El análisis

Los saludables efectos del triunfo

  • La primera conquista a domicilio del curso aporta calma a un vestuario que se libera de la presión y experimenta un aumento de autoestima El equipo amarillo figura entre los seis que llevan cuatro jornadas sin perder

No hay nada como una victoria para ver la vida de otra manera. El Cádiz había frenado en seco la dinámica perdedora tras los varapalos ante Oviedo y Rayo Vallecano, pero no conseguía encontrar la senda ganadora. Los tres empates posteriores frente a Girona, Tenerife y UCAM Murcia no fueron suficientes para salir de la zona de descenso -caminaba a paso de tortuga en la clasificación- hasta que por fin llegó ese esperado triunfo en Lugo -qué mejor sitio que en el Ángel Carro después del triste episodio que sucedió en 2012- que le sacó de cuajo de las posiciones de peligro. El equipo amarillo venció fuera de casa por primera vez desde su regreso a Segunda División A, justo seis años y cinco meses después de la última alegría a domicilio en la categoría de plata, rubricada el 30 de mayo de 2010 en el terreno del Nástic de Tarragona (0-2). Lo logró en el sexto intento, cuando las dudas planeaban encima de una escuadra sobre la que empezaba a acumularse más presión de la cuenta. El conjunto amarillo se quita un peso de encima y sienta las bases para remontar el vuelo. Los pasos, mejor de tres en tres que de uno en uno.

El coincidente mensaje de tranquilidad

El denominador común de las distintas reacciones producidas después del oportuno aldabonazo en territorio gallego es que el Cádiz, además de tres puntos que son oxígeno puro, gana tranquilidad. Mucha tranquilidad, un estado necesario para todo equipo. El entrenador, Álvaro Cervera, había reconocido que el inicio de la pasada semana fue complicado a causa de la frustrante igualada en el Ramón de Carranza frente al cuadro universitario tras desperdiciar dos goles de ventaja. La primera semana de noviembre será diametralmente opuesta. Será más llevadera. Nunca una victoria ejerció un impacto tan positivo en un vestuario después de una travesía de cinco jornadas consecutivas sin esbozar una sonrisa de oreja a oreja. La plantilla -cuerpo técnico y jugadores- está convencida de que desarrolla bien su trabajo, de la manera de jugar del equipo, aunque había cierta inquietud porque faltaba resultados favorables que refrendaras el esfuerzo de todos.

Esfuerzo colectivo con recompensa

El éxito cosechado en la ciudad lucense inyecta una sobredosis de vitaminas con múltiples efectos beneficiosos. El efecto matemático, que suponen tres puntos más que colocan a los gaditanos con 14 de los 36 disputados que les permite darse un respiro. El efecto anímico, muy importante, porque la victoria es la receta más directa y efectiva para aumentar la autoestima. Las comeduras de coco que invaden a un conjunto ante la carencia de triunfos se transforman en confianza cuando es capaz de doblegar al adversario en su propio campo. El efecto pegamento: el abrazo de los jugadores sobre el césped tras el pitido final reflejó la satisfacción del deber cumplido y trasladó el mensaje de que la unión hace la fuerza. El éxito del Cádiz se basó en el trabajo colectivo aderezado con acciones individuales. Las paradas de Alberto Cifuentes, el taconazo de Dani Güiza, el gol de Álvaro García...

Primer partido fuera sin recibir un gol

El efecto banquillo: el entrenador siempre es la parte más frágil de la plantilla -el primero en pagar los platos rotos- y el triunfo en Lugo despeja el camino a Cervera al menos para las próximas semanas. El técnico conoce mejor que nadie a los jugadores y en el Ángel Carro dio con la tecla en la alineación y después con los cambios. Y no ocultó la realidad al afirmar que no siempre gana el mejor, sino que el consigue marcar un gol. La suerte es un factor que asoma en cualquier momento pero hay que poner empeño en su búsqueda, como hizo el Cádiz el pasado domingo.

Una de las claves del golpe de efecto en Galicia fue que el equipo dejó la portería a cero por primera vez lejos de su feudo. Había recibido al menos un tanto en sus salidas a Almería, Miranda de Ebro, Reus, Madrid -Vallecas- y Tenerife.

El veterano portero, curtido en mil batallas y uno de los protagonistas de la victoria gracias a sus excelentes intervenciones, daba en la diana después del partido. Recordó que el Cádiz es un recién ascendido y no se protegió bajo el paraguas de la paciencia, sino que destacó el compromiso de todos los componentes del equipo, el esfuerzo como soporte para hacer realidad el objetivo. Los hombres de Cervera desplegaron una labor de contención del rival sin parar de correr de principio a fin. Sabían de sobra que las posibilidades de ganar el partido se basaban en el trabajo defensivo de todos, siempre en pos del bien común con la solidaridad por bandera en el terreno de juego. Se trataba de maniatar al contrario a sabiendas de que llegaría la oportunidad de marcar pese a entregar la posesión al rival.

Máxima igualdad en la categoría de plata

Sumar de tres en tres da la opción de ver el vaso de medio lleno y otorga valor al camino recorrido en el pasado más reciente. Tan cierto es que el Cádiz arrastraba un preocupante balance de cinco partidos de Liga seguidos sin poner en práctica el infinitivo del verbo ganar como que ahora lleva cuatro jornadas concatenadas sin perder. El conjunto gaditano figura en el selecto grupo de seis equipos de LaLiga 1|2|3 que no conocen la derrota en los últimos cuatro capítulos. Levante, Sevilla Atlético, Oviedo, Valladolid y Getafe tampoco pierden en los tiempos más recientes. Los 16 restantes sí han mordido el polvo en una demostración palpable de la igualdad reinante en la categoría. Nadie puede discutir el carácter competitivo del equipo amarillo, que en el futuro inmediato afronta el ilusionante reto de asentarse en la división de plata. El equilibrio imperante hace más difícil el camino. El único club que de momento está por debajo de los demás es el Nástic de Tarragona, colista que aún no ha ganado después de 12 jornadas aunque con margen de tiempo para reaccionar.

Tan apretada está la clasificación que hay un grupo de las distancias son cortas entre la parte de arriba y de la abajo. Entre el Girona, séptimo con 17 puntos, y el Tenerife, 17º con 14, hay una corta diferencia de tres puntos. Hay hasta once equipos metidos en un puño en esa zona. El Cádiz está casi igual de cerca del descenso -dos puntos por encima- que de la fase de ascenso -a tres puntos-. Las posiciones aún no están definidas y cualquiera puede vencer o peder ante cualquiera. Si el Nástic se ha descolgado por abajo, el Levante ha puesto la directa en la parte alta con un liderato sólido fruto de sus 27 puntos.

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