Como una mala digestión por algún producto en estado sospechoso, el Cádiz CF trata de pasar cuanto antes la resaca de la 'borrachera' de desaciertos con la que salió del Estadio de la Cerámica. El equipo amarillo necesitaba sensaciones para estar cerca de puntuar, y aunque en los primeros 20 minutos fue mejor que su adversario, la realidad es que comportamientos puntuales impropios de profesionales de Primera División acabaron por condenarle al infierno del sufrimiento al que parece abocado hasta el último suspiro.

El 2-0 en Villarreal duele por la forma y los fallos, ya que contra un enemigo de ese potencial se puede perder. Pero ese dolor es latente por los errores de un Alfonso 'Pacha' Espino que abrió el debate de la conveniencia o no de que en el descanso se hubiera metido en la ducha para despejar conceptos básicos. El lateral ha llegado mal a la fase decisiva de la temporada no sólo por los fallos de bulto del miércoles, ya que lleva varias semanas lejos de su mejor versión. Sergio González quizás no quiso señalarle, pero la realidad es que el uruguayo se había señalado solo con lo que había hecho.

Villarreal es historia, reciente, pero historia. Lamerse las heridas da para poco cuando el sangrado del equipo viene siendo peligrosamente habitual lejos del estadio Nuevo Mirandilla. A los intratables Atlético de Madrid o Villarreal, por poner algunos ejemplos, les han metido mano equipos de la zona baja, lo que quiere decir que no era misión imposible ni lugar para apostarlo todo a un equipo B.

De Vigo llega el próximo equipo que el cadismo quiere hacer víctima. A vender entradas dentro y fuera de promoción y a jugar todo el dinero a la casilla del triunfo. No se sabe si en Elche será obligado sumar algo o todo -depende de la jornada del domingo-, pero antes de tirar de calculadora hay que mirar al Celta.

Un encuentro en el que toca 'operación recuperación' para que el entrenador del Cádiz CF puede tener más argumentos sobre el verde. La semana pasaba pensaba que Roger Martí podría estar para este choque. Y es que la pelea con el gol es demasiado grande en algunos momentos, tanto como hacer el harakiri en defensa.