El comunicado, durísimo, de 22 peñas del Cádiz CF (hay otras 70 que no lo han firmado) que critican sin rodeos la gestión de Manuel Vizcaíno y Rafael Contreras es el vivo reflejo de creciente desapego que en los últimos tiempos se produce entre los dirigentes del club y un amplio sector de la afición.

La tercera temporada consecutiva en Primera División supone la segunda etapa más gloriosa en la historia de la entidad (después de aquellos ocho años entre los 80 y principios de los 90).

En teoría debería ser una época de felicidad, máxime cuando no hace mucho el equipo malvivía en la miseria en Segunda B.

Pero sucede todo lo contrario. El ambiente está enrarecido. La parroquia cadista está cabreada. Es un hecho que va más allá del comunicado de la veintena de peñas. Muchos seguidores que no son peñistas no están nada contentos con el club. Es la realidad.

Se ha generado una corriente de indignación en la afición que no para de extenderse. En el partido del Trofeo Carranza y en el de la jornada inaugural brotaron gritos pidiendo la dimisión del presidente.

Son varias las circunstancias que conforman un cóctel explosivo de irritación. El profundo enfado no obedece en exclusiva a razones deportivas. Es cierto que la gente reclama más fichajes que además eleven el nivel de plantilla en el tercer curso seguido en la élite.

El equipo de momento no está a la altura de la exigencia de la élite en parte por las numerosas lesiones y también porque falta más calidad. Las evidentes carencias quedan plasmadas sobre el césped. Si la pelota no entra es por algo. Cero puntos en dos jornadas y lógica preocupación.

Pero la falta de fichajes de garantías no es el único motivo del malestar colectivo. Las aguas bajan revueltas desde el comienzo del verano. Las primeras críticas llovieron por los precios de los abonos, después por tener que activar los carnés antes de cada partido, algo que no deben hacer los abonados de los otros equipos.

Para colmo, problemas en los tornos para acceder al estadio, alguna puerta cerrada a la hora de salir, cuartos de baño en estado no óptimo…

Miles de cadistas están enojados y en el club deberían tomar buena nota, analizar los motivos, hacer autocrítica y tomar medidas, las primeras tendentes a que el aficionado se sienta cómodo cuando acuda al estadio, su segunda casa.

Las segundas medidas, encaminadas a formar una plantilla digna de Primera División. El tercer año debe dar para algo más que para llegar a la última jornada en manos de los demás a la espera de un nuevo milagro. En ello está la dirección deportiva del club mientras el equipo ya forma parte de la cola de la clas

Entre una cosa y otra, una cierta cólera se ha instalado en el cadismo. Quizá en exceso. No parece que el equipo esté Primera. Habría que intentar disfrutar. Quién sabe dónde estará el Cádiz CF la próxima temporada y en años venideros.