Cádiz

Juicio por el caso Santa María: Golpes "por todo el cuerpo" o "sólo en brazos y piernas"

  • Un testigo presencial del arresto de Juan Antonio Martínez habla de una intervención policial "desmesurada". Otro testigo presencial afirma que el detenido estaba "fuera de sí" y que los agentes no podían frenar sus ataques.

La camisa que portaba uno de los agentes que intervinieron en la detención.

La camisa que portaba uno de los agentes que intervinieron en la detención. / P.N.

Una actuación policial "desmesurada" o una intervención apropiada para reducir a un vecino "disparatado y fuera de sí". Son las dos versiones que ofrecieron este miércoles en la Audiencia Provincial dos testigos presenciales del arresto de Juan Antonio Martínez, un hombre natural de Albacete afincado en el barrio de Santa María de Cádiz que perdió la vida la mañana del 4 de abril de 2015 durante su detención por parte de cuatro policías nacionales, los cuatro que esta semana se sientan en el banquillo de los acusados ante un tribunal popular.

Uno de esos testigos, R., era un vecino del barrio que dijo conocer a Juan Antonio "de vista". Los días previos a su muerte explicó que no apreció en él ningún comportamiento extraño, si bien admitió que lo observó hablando solo y haciendo dibujos en el aire con las manos. "Aquí en Cádiz hay mucha gente así", justificó.

La mañana de los hechos, manifestó, vio lo que sucedió desde el balcón de su dormitorio, que estaba a tres o cuatro metros de la escalinata de la iglesia de Santa María; eso sí, con la persiana echada. "Se veía todo perfectamente", aclaró. 

R. testificó que los cuatro policías procesados que redujeron a Juan Antonio "le dieron golpes a diestro y siniestro" y de forma "continuada". El fiscal le preguntó entonces si esos impactos iban dirigidos a la cabeza, a lo que él contestó: "Por todas las partes del cuerpo".

"Le empezaron a dar y a dar. Eran cuatro policías con defensas contra uno. Yo, antes de que me den una paliza así prefiero un tiro en la pierna", valoró R., que, no obstante, señaló que Juan Antonio ofreció una gran resistencia. "Se defendía y se quitaba a los agentes de encima, que iban cayendo uno detrás de otro".

Transcurrido un tiempo, afirmó R. ante el jurado, Juan Antonio fue reducido por los policías frente a la iglesia. "En ese momento ningún agente lo golpeó con la porra. Juan Antonio sufrió algún tipo de convulsión y le realizaron un masaje de reanimación hasta que llegó la ambulancia".

El fiscal del caso interrogó a R. por si tenía algún tipo de animadversión hacia la Policía, dado que había sido detenido por un asunto de drogas años atrás y había ingresado en prisión por ello. R. respondió que no sentía inquina hacia el cuerpo policial. "Todo lo contrario, conozco a muchos policías que viven el barrio de Santa María; además, tengo un familiar policía local".

En este punto, uno de los abogados defensores le cuestionó por qué entonces declaró en fase de instrucción "la Policía como el sol, cuanto más lejos, mejor", a lo que R. puntualizó que era una frase hecha con la que quería dar a entender que lo ideal era no tener ningún tipo de problema de cualquier índole.

Asimismo, este testigo aseveró que la Policía fue a buscarlo a su casa cuando sucedieron los hechos y que les dijo que no había visto nada. Manifestó también que las hijas de Juan Antonio lo visitaron y él les recomendó que hicieran una autopsia a su padre. Por último, recordó que se citó con un detective privado, que no sabía si trabajaba para la familia del fallecido, y le comentó que la actuación policial de esa mañana fue "desmesurada".

"Juan Antonio iba a atacarlos"

El otro testigo presencial que prestó declaración en la segunda sesión del juicio por el caso Santa María fue G., el vecino que la mañana de los hechos alertó al 091 de que Juan Antonio Martínez lo estaba persiguiendo con un destornillador en la mano. 

G., también vecino del barrio, declaró que los días previos al suceso Juan Antonio mantenía una actitud "rara". "Hablaba con los coches", precisó. 

El 4 de abril de 2015, sobre las 6:30 de la mañana, salió de su casa para ir a trabajar cuando se encontró a Martínez charlando con una columna. "Se dirigió directamente hacia mí con algo en la mano y salí corriendo por el patio. Llegué al portal, eché la cancela pero Juan Antonio aún me perseguía gritando".

G. explicó al tribunal que huyó hasta el Campo del Sur mientras daba aviso a la Policía. En su llamada al 091, que fue reproducida en el juicio, hizo constar que un vecino "disparatado" y "fuera de sí" lo perseguía con un punzón. 

Este mismo testigo afirmó que cuando los policías llegaron al barrio de Santa María, Juan Antonio se percató de su presencia y se desvió hacia otra calle mientras que él se quedó a unos 25 o 30 metros. "Escuché que los agentes le daban el alto, aunque Juan Antonio no hacía caso y seguía gritando".

Cuando intentaban reducirlo, señaló G., los agentes le daban golpes con las defensas reglamentarias "sólo en brazos y piernas, yo no vi que le dieran en la cabeza". Mientras, "Juan Antonio no dejaba de atacarlos. Se iba hacia uno y hacia otro con mucha agresividad. En el forcejeo para tratar de inmovilizarlo, alcanzó a uno de los agentes en el pecho con el arma. Lo enganchó, lo tenía encima. A otro lo dejó tirado en el suelo", relató este testigo, para después añadir que, pasados unos minutos, Juan Antonio "cedió" y quedó finalmente reducido.

"Ese hombre no iba a asustar a los policías, iba a atacarlos, siempre tenía la mano levantada y se encaraba, los cuatro agentes intervinientes no podían con él", concluyó G., que admitió que ese día temió por su vida y que si llamó a la Policía no fue sólo por protegerse, sino para salvaguardar también al vecindario y que "Juan Antonio no acometiese contra nadie más".

"Su intención era cazar"

Este miércoles declararon también dos de los cuatro policías acusados de la muerte de Juan Antonio Martínez. Un tercero se acogió a su derecho a no declarar después de que el pasado martes sufriese un fuerte ataque de ansiedad cuando intentaba testificar y tuviese que ser trasladado al hospital.

Uno de los funcionarios afirmó que la mañana en la que detuvieron a Juan Antonio éste se opuso en todo momento. "Alcanzó a un agente en el mentón con un destornillador y lo tiró varios metros. Mi reacción fue instintiva, lo golpeé con la porra en el costado para impedir que rematara al compañero. Acto seguido, Juan Antonio se revolvió, enganchó mi defensa y me pinchó en el pecho varias veces". 

El acusado continuó su relato así: "Recuperé la defensa y salí corriendo unos 20 o 25 metros, creí que me iba a matar. Entonces me paré, me quedé un instante congelado. Tenía ganas de irme a casa pero ese hombre iba a matar a alguien, así que regresé. Cuando me di la vuelta aquello era un caos. Juan Antonio nos embestía a todos con ataques rápidos, ágiles y muy violentos. Iba a por uno y a por otro".  

A preguntas de la acusación particular, el procesado se mostró tajante a la hora de contestar si él o algunos de los otros policías intervinientes golpearon a Juan Antonio en la cabeza: "Rotundamente, no", dijo. 

Asimismo, el agente señaló que durante el forcejeo logró desarmar a Juan Antonio con un golpe en la mano. "Perdió el arma pero no sus intenciones de hacer daño. Se puso en guardia para iniciar un nuevo ataque. Fue en ese momento cuando un compañero lo sorprendió por detrás y cayeron los dos al suelo frente a la puerta de la iglesia del barrio. El golpe fue brutal. Al final, conseguimos engrilletarlo entre tres agentes (otro estaba en el suelo con el hombro fracturado) mientras nos pateaba, trataba de girarse, levantaba el cuerpo y se golpeaba la cabeza contra el suelo", especificó. "Súbitamente, se quedó quieto", prosiguió el encausado. "Comprobamos que no respiraba y que no tenía pulso, razón por la que intentamos reanimarlo. Ahí fue la primera vez que vi una mancha de sangre".

"Temí por mi vida y por la de mis compañeros. La intención de Juan Antonio era cazar. Si yo no hubiera llevado el chaleco, a lo mejor no estaba aquí", manifestó el agente al tribunal popular. "Cuatro policías son pocos ante una persona con un brote psicótico de tal magnitud", subrayó.

Sobre los golpes en la cabeza que refiere el informe de la autopsia, este policía aseveró lo siguiente: "No sé si Juan Antonio los traía de antes, si se impactó en la caída a plomo frente a la iglesia, si se los hizo durante el forcejo o si ocurrieron mientras intentaba zafarse y se golpeaba él mismo contra el suelo para evitar la inmovilización". 

Por último, negó que manipulara con posterioridad al suceso su chaleco con pinchazos voluntarios y especificó que esta prenda estuvo bajo custodia de la Policía Científica. Igualmente, precisó que, a la fecha de los hechos, los agentes sólo disponían de pistolas y defensas. No contaban con táser ni con gas pimienta. "A raíz de este incidente, ya sí tenemos gas pimienta".

El otro policía que declaró este miércoles mantuvo idéntica versión de los hechos que el resto de procesados. "Llevo 35 años de servicio en la calle y en todo ese tiempo nunca vi una situación como la vivida ese 4 de abril", apostilló. Sobre una posible acción policial desproporcionada aquella mañana, el agente testificó: "Como policía y como persona, no permitiría que un compañero se ensañase con una persona reducida". 

De otra parte, el análisis toxicológico elaborado a partir de la sangre, la orina y el cabello de Juan Antonio Martínez determinó que no había ingerido alcohol las horas previas a su arrestó pero sí había consumido hachís, además, de una forma reiterada, según expusieron las peritos que declararon este miércoles en la Audiencia de Cádiz.

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