La irreversible decadencia de la plaza de las Flores en Cádiz
Solo quedan dos puestos de flores abiertos, el resto se usan como almacenes
El recinto se reformó hace más de treinta años
Lo que ha cambiado la plaza de las Flores de Cádiz
La plaza de las Flores lleva ya unos años convertida en uno de los epicentros turísticos de Cádiz. Su ubicación entre las aún más céntricas plazas de San Juan de Dios y Catedral y la zona comercial y cultural de la capital, le convierte en paso obligado para cientos de visitantes, o miles si se concentran a la vez varios cruceros en el muelle, además de los propios vecinos que recorren este recinto que, también, es ruta para llegar al mercado central.
Junto al normal desgaste que se produce en el paseo y en el mobiliario urbano una actividad tan intensa, este recinto también soporta el paso del tiempo desde que fue rehabilitada íntegramente, ya que esta obra se ejecutó cuando gobernaba el PSOE, y de eso hace ya más de treinta años.
A este desgaste se le une también un diseño del recinto ya anticuado y con elementos que, si en un día fueron ejes centrales de la plaza, ahora han pasado a ser el problema principal para su normal funcionamiento en la trama urbana.
La reforma ejecutada en los años 90 del pasado siglo centró el funcionamiento y el diseño de la plaza en los puestos de flores, que daban nombre a esta zona. Se construyeron grandes puestos a base hormigón y ventanales que, al poco, se ampliaron a mediante grandes cristaleras para poner exponer mejor los productos. Unos equipamientos que, por su amplitud, se comían, y se comen, buena parte de la superficie de la plaza, a lo que se le une la fuente central con la estatua a Columela.
De esta forma se crean tres estrechos pasillos abiertos, uno central y otro a cada lado de la plaza, que apenas deja paso a una circulación ágil por la zona, y más cuando coinciden grupos de turistas con los viandantes de cara jornada.
El paso del tiempo ha ido vaciando de contenido a la gran mayoría de los puestos de flores. Hoy solo dos mantienen esta función. El resto están cerrrados, funcionando algunos como auténticos trasteros o almacenes. El último capítulo ha sido el uso de las fachadas del mismo para instalar grandes carteles publicitarios de un comercio cercano. Todo contrasta con la remodelación más abierta que en su día se ejecutó alrededor del vecino mercado de abastos, donde los puestos que están en su exterior, menos contundentes, no rompen el normal tránsito de los peatones.
Ante la evidencia de una necesaria reforma de la plaza de las Flores, tras tres décadas de intenso uso, el gobierno municipal ya ha metido en cartera una posible actuación integral. En todo caso, no es una operación urgente por lo que su desarrollo dependerá de la ejecución de otros proyectos que ya están en marcha o a punto de desarrollarse en otros puntos de la ciudad.
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