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Un buen día para estar en la playa

  • Indiferencia Los seguidores soportan un sol de justicia y se van con la sensación de haber desaprovechado la tarde

El mejor debate para hablar de la recién acabada Semana Santa tuvo lugar ayer en los graderíos del Ramón de Carranza, donde durante una hora y media las aproximadamente 7.000 personas que acudieron a intentar ver algo parecido al fútbol se vieron forzadas a desviar la mirada y la mente a los misterios y los palios que han llevado a las calles de Cádiz el fervor por la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Todo ello mientras el abanico tomaba protagonismo un 4 de abril. Para otros, enfado por haber cambiado el fútbol por la playa en una jornada que definitivamente habían tirado a la basura. Mejor en la arena que sobre el hormigón viendo a 22 jóvenes vestidos de corto tratando de practicar fútbol.

Indiferencia hacia el equipo desde el inicio hasta el final. Salvo los cánticos del sector que ocupan Brigadas Amarillas en Fondo Sur, el público acudió a la cita con la moral tan baja o más que la clasificación del equipo. Y, ¿por qué se habló de cualquier cosa antes que estar pendiente del terreno de juego? Pues porque lo del césped era para olvidar. Dos equipos muy pobres que firmaban un partido más propio de veteranos o de la campaña de los Reyes Magos.

"Qué lástima la cuadrilla de Jesús de La Paz; mejor el número de nazarenos de Columna, respecto al año anterior; madrugada sí o madrugada no; o la novedosa imagen del Nazareno en el paso de la patrona". Los argumentos cofrades ganaron a los futbolísticos. ¡Uy! Minuto 30 y primer lanzamiento cadista con intenciones. Una prueba del sopor.

Da igual que algún rival directo vaya perdiendo o que la permanencia dependa del Cádiz. La gente estaba pasando calor, aunque mayor era el agobio por el espectáculo de los profesionales. Pitos al cambio de Erice, ¿lo hizo bien o mal? y también al de Nano, si bien en este caso quedó claro el malestar de los seguidores contra el extremo.

Como el choque no interesaba, desde Fondo Sur comenzaron a encañonar con bolas de papel el área pequeña de la portería defendida por el Castellón, tratando el portero de eliminarlas con los pies. Decenas de bolas que pudieron ser comprometidas si algún balón raso y a poca velocidad hubiera pasado por esa zona.

Bostezos y más bostezos con alguna siesta tardía, gorros de papel para soportar el sol, y todos locos por el final con o sin victoria. La hubo, pero la gente celebra las alegrías a medio gas por culpa del océano de decepciones que ha inundado sus sentimientos. Pasando un poco del Cádiz, que se dice.

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