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Historias de Cádiz

Un espontáneo ¡Viva Cádiz!

  • Desfile en enero de 1925 de la Corporación Municipal gaditana en la plaza de Oriente   ante los Reyes de España l Exigencia a su paso de honores de capitán general 

Los Reyes de España con Agustín Blázquez en un vehículo. Don Alfonso habla con Leal

Los Reyes de España con Agustín Blázquez en un vehículo. Don Alfonso habla con Leal / Cedida Salud Leal

En  enero de 1925 el presidente del Gobierno, el gaditano Miguel Primo de Rivera, acordó realizar un homenaje nacional al Rey don Alfonso XIII. Propuso que representaciones de todas las diputaciones y ayuntamientos acudieran a Madrid para hacer entrega de las insignias de alcalde de cada uno de los municipios de España al Monarca. Aceptada la propuesta por las distintas corporaciones se fijó la fecha del 23 de enero de ese año, santo del Rey, para  la solemne ceremonia de entrega.

Presidía el Ayuntamiento de Cádiz Agustín Blázquez Paúl, que marchó a Madrid acompañado de varios concejales, secretario del municipio y mayordomo de la ciudad. También formaban parte de la expedición numerosos vecinos que quisieron sumarse al homenaje al Rey.

 El 22 de enero el Gobierno ofreció una recepción en el palacio de Hielo, en el interior del parque del Retiro de Madrid, a todas las representaciones de ayuntamientos y diputaciones. Hablaron el Rey y Primo de Rivera y los discursos fueron radiados a toda España, una novedad para la época. En Cádiz se colocaron altavoces en algunos lugares estratégicos de la ciudad para que los vecinos pudieron oir los discursos. 

Posteriormente, el Rey recibió en el Palacio Real a algunas de las representaciones que habían acudido  a Madrid. Entre ellas estaba  la de Cádiz, citada especialmente por don Alfonso.  Acudieron a Palacio, junto al alcalde Blázquez, el primer teniente de alcalde Luciano Bueno, los concejales Wishental y Robles, el mayordomo de la ciudad y maestro de ceremonias, Francisco Leal, y el secretario del alcalde Tomás Alonso. 

La Reina doña Victoria Eugenia, que acompañaba al Rey en la recepción a la representación gaditana, preguntó con detalle por algunos enfermos que ella había visitado en el Hospital de Mora durante su visita a Cádiz y en particular por Máximo Caballero, un funcionario de la Diputación de Cádiz al que se le había amputado una mano a consecuencia del manejo del entonces novedoso aparato de Rayos X. El Rey estuvo hablando largo rato con los representantes de Cádiz a los que anunció que el Gobierno había aprobado por fin la construcción del buque escuela de guardiamarinas Minerva (el futuro Juan Sebastián de Elcano), en los astilleros gaditanos de Echevarrieta.

Don Alfonso pidió información sobre el proyecto de ensanche de la ciudad y derribo de las murallas próximas a las Puertas de Tierra. Señaló que sería un error imperdonable derribar la entrada a la ciudad, ya que las Puertas de Tierra eran un atractivo de Cádiz y que bien conservadas aumentarían el atractivo histórico de la ciudad.

Por último, don Alfonso comentó con Blázquez que unos astilleros como los de Cádiz no pueden limitarse a la construcción naval, sino que podrían aprovechar su maquinaria para otras obras importantes.

Para el día 23 de enero, santo del Rey, estaba previsto un desfile cívico por las calles de Madrid a cargo de los distintos ayuntamientos con sus banderas respectivas hasta llegar a la plaza de Oriente, donde el Rey estaría situado en el balcón principal del Palacio Real. El Regimiento de Alabarderos, situado a las puertas del Palacio Real saludaría al paso de las distintas banderas.

Pero el alcalde no estaba conforme. Acompañado del mayordomo de la ciudad, Francisco Leal, hizo saber a los organizadores del acto, que eleñó toda la documentacióAyuntamiento de Cádiz cuando marchaba bajo mazas tenía honores de capitán general y exigía que le fueran tributados. La organización del desfile alegaba problemas de protocolo,  pero Leal enseñó la documentaciónn acreditativa y el alcalde se mantuvo firme en su petición.  Además, la opinión de Francisco Leal era muy respetada en el Palacio Real ya que el mismo Alfonso XIII manifestaba públicamente que se trataba del mejor maestro de ceremonias de España  e incluso  había sido consultado sobre temas de protocolo en alguna que otra ocasión. Finalmente los organizadores accedieron a la petición gaditana. 

El desfile de los Ayuntamientos comenzó a las nueve de la mañana desde distintos puntos de Madrid.  La representación de Cádiz recorrió las calles Alcalá y Mayor para desembocar finalmente en la plaza de Oriente. Frente al Casino de Madrid, en la calle Alcalá,  estaba situada la numerosa colonia gaditana residente en la capital de España. Los vítores y aplausos  al paso de nuestros representantes fueron enormes y la organización se vio obligada a pedir al alcalde que cesaran los saludos al público y continuaran camino.

Por fin llegó la representación de Cádiz a la plaza de Oriente. La banda de Alabarderos tocaba alegres pasodobles al paso de los distintas comisiones. Cuando el Ayuntamiento de Cádiz comenzó a pasar frente al Palacio Real, cesó la música,  la tropa presentó armas y la banda de música atacó la Marcha de Infantes, entre los aplausos del público. 

Relata la crónica de Diario de Cádiz que las instrucciones de la organización del desfile pedía que no hubiera gritos ni vítores al paso frente al balcón del Palacio, pero que el alcalde no pudo resistirse ante la emoción del momento. Sombrero en mano, saludó ceremonioso al Rey y dirigiéndose al público gritó:

¡Viva Cádiz!

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