La habitación del ruido

tribuna de opinión

Artículo de José María González, alcalde de Cádiz.

La habitación del ruido
José María González
- Alcalde de Cádiz

15 de enero 2017 - 02:03

P style="text-transform:uppercase">retendo buscar la forma de rendiros cuentas sin interferencias. A ratos, la política local se convierte, para mi pesar, en una habitación llena de ruido. Mi principal propósito de Año Nuevo va a ser salir de la habitación del ruido.

Hay quien dice que prometimos tantas cosas que no somos capaces de cumplirlas. Pero a veces lo hacen desde cierto cinismo. Con una mano exigen a un gobierno que lleva un año y medio los grandes resultados que ellos no han sido capaces de poner en pie en veinte, y con la otra bloquean cualquier posibilidad de darles viabilidad. Y no se cortan en llamarnos populistas y malos gestores. Y lo dicen los mismos que se gastaron un millón de euros, que todavía estamos pagando, en "los mamotretos". Los que se gastaron dos millones y medio de euros en la pérgola de Santa Bárbara. Populistas nos llaman los que se gastaron más de un millón de euros en pantallas LED con noticias que aplaudían a todas las horas del día la gestión municipal. Populistas nos llaman los que se gastaron 38 millones de euros en el nuevo estadio de fútbol, sin reparar en que nos endeudaban hasta las cejas, y ahora encima nos reprochan que tardemos en venderlo pese a estar dejándonos la piel con el concejal de Hacienda convertido en comercial inmobiliario. Yo me pregunto si lo populista no es derrochar en propaganda y obras faraónicas mientras se despedía a trabajadoras sociales del Ayuntamiento y se engordaba una deuda de 275 millones de euros que pesa como una losa.

Iremos a rendir cuentas a los barrios, buscando el contacto directo, la crítica constructiva"Nos dicen populistas los que se gastaron 38 millones en un estadio que nos ha endeudado hasta las cejas"

Y luego están quienes, a ratos, como esta semana el PSOE, pretenden echarle la culpa a este gobierno municipal de año y medio de su falta de diligencia de más de una década con la ciudad. Lo normal era recordarles que la Junta de Andalucía y la Diputación tienen abandonados los terrenos de CASA, el solar de la Martona, el chalet de San Luis, la casa cuna o alguno de los frontales más bellos de la ciudad entre el edificio del Olivillo, la Escuela Naútica y Valcárcel o la Residencia del Tiempo Libre en primera línea de playa. Era lógico refrescarles la memoria sobre el hecho de que le deben a esta ciudad un tranvía, una estación de autobuses, un carril bici, una Ciudad de la Justicia, una ampliación del Museo de Cádiz y un Hospital desde hace más de una década. Que le deben a Cádiz sanitarios y docentes que no están en sus puestos por los recortes. Que estamos esperando aún la segunda fase de las viviendas del Matadero y la séptima fase del Cerro del Moro. Y, por si fuera poco, parecía lógico no perder de vista que le deben a este Ayuntamiento y al pueblo de Cádiz más de 9 millones de euros.

Hay cosas que no se ven. Cosas sencillas y necesarias que distan mucho de ser populistas. Que son lo contrario. Cosas que no son "inaugurables". Como acortar los plazos para pagar a los proveedores y reducir la deuda con ellos en un 45%, porque sabemos que muchas son pequeñas empresas de Cádiz que generan empleo aquí. No es populista aumentar la inversión social en un 30% mientras se reducía más de un 90% el gasto en publicidad institucional del PP, a riesgo de ser abiertamente odiados por algunos medios de la ciudad. No es para posar descorriendo una cortinilla de terciopelo rojo haber acabado con la lista de espera de la dependencia, pasando la triste vergüenza de llamar a familias cuyos beneficiarios hacía años que habían fallecido. Esas cosas no son populistas, no son cosas que se puedan inaugurar con un cóctel elegante para la portada del periódico. Tampoco el protocolo antidesahucios, el servicio de intermediación laboral o un bono social eléctrico peleado a base de diálogo que haga que los vecinos de Cádiz puedan dejar un día de 'mendigar' con sus facturitas de la luz una ayuda en la calle Zaragoza, Cruz Roja o Dora Reyes. Lo populista era llenar los palcos del Falla de favores devueltos. Eso sí es populismo. Igual que repartir subvenciones sin convocatoria pública y favores por las esquinas de la ciudad, esto para ti sí y para ti no. Ciertamente, vecinos y vecinas, era muy poco populista reducir el pliego de alumbrado extraordinario de Navidad y Carnaval para abordar inversiones urgentes en alumbrado ordinario de calles enteras que necesitan una obra en condiciones para que no haya apagones en los picos de demanda eléctrica. Muy poco populista. De hecho, abiertamente impopular. Pero lejos de lo que han dicho hasta la saciedad, hemos puesto en la organización de la Navidad gaditana el mismo cariño y esmero que pusimos en la Regata, el Carnaval o la Semana Santa. No sólo porque amamos nuestras fiestas y tradiciones, sino también porque sabemos que son fundamentales para dinamizar la vida económica de la ciudad.

De todas formas, ¿cuántas veces generaron miedo y malos augurios desde grandes tribunas para cada evento que organizábamos? Se encendieron las alarmas porque no habría Carnaval, porque la Semana Santa corría peligro inminente, porque la Regata no iba a salir o porque en Cádiz ni una bombilla luciría en las calles comerciales. Y luego, nada, mucho trabajo, mucha ilusión, errores, que no estamos exentos de cometerlos, y normalidad. Quizá deseen cada día que se abra la tierra bajo nuestros pies para poder al fin encontrar una sola prueba de sus delirios apocalípticos.

Otros ataques dan para escribir una enciclopedia del disparate. Cuestiones que no son el resultado de la legítima y deseable discrepancia en una sociedad democrática. Mentiras. Mentiras pelonas. Mentiras como que habíamos secuestrado la bandera de España de la Plaza de Sevilla o que habíamos despedido a un cónsul alemán, que nunca estuvo allí, al grito de "facha". Mentiras como que el alcalde se ha comprado un chalet en El Puerto o que se ha mudado a Puerto Real, o las dos cosas a la vez, como me preguntó hace muy poco un electricista que vino a arreglarme el portero automático a mi casa de la Viña, la única que yo tengo.

Ninguna habitación de ruido. En 2017 vamos a salir de ella y nos vamos a ir a rendir cuentas a los barrios, buscando el contacto directo, la crítica constructiva y las propuestas de todas las personas que aman a la ciudad sea cual fuera su voto en las elecciones. A rendir cuentas pero sobre todo a escuchar. Y vamos a trabajar duro el tiempo que quieran los gaditanos y gaditanas y el que permitan los de las amenazas con sus mociones de censura. Vamos a luchar con la misma ilusión del primer día por un bono social eléctrico que garantice que a nadie se le corta la luz mientras las eléctricas entienden que tienen una responsabilidad social con la ciudad, y luego seguiremos con la garantía de suministros hídricos vitales, con la remunicipalización sostenible y bien hecha de servicios municipales privatizados, reabriendo el pabellón Francisco Blanca y desbloqueando la recuperación del Portillo, haciendo más seguro el perímetro del Paseo Marítimo, implementando el programa de alquiler justo, contribuyendo a integrar el Puerto en la ciudad, apoyando al cooperativismo y la economía social mediante microcréditos. Desarrollando y mejorando la introducción de cláusulas sociales y reservas de mercado para que los contratos del Ayuntamiento contribuyan a generar empleo en la ciudad. Tendiendo sinceramente la mano a todas las instituciones y fuerzas políticas que entiendan que el primer partido en el que debemos militar es la ciudad de Cádiz y su gente. Todo eso y una batería importante de planes y estrategias para que el Ayuntamiento tenga las mismas urgencias y prioridades de la gente. Y los que quieran seguir instalados en el ruido y los golpes no me van a encontrar sirviendo de sparring. Todo el ruido que quieran. Nosotras y nosotros vamos a buscar en los barrios la sinfonía politonal de las críticas y las propuestas y la participación a puerta abierta. Para que la pauta de lo que hagamos la marquemos entre todos y todas en esta ciudad hermosa que todavía tiene un tamaño humano en el que encontrarse. Sin ruido.

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