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Concert Music Festival 2021

Pablo Alborán: "Como el directo no hay nada"

  • El músico malagueño, que comienza este julio la gira de su disco ‘Vértigo’, está “deseando” llegar a Chiclana el 14 de agosto para subir al escenario del Concert Music Festival

El músico Pablo Alborán, durante la presentación de 'Vértigo'.

El músico Pablo Alborán, durante la presentación de 'Vértigo'. / Efe

Diez años de carrera, 39 discos de platino con seis proyectos discográficos, nombrado embajador de Unicef España, acaba de agotar las entradas para su vuelta a los escenarios en el Wizink Center de Madrid... Y no tiene vértigo. Mejor, sí tiene. Pablo Alborán (Málaga, 1989) tiene un Vértigo, un disco con el que sale este verano a la carretera y con el que llegará al Concert Music Festival Sancti Petri el próximo 14 de agosto.

–¿Da ‘Vértigo’ el reencuentro con el público?

–¡Qué va! Mi objetivo es entretener a esas personas que han sufrido, en mayor o menor medida, esta pandemia e intentar ser el motivo de alegría o de desconexión de ese día para ellos. Que disfruten. No tengo ningún vértigo sino que tengo muchas ganas y siento la responsabilidad de que ellos se los pasen bien.

–Y ganas de estar en el escenario, entiendo...

–Con todo lo que nos ha pasado creo el escenario tiene ahora un valor mayor porque cuando volvamos creo que todo va a ser muy emocionante. Las cosas que he hecho hasta ahora, los pequeños contactos con el público o con la prensa o todo lo que recuerda a la vida de antes, ya me ha generado una emoción añadida, así que aun será mayor durante la gira.

–Entre esas cosas, están dos conciertos en ‘streaming’, ¿cómo ha resultado la experiencia?

–Mira, nunca había hecho un streaming así, tenía mucho miedo de que la red no funcionara o de algún error técnico... Pero luego nos los planteamos, realmente, como un concierto, en el sentido de que si hay un error, hay un error. Y a partir de ahí quisimos hacer un streaming en el que la gente también viviera lo que ocurre cuando se apagan las luces entre canción y canción. Y hacer partícipe a la gente de eso, creo que fue un acierto. Ha sido una experiencia muy bonita pero como el directo no hay nada. Aunque lleven mascarillas, poder mirarles a los ojos nos hace darles nuestra mejor versión. Además, tengo unas ganas de cantar que no te puedes imaginar... Unas ganas de sacar las raíces que llevo dentro, y que me están brotando por todos lados (ríe). Es que siento que los músicos, todos, en general, ahora respetamos un poco más la suerte de hacer lo que hacemos y de tener el privilegio de tener un lugar donde verter toda tu mala leche, y tus buenas energías, y tus deseos, y tu pasión, y tu amor, y tu desamor... Tener un lugar donde echar todo eso y convertirlo en algo lo más bonito posible es un desahogo y es un privilegio.

–En ‘Vértigo’, que es hijo de todo ese momento del confinamiento, se aprecia cierta experimentación. A mí me han gustado los interludios que acotan tramos del recorrido del disco. ¿Por qué esa estructura?

–Como dices, este disco llegó en un momento raro en el que no sabes muy bien dónde estás, en el que estás vulnerable pero a la vez tienes muchas ganas de vivir, un momento de incertidumbre, de pérdidas, de historias también de esperanza... Un momento de una inestabilidad emocional muy gorda. Y eso me hizo pensar que si hacía un disco en ese momento tenía que ser como una historia, y que hubiera canciones que estuvieran precedidas de un momento que situara a la persona que escucha. Como cuando te explican una canción antes de escucharla. Por ejemplo, antes de La fiesta, hay un sonido de mar, está la playa de Benalmádena, están mis sobrinos riéndose; antes de Hablemos de amor hay una carcajada en el estudio de cuando escribí la canción... De pronto hay una serie de cosas que te sitúan y escuchas la canción de otra manera...

–¿Qué le diría al Pablo Alborán de hace 10 años?

–Pues no le diría nada porque no soy de dar consejos, y menos a mí mismo. Pero cuando miro atrás sí veo muchísimo trabajo y muchísimo compañerismo. He tenido unos compañeros de trabajo a mi lado maravillosos. Y cuando pienso en las primeras entrevistas, en los primeros medios que habéis estado ahí conmigo y seguís a día de hoy, o en las salas de conciertos donde comencé y hoy han desaparecido, o los primeros bares, ahora que la música en directo se ha puesto en tela de juicio con el covid... Lo veo como una suerte enorme y ojalá se vuelva a repetir para poder devolver al público todo lo que me ha dado durante 10 años.

–Le escucho y me parece que habla como si ahora comenzara otra etapa ...

–Sí, tu sensación es correcta. Yo lo siento como un nuevo comienzo. Empezamos otra vez porque esta pandemia nos ha alejado mucho, nos ha obligado a no tocarnos, no abrazarnos, no besarnos, a no ir conciertos... Y hay que volver a hacer a la gente partícipe de mi pasión. Yo lo siento así.

–¿Algún ‘vértigo’, alguna incertidumbre confesable?

–El único miedo que tengo es que la recuperación sea un espejismo. Pero yo soy muy positivo, ¿eh?, que si te digo el miedo es porque me has preguntado, y porque es lo que realmente me preocupa, que la gente esté bien y que esta pandemia pase de una vez por todas. Y creo que así será, de verdad.

–Usted la pasó cerquita de los suyos, al menos, ¿no?

–Dentro de lo que cabe ha sido un regalo poder vivir esto así porque si lo hubiera pasado lejos de mis padres, que son mayores, aunque ellos no quieren decir que son mayores, mis hermanos y yo hubiéramos sufrido mucho más. Al estar yo con ellos, teníamos el control de la información, porque ya sabes que a los padres les preguntas por teléfono y siempre dicen que están bien (ríe). Y para mí ha sido bonito pasar más tiempo con ellos.

–Me va a permitir que haga patria, ¿ganas de acercarse este agosto al Concert Music de Sancti Petri?

–Pues es que no te miento si te digo que, junto al de Marbella, es uno de los conciertos que más ilusión me hace porque viene muchísima gente de mi círculo, porque tengo un gran recuerdo porque allí canté por primera vez una canción (La mudanza) que le escribí a Niña Pastori y se cumplió un sueño. Lo recuerdo como una noche de verano única. Tengo un gran recuerdo de los camerinos, ¡y de lo bien que se come en ese Festival!

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