Los gatos le echan un pulso a la ciudad de Cádiz

EL PASEANTE

Colectivos que defiende a los felinos quieren parar las obras del parque del cementerio

La ciudad lleva 30 años esperando a que concluya el desalojo del camposanto y se construya el nuevo parque

Los dueños de gastos están avisados: multas de hasta 20.000 euros por incumplir estas obligaciones

Cuarteladas vacías del cementerio de Cádiz en una imagen de archivo. / Julio González

SERÁN los años que tenemos ya encima como ciudad, pero Cádiz sigue siendo capaz de sorprender a propios y extraños cuando hablamos de su desarrollo urbano. De como nos ponen zancadillas desde fuera (léase las administraciones central y regional), a la vez junto a las nos ponemos nosotros mismos.

Pero el penúltimo capítulo de nuestro devenir sorprende hasta al más avispado. Parece una broma. O un mal sueño. O que de pronto vivimos en otra dimensión.

De pronto, descubrimos que en el solar del cementerio, aun con miles de restos por desalojar, aun con algunos panteones por retirar, vive una colonia de gatos. Muy tranquilos porque todo se ha convertido casi en un descampado y donde algunos colectivos le dejan comida y agua. Ideal para los gatos, unos 80 o 90 ya controlados.

La cuestión es que algunos de estos colectivos animalistas consideran que las obras que quedan por ejecutar en el viejo cementerio no se deben ejecutar, al menos por el momento. Que los restos de quienes descansan bajo tierra, miles, deben seguir ahí, y que el gran parque junto a equipamientos públicos previstos en su urbanización, desde hace treinta años, tiene que seguir guardado en el cajón de los proyectos eternos de esta ciudad.

Consideran quienes defienden esta medida tan radical, que la operación humana (el traslado de restos de miles de vecinos ya fallecidos) y la urbanística (la construcción de un parque, en una ciudad tan necesitada de zonas verdes), interfieren en la vida de estos gatos. Vaya.

Desde el Ayuntamiento ya se ha dejado claro que este proyecto de ciudad va a seguir adelante, y que su desarrollo no afectará para nada a la pervivencia de esta colonia gatuna.

Se cumplirán, dicen, todas las medidas legales que impone la normativa de defensa animal. Asumamos que hay que cumplirla, lógicamente, pero a la vez asumamos que a veces nos pasamos en diversas cuestiones de nuestra vida diaria, en contra de los intereses del conjunto de la sociedad. Cabría ver qué opinan los vecinos de la zona, como lo hacen los vecinos del Campo del Sur donde se han ubicado otras colonias de gatos en los bloques, a modo de apartamentos, llenos, eso sí, de suciedad.

Los gatos, la verdad, es que se merecen este control urbanístico y que se evite en lo posible la operación ciudadana prevista en el viejo cementerio de la ciudad. Ya vale, porque hasta ahora todo el esfuerzo municipal (con este y con anteriores gobiernos), se ha centrado en el bienestar de los perros, a los que se les dedica parques enteros (que costaron decenas de miles de euros construirlos) para su paseo, que también pululan a sus anchas en el foso de la Puerta de Tierra, Monumento Nacional hace más de medio siglo.

Los gatos han soportado en silencio este favoritismo hacia los canes. Ahora les toca a ellos.

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