La imprenta Rimada de Cádiz se muda 106 años después

Comercio

El histórico taller, que también acoge tienda de papelería y bellas artes, está en la calle Rosario desde 1916

El coste del alquiler les obliga a trasladarse a Puertatierra

Emilio Aparicio enseña una imprenta alemana de mediados del siglo XX.
Emilio Aparicio enseña una imprenta alemana de mediados del siglo XX. / Lourdes De Vicente

Más de cien años lleva la imprenta Rimada en la planta baja del portal 19 de la calle Rosario de Cádiz. Exactamente desde el año 1916. Será a finales de mayo cuando este histórico establecimiento, que también cuenta con tienda de papelería y útiles para las bellas artes, abandone el casco histórico de Cádiz con destino a Puertatierra, a un local propio de la avenida San Severiano que abrieron hace ya algunos años como segunda tienda y con el que, al menos, lograrán evitar el coste cada vez más alto del alquiler del amplio local de Rosario. Una marca, pues, histórica que tendrá que abandonar su casa de siempre y, con ella, dejar atrás una maquinaria muy valiosa, joyas en el mundo de la impresión que en su mayor parte no se utilizan actualmente por los avances tecnológicos, en especial por la impresión digital, pero que poseen un valor sentimental e histórico que las hace ser posibles objetos de exposición en un museo.

Emilio y Pepe Aparicio Cacheiro son los hermanos que en la actualidad llevan las riendas del negocio. Fueron los continuadores de su padre, trabajador de la imprenta en los tiempos en los que los responsables eran los miembros de la familia de Julio de la Rimada Martínez, cuyos herederos dejaron en sus buenas manos la imprenta allá por 1984.

Son los dos hermanos quienes cuentan que el elevado coste del alquiler del local donde está la imprenta es, sobre todo, la causa del traslado. La situación se agrava, además, con los efectos de las sucesivas crisis vividas desde 2008, cierre por la pandemia incluido, y la competencia que el mundo de la impresión y la papelería sufre también desde el comercio digital. Pero es el precio del alquiler el que les mueve: una renta baja durante décadas, reconocen, que se disparó en casi 1.000 euros cuando se aplicó la conocida como ley Boyer y que desde entonces no para de subir.

Pepe Aparicio trabaja en el taller de la imprenta Rimada.
Pepe Aparicio trabaja en el taller de la imprenta Rimada. / Lourdes de Vicente

El contrato vencía a finales de este año, lo que hacía prever la llegada de una nueva subida. Así, han aprovechado la existencia de un local propio en la zona de Segunda Aguada, frente al bar Stop, para avisar con el tiempo reglamentario a la arrendadora y adelantar la finalización del contrato a mayo. Para entonces, para el día 31, deben tener toda la mudanza lista y trasladado el equipamiento al local de San Severiano que abrieron como una segunda papelería hace años pero que la crisis les obligó a cerrar. Allí tienen aún hipoteca, pero con el cambio evitan una duplicidad de gastos cada vez más insostenible.

¿Y qué dejarán atrás cuando cierren la puerta de Rosario, 19? Pues, básicamente, 106 años de historia, no siempre protagonizada por ellos, pero sí por otras familias, con Rimada a la cabeza, que supieron hacer de esta imprenta, de las pocas que sobreviven en la capital gaditana tras más de un siglo, una marca reconocida de calidad y rigor.

Cupón humanitario de 1936 para "la abolición de la mendicidad del ciego".
Cupón humanitario de 1936 para "la abolición de la mendicidad del ciego".

Además, tendrán que dejar atrás con pena una valiosa maquinaria antigua, en algunos casos centenaria, que de ninguna manera les cabe en el nuevo local de Puertatierra.

Son máquinas de un gran valor histórico pero también sentimental, pues con ellas se iniciaron los actuales propietarios hace décadas en el sector de la impresión. No ocultan que las tienen puestas a la venta, porque ganar liquidez no le vendrá nada mal al futuro del negocio, pero también reconocen que estarían dispuestos a conversar con alguna administración para que algunas de las máquinas se convirtieran en piezas de museo. De hecho, Cádiz cuenta con un museo litográfico de gran valor en el que algunas de estas piezas podría tener cabida.

Molde de una página de una antigua revista marítima.
Molde de una página de una antigua revista marítima. / Lourdes de Vicente

Y es que además de los tradicionales muebles con sus estrechos cajones para guardar ordenadamente los antiguos tipos de plomo y cinc, los moldes de las letras, el amplio desván de la imprenta cobija una guillotina italiana de finales del siglo XIX y principios del XX que se acciona manualmente mediante una rueda; una pequeña imprenta de principios del siglo XX, también manual, que funciona con una palanca y en la que se hacían, entre otras impresiones, las estampas de comunión; una imprenta Heideberg, alemana, de mayor tamaño y de mediados del siglo XX que funciona a motor pero cuyo uso prohibió hace ya varios años una inspección de riesgos laborales; y una última máquina de impresión offset, la más moderna de las antiguas, donde por ejemplo se imprimen los folios con membrete donde los bachilleres hacen sus exámenes de selectividad.

Si historia tienen estas máquinas, protagonistas de copias y copias de carteles y documentos cuando se hacían hoja a hoja, historia tiene también el local en el que se encuentran. Los hermanos Aparicio recuerdan que la imprenta ha estado en la calle Rosario desde 1916, fecha de su fundación, y que ha pasado por diversas manos desde entonces. Julio de la Rimada Martínez fue quien dejó la imprenta en manos de Julio y Oliva, dos de sus siete hijos, como cuentan Emilio y Pepe. El padre de los hermanos Aparicio comenzó a trabajar en Rimada tras pasar por la Imprenta Gaditana, y en 1984 se hizo cargo del negocio en el que le acompañaron sus dos hijos, ahora mismo al frente de una empresa a la que decidieron no cambiarle un nombre tan histórico.

Cortadora italiana manual de finales del siglo XIX.
Cortadora italiana manual de finales del siglo XIX. / Lourdes de Vicente

En estos 106 años de vida han sido innumerables los documentos que se han imprimido en una imprenta dedicada a publicaciones diversas pero de donde han salido, sobre todo, mucha cartelería, calendarios, estampas e invitaciones y también muchos documentos relacionados con la Universidad de Cádiz, que imprime en Rimada incluso desde antes de que fuera creada como tal, cuando aún dependía de la Universidad de Sevilla. Han realizado más trabajos de Semana Santa que de Carnaval, según explica Emilio, al tiempo que enseña un calendario deportivo con los partidos del Cádiz, en formato pequeño, con una foto de portada en la que aparecen Macarty y Carlos el Legionario en el césped del antiguo Carranza, a finales de la década de los 80.

Con el traslado de la empresa se cerrarán en mayo más de cien años de buen oficio, más de un siglo dejando buena impresión en este rincón histórico del casco antiguo de Cádiz. La empresa, al menos, sobrevive, trata de adaptarse a unos nuevos tiempos que reclaman otras impresiones y otras formas de trabajar y de afrontar la competencia del mercado ‘online’. La subida del alquiler y la crisis son, de momento, los enemigos a burlar para que el negocio siga dando de comer. En ello están.

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