Un brindis con aplauso vikingo

La afición vive el duelo a tope y emulando a la hinchada islandesa

1. Abrazos a Jesús Fernández al acabar la tanda de penaltis en la que se convirtió en el gran protagonista. 2. Sankaré recibe los cuidados de los recuperadores antes de comenzar la prórroga. 3. Los seguidores vivieron los lanzamientos desde los once metros con mucha emoción. 4. Cervera se dirige a Aitor y Brian. (Fotos: Joaquín Pino)
1. Abrazos a Jesús Fernández al acabar la tanda de penaltis en la que se convirtió en el gran protagonista. 2. Sankaré recibe los cuidados de los recuperadores antes de comenzar la prórroga. 3. Los seguidores vivieron los lanzamientos desde los once metros con mucha emoción. 4. Cervera se dirige a Aitor y Brian. (Fotos: Joaquín Pino)
F.j. Díaz Cádiz

08 de septiembre 2016 - 05:02

Más de 12.000 espectadores en una noche excepcional para disfrutar del fútbol. Miércoles y a las 20:00 horas, pero el cadismo siempre ahí, junto a los suyos. Da igual la hora cuando el amarillo y azul sale a escena. Todo se paraliza un poco más en la capital del paro para acudir en masa al 'ceremonial' que se lleva a cabo en Carranza, el templo del cadismo.

Ganas de fútbol, para dar y regalar, y ganas de Copa del Rey. Ese torneo en el que hace un año el 'caso Cheryshev' dio la vuelta al planeta del balón y causó tanta risa en la Tacita de Plata como enfado en Chamartín. Siempre quedará el "Cheryshev te quiero".

Y ganas de abroncar al árbitro, no al de ayer, sino a la figura que representa por lo que viene sucediendo en el retorno al fútbol profesional. "No es un delito, beber un buchito", se cantó con cierta sorna desde una grada en la que estaban entrenadores como el ex barcelonista Sergi Barjuán.

Este año todavía no ha salido la bola del club blanco, pero sí una azulgrana venida a menos por el descenso. Un Levante que ha dado la paliza a base de bien en el verano gaditano y que ayer, el que 'sopla' sobre el césped, se fue para siempre en el torneo del ko 2016-17. Un Levante que intimidaba por presupuesto y nombres, pero que asistió a la cita del Carranza con un triste final desde los once metros. Ese tramo decisivo de la tanda de penaltis en el que los aficionados, liderados por la grada baja de Fondo Sur, empezaron a emular a los hinchas islandeses que llenaron de color la última Eurocopa. Esos valientes que llevaron al mundo balompédico al aplauso vikingo en cada encuentro.

El templo del cadismo lo vivió ayer durante el partido e incluso en la tanda final, aunque cuando Jesús detuvo el lanzamiento que clasificaba a su equipo, el jolgorio dio paso a los brazos arriba de miles de cadistas dispuestos a hacer suya una imagen que, desde Francia, dio la vuelta al mundo.

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