La maldición de las 5 estrellas en Cádiz
La capital gaditana vuelve a perder una oportunidad de tener un hotel de la máxima categoría con el proyecto de Puerto América, de incierto futuro
El hotel de la Alameda, la esperanza firme de un 5 estrellas
No hay manera. Una y otra vez choca en la misma piedra, que en este caso se traduce en la prolongada ausencia, inexplicable para una capital de provincia, ciudad costera y que pugna por una parcela en el turismo (aunque ahora se quiera poner en duda también esta industria y este motor económico), de un recinto hotelero de la máxima categoría. A Cádiz se le resisten las 5 estrellas, perdiendo un nuevo proyecto que queda ahora en una absoluta incertidumbre.
La marcha de los inversores del hotel de Puerto América, que iba a ser el más grande de la ciudad y el primero -en su día- con la categoría de cinco estrellas, se une a otros gatillazos hoteleros que llenan el libro de los fracasos de esta ciudad. El hotel de Valcárcel que ideó la Diputación antes de la ocurrencia de la facultad de Educación que ahora también empieza a difuminarse; el nuevo Parador Atlántico que finalmente se quedó en las cuatro estrellas; el hotel de la estación que parece reflotar hoy y que aspira también a esas cinco estrellas; el proyecto de la Casa del Almirante que acumula años de paralización de obras y cambios de mano que lo mantienen hoy en el aire con la casi única certeza de que no tendrá la máxima categoría hotelera…
Queda el consuelo del futuro hotel de la Alameda, que logró sortear el hachazo a los proyectos hoteleros del nuevo PGOU y cuyas obras ya están en marcha. Será porque en todo momento solo han participado inversores privados, sin ninguna administración pública que lleva décadas colocando chinos en los zapatos de esta ciudad siempre que pretende iniciar cualquier camino. Contra todo pronóstico, el proyecto que engloba tres fincas de General Menacho, Alameda y Zorrilla parece que será finalmente el primero que regale a la ciudad la máxima categoría hotelera, a la espera de otras futuras opciones que aún tienen un recorrido que se antoja largo hasta poder ponerse en marcha.
¿En qué situación queda el proyecto de Puerto América?
Entre esas opciones cobra muchas dudas la de Puerto América, ya que la salida de los inversores, que renuncian al proyecto y a la concesión, deja en el aire esa aspiración hotelera del edificio abandonado que preside uno de los pocos suelos por explotar en la ciudad.
El objetivo de construir un hotel se ha topado con una decisión del consejo de ministros que se ha eternizado, hasta el punto de cansar a los que tenían la ilusión, el dinero y la ambición de poner en marcha este nuevo equipamiento. Nadie acierta a decir por qué ese retraso del equipo de Pedro Sánchez, que lleva cinco años dejando sobre la mesa una decisión respecto al proyecto hotelero.
La clave de la situación generada en Cádiz está en la Ley de Puertos del Estado, que a priori deja fuera de los posibles usos del suelo de dominio público portuario (como es Puerto América y el edificio que se construyó para la regata de 1992) el hotelero. Es decir, que el proyecto no tendría sitio. No obstante, la propia ley establece varias salvedades; y una de ellas abre la puerta a esta posibilidad de hotel. Eso sí, “excepcionalmente” y “por razones de interés general debidamente acreditadas”. “El Consejo de Ministros podrá levantar la prohibición de instalaciones hoteleras en espacios del dominio público portuario destinados a zonas de actividades logísticas y a usos vinculados a la interacción puerto-ciudad, debiendo tales usos hoteleros acomodarse al plan especial de ordenación de la zona de servicio del puerto o instrumento equivalente”, dice el artículo 72 de esta Ley de Puertos del Estado, que reseña además que esas instalaciones que podrían liberarse para hotel “no podrán ubicarse en los primeros 20 metros medidos tierra adentro a partir del límite interior de la ribera del mar o del cantil del muelle”, lo que cumple el proyecto de Puerto América.
Ahí, en este trámite del consejo de ministros, es donde ha quedado pendiente la decisión final respecto al hotel previsto que ahora ha ido a parar a la papelera de los proyectos fantasmas de la ciudad. Cabe plantearse, en este punto, qué posible influencia ha podido tener en la idea gaditana proyectos similares que han empezado a surgir en otros puertos.
Solo en el entorno relativamente cercano de Cádiz, pujan por tener hoteles en suelo portuario las ciudades de Málaga, Estepona o Marbella. Y eso significa que al consejo de ministros se le acumula el trabajo, porque tiene que decidir sobre cada proyecto en concreto. Pudiera ser que se planteara entonces una modificación de la ley, porque no parece haber criterios técnicos u objetivos para autorizar unos proyectos y no otros; y en base a esto, se pudiera entender que ha llegado la hora de modificar la ley para autorizar estos nuevos usos de suelo público portuario en base a las condiciones, requisitos y limitaciones que se consideren.
Pero en mitad de esta incertidumbre, no hay que perder de vista otra no menos clave. El consejo de ministros tiene que decidir sobre proyectos concretos que se presenten respecto a esa intención de dar uso hotelero a suelos portuarios. Y en el momento actual, Cádiz se ha quedado sin proyecto, ante la renuncia de los inversores. Por tanto, la ciudad podría pasar nuevamente al vagón de cola de estas aspiraciones hoteleras, viéndose obligada a reiniciar toda la maquinaria que puso en marcha en el año 2018 para darle a Cádiz un hotel de 5 estrellas que al igual que todos los proyectos antecesores, ha quedado por ahora en agua de borrajas y sin un futuro claro. La maldición de las 5 estrellas.
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