necesitan de ornato alguno

El universal sentimiento también estuvo presente en los temas Hablemos de amor –a eso vino a Cádiz y cumplió–, Corazón descalzo y El vendaval –una puerta roja hacia lo ignoto se abrió tras de él en la pantalla–. Tanto amor tenía para ofrecer Alborán que, al desbordársele del pecho, lo mandó directo a Saturno; un despegue, un viaje astral con el fin de que ningún rincón del infinito quedara huérfano de cariño. El resultado visual fue altamente efectivo y atractivo hasta el mismo momento del aterrizaje. Cerró la melodía repartiendo besos, un gesto que repetiría a lo largo de las casi dos horas de un espectáculo en el que su nombre no dejó de corearse desde los asientos.

"Se ha emocionado", decía una de las asistentes al ver la entrega del artista. Y no le faltaba razón ya que el músico también es De carne y hueso y en ningún momento burló los sentimientos que le provocaba el contacto directo con el escenario, destapando una incansable alma viajera por la emoción común. "Daría lo que fuera por que pudierais subir aquí y notar esta energía tan rica", confesaba.

En ese trayecto por el tiempo que propuso el malagueño animó a preguntarse ¿Dónde está el amor?, cuestión retórica cuando la formula Pablo Alborán. El amor está ahí mismo, en cada verso, esperando ser liberado en ráfagas de intensidad y canciones, entre momentos íntimos y animados, como Quién, Tanto, Te he echado de menos –"¡lo juro!", admitió–, Que siempre sea verano, La llave, Si hubieras querido, Malabares, Vértigo, Prometo, Dicen, Vívela y en los bises Desencuentro, Miedo, Solamente tú, Tu refugio, No está en tus planes y la traca final de La fiesta.

Alborán, por último, compartió al piano una canción que en estos difíciles tiempos es la prueba más irrefutable del amor en mayúsculas por el prójimo. "La compuse durante la pandemia, en el momento más vulnerable. Viví un lado del ser humano generoso, solidario. Por eso escribí Cuando estés aquí, porque estáis aquí y eso quiere decir que avanzamos". El amor, la vida y la música –tres realidades en una– avanzan, a pesar de todo.

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