"No hay dinero para pagar el daño moral que nos han causado"
Josefa Álvarez y Dolores Delgado son dos de las afectadas por el paro de la obra de Los Chinchorros · Dolores permutó su casa por un piso y se ha tenido que ir a vivir con su hija porque se ha visto en la calle
Se sienten "cansadas, agobiadas, desesperadas". Dicen que no aguantan más "esta situación creada por unos sinvergüenzas". Josefa Álvarez Delgado y su madre, Dolores Delgado Jiménez, son dos de las personas afectadas por el paro de las obras en Los Chinchorros.
Dolores vendió la casa en la que vivía con su familia en el año 2001 a José Luis Costa -uno de los propietarios de la promotora que está levantando los bloques de viviendas-, pero en vez de quedarse con el dinero, hizo una permuta por un piso para ella y dos apartamentos para sus nietos en los nuevos edificios que se iban a construir. "Él se comprometió a pagarle un alquiler a mi madre hasta que le entregasen su nueva vivienda, ya que al vender la suya se quedó sin casa", relata Josefa. Los nietos, mientras, vivirían con su madre.
"José Luis Costa insistió mucho a mi madre para que le vendiese la casa. Fue a verla varias veces y ella lo dejó pasar porque se acababa de quedar viuda y no le apetecía hablar de vender la casa. Pero al año siguiente volvió y, como nos ponía todo tan bonito, decidimos venderla", expresa Josefa, quien añade que Costa les dijo que él era quien compraba la casa, "pero cuando fuimos a la notaría a firmar el contrato, nos encontramos que firmaban él y Javier González Tello, de Arrecife Costa Bahía. Nos descolocamos un poco al ver a otro señor que no conocíamos ni sabíamos de su existencia, y ya ahí nos sentimos engañadas, pero pusimos un voto de confianza en José Luis Costa y firmamos".
Dolores estuvo cinco años viviendo en un piso de alquiler sin problemas y después cambió a otro. Suscribió un contrato por cinco años en esa nueva vivienda en las oficinas de la empresa de José Luis Costa de la calle Marqués de Cropani. "Firmaron los dueños del piso, mi madre y José Luis Costa, quien se hacía cargo de los pagos del alquiler. Pero dejó de pagar y los dueños demandaron por impago a mi madre".
Dolores cuenta que el contrato del piso vencía en octubre de 2010 y ella se fue en mayo, cuando se enteró que Costa no pagaba. Éste le dijo que le diese las llaves del piso, y su hija se las llevó a la oficina el 30 de mayo de 2010. "Después vino el dueño con una demanda, pidiéndome el dinero del alquiler desde junio hasta octubre, cuando esos meses no estuve yo allí viviendo. ¿Qué hizo ese tiempo José Luis Costa con el piso?", se pregunta Dolores, quien afirma que ha sido "recogida" por su hija porque se veía en la calle. "Yo estoy muy a gusto con ella, que es más buena que el pan, pero quiero mi casa. ¡Con la casa tan linda que yo tenía!", se lamenta.
Y es que la finca en la que vivía esta familia tenía muchos metros cuadrados. La entrada principal estaba en el número 11 de la calle San Bartolomé, y tenía otro acceso por el Pasaje San Leonardo. Además, aseguran que se encontraba en buenas condiciones. Ahora ese espacio lo ocupa un edifico abandonado a medio construir, que se está convirtiendo en un vertedero.
Con Josefa siguen viviendo también sus dos hijos, ya mayores, pendientes de que se termine de construir la promoción de Los Chinchorros, donde tienen un apartamento cada uno en propiedad.
"Nos sentimos defraudadas, estafadas por un sinvergüenza. El daño moral que nos han causado, no hay dinero para pagarlo. Es muy doloroso porque mientras José Luis Costa y sus socios viven muy cómodos en sus casas, tienen buenos coches y hacen sus viajes, mi madre, con 79 años, no tiene casa". De hecho, Josefa cuenta que Dolores "ha tenido que acudir a un facultativo para poder llevar es te dolor tan grande que es no tener casa por culpa de unos estafadores".
Piensa que "demasiado pacientes y pasivas hemos sido para lo que estamos sufriendo y para los años que estamos esperando". "¡Ya está bien de aguantar mentiras! ¡Qué arrepentidas estamos de haber vendido la casa a esa pandilla sin escrúpulos que juega con los sentimientos de las personas! ¡Cómo nos han engañado! ¡Qué bonito nos puso todo! Si hubiésemos sabido esto, nos hubiésemos quedado con nuestra casa, que era grande, estaba en buen estado y vivíamos muy felices allí", se lamenta. Y lanza una pregunta a los responsables de esta situación: "Si yo no tengo mi casa, ¿a ver donde viven mi madre y mis hijos?"
Josefa comenta que ha intentado hablar varias veces con Jesús González Tello, administrador de Arrecife Costa Bahía, "pero pone a la secretaria de parapeto, que siempre dice que es imposible localizarlo. Queremos hablar con él pero no hay manera". Y asegura que, con todo lo que están pasando, ya hasta le han cogido manía a la casa. "Ya no podemos más", manifiestan.
Esta familia es sólo una de las muchas que viven una situación límite por el paro de las obras en Los Chinchorros, por lo que Dolores y Josefa se plantean: "¿Cómo pueden dormir tranquilos José Luis Costa y sus socios con todas las personas que lo están pasando tan mal por su culpa?"
También te puede interesar