Tribunales Cádiz

El cura de Salesianos insiste en su inocencia: "Fui un niño más"

  • Francisco Javier López Luna mantiene ante el juez que su jerarquía como director se desdibujó en el trato con sus alumnos.

  • Sobre el denunciante de esta nueva causa, el sacerdote apunta a un posible móvil económico por parte de la familia.

  • El chico asegura que López Luna le propinó patadas y manotazos

Francisco Javier Luna accede al Juzgado de lo Penal

Francisco Javier Luna accede al Juzgado de lo Penal / Jesús Marín

El sacerdote Francisco Javier López Luna, ex director del colegio Salesianos de Cádiz procesado por abusar de un alumno de 13 años en el curso académico 2012-13, ha vuelto a declararse inocente ante el juez. "Fui un niño más". Como ya hiciera en el primer juicio que lo llevó al banquillo acusado de abusar de una veintena de sus alumnos y del que salió absuelto, el religioso ha defendido que su dinámica pedagógica se basaba en "la cercanía y en la accesibilidad" y que, por tanto, "la jerarquía" del director quedaba desdibujada.

Sobre el denunciante de este caso, López Luna ha dicho que acudía a su despacho, como tantos otros alumnos, para jugar y charlar. "Lo ayudé mucho porque estaba sufriendo bullyng por parte de otros compañeros", ha explicado.

En cuanto a las supuestas palizas que propinó el cura a este joven, llegando incluso a arrancarle vello púbico -tal y como sostiene la Fiscalía y la acusación particular-, el religioso no se ha pronunciado porque solo ha contestado a las preguntas de su abogado

Este estudiante no manifestó haber sido víctima del sacerdote gaditano hasta mayo de 2016, cuando prestó declaración como testigo (y no como denunciante) en la primera vista oral a López Luna. En la fase previa de instrucción de la causa, el menor optó por no contar su versión de los hechos, si bien lo hizo después. Cuestionado por este "giro en la declaración" del niño, el ex director de Salesianos ha apuntado hacia un posible móvil económico: "Quizás se trate de una confabulación de la familia, que pueda estar interesada en una petición de dinero".

López Luna ha aseverado que en sus 25 años como docente nunca tuvo ningún problema hasta que llegó a Cádiz en el curso académico 2012-13. A preguntas de su defensa, las únicas que ha contestado, el cura ha explicado que sus alumnos subían a su despacho "voluntariamente" tanto en horario lectivo como por las tardes. "Aquello parecía un segundo recreo. Los chiquillos venían y jugaban entre ellos. Se lo pasaban pipa".

En ese ambiente jocoso, "yo los animaba a estudiar desde el colegueo, no dejaba de ejercer mi labor para que sacaran adelante el curso. También les imprimía los trabajos a aquellos que no tenían medios para ello", ha afirmado López Luna, que ha mantenido la postura que ya sostuvo cuando fue juzgado por primera vez en mayo de 2016 en la Audiencia de Cádiz. "Fui un niño más".

El religioso ha explicado que algunos alumnos, entonces todos menores de edad, le llamaban "Javina, gorda o Falete". "En ese contexto distendido, no me molestaba. No había jerarquía entre nosotros. ¿Qué hacía un director a ese nivel? Yo qué sé", se ha preguntado y respondido él mismo.

El ex director de Salesianos ha reconocido que en el despacho se desarrollaban prácticas que implicaban contacto físico pero "sin connotación sexual", como el abrazo del oso (agarrar por la espalda y levantar en peso) o el goldfish (arrancar vello púbico). Asimismo, ha subrayado que la puerta, de cristal, siempre estaba abierta y que su despacho estaba próximo al de otros miembros del equipo directivo del centro.

López Luna ha admitido que participaba en grupos de Whatsapp con sus alumnos, en los que hablaba con ellos de asuntos personales y ajenos al ámbito académico. También ha especificado que había otro grupo paralelo, llamado 'Vamos a la playa', en el que él no estaba. "Ahí se fraguó todo para llevarme a juicio, ahí empezaron las consignas para traerme aquí". 

"Tomé conciencia de lo sucedido"

El joven denunciante, que actualmente cuenta con 21 años de edad, ha declarado ante el juez que en el curso escolar 2012-13, el entonces director de su colegio lo insultaba con frecuencia, tanto a él como a otros alumnos. "Me decía que era un gordo y un desgraciado". "Cuando estaba con otros niños, me hablaba de tú; cuando llegaba un adulto, se refería a mí como usted", ha añadido.

El chico ha afirmado que subía al despacho de López Luna con bastante frecuencia, sobre todo por las tardes, cuando acudía a clases de fútbol en el centro. "Allí comíamos patatas, jugábamos a videojuegos... era todo un colegueo". En esa misma estancia, ha contado, se sucedieron episodios violentos "a puerta cerrada" que fueron en aumento con el paso del tiempo. "Normalmente lo pasábamos bien, pero si, por alguna razón, yo me mostraba en desacuerdo con alguna opinión de don Javier, él me daba manotazos y cates; yo me tiraba al suelo para evitarlo, pero él aprovechaba esta situación para lanzarme patadas en los muslos y en el costado". A preguntas de la fiscal, el joven ha indicado que estas palizas se repitieron, al menos, en dos o tres ocasiones

"Una tarde en el despacho, me cabreé porque perdí en un videojuego y solté una palabrota. Entonces don Javier se levantó, se me acercó por la espalda y me dio un tirón en la zona de los testículos con el que me arrancó vello", ha relatado el querellante. "Llevaba las calzonas de fútbol puestas pero me rozó los testículos", ha puntualizado. 

El joven ha aseverado que ocultó a su familia durante tres años lo ocurrido porque no quería suponer una carga más. "Por aquel entonces, mi abuelo vivía con nosotros, tenía Alzheimer y mi madre era la encargada de sus cuidados. Así que yo le decía que los moratones me los hacía jugando al fútbol, no quería preocuparla". Además, el chico ha señalado que López Luna lo amenazaba con enviarlo interno al colegio de Campano sin contaba lo sucedido. "Lo consideraba la máxima autoridad del colegio y entendía que debía obedecerle".

En esos tres años, el denunciante permaneció en silencio. Pero en mayo de 2016, cuando acudió al primer juicio de López Luna para declarar como testigo, destapó lo que, según él, había sufrido. "Tras hablar con las psicólogas del SAVA (Servicio de Atención a las Víctimas) tomé conciencia de todo lo que había padecido así como de la importancia de decir la verdad"

El chico ha asegurado al juez que no ha vuelto a ser el mismo desde entonces. "He estado en tratamiento psicológico. No me gustar dar besos ni abrazos, y eso que mi familia es muy cariñosa. También he empeorado mucho en mis estudios". Además, ha recordado que cuando la Audiencia de Cádiz absolvió a López Luna, se enfadó mucho. "Quería pasar página pero la Fiscalía denunció mi caso y por eso estamos hoy aquí". 

La madre del denunciante, que también ha declarado en la vista, ha manifestado que su hijo se derrumbó tras testificar en el primer juicio al sacerdote gaditano. "Mamá, ya lo he soltado, me dijo llorando y arrodillado mientras me pedía perdón por no haberme confesado todo lo que había pasado". La madre ha narrado que notaba a su hijo muy inquieto en la fecha en la que tuvieron lugar los supuestos abusos. "Estaba triste, nervioso... Yo le preguntaba insistentemente pero él me contestaba que traía cardenales y la ropa rota por el fútbol, y lo vi normal". 

Los informes forenses

A diferencia del primer caso que llevó a López Luna a juicio, esta segunda causa sí cuenta con informes forenses. Así pues, ha prestado declaración en la vista una psicóloga de la Unidad de Salud Mental que trató al denunciante. La terapeuta, que se ha ratificado en su informe, ha explicado que el chico solicitó ayuda psicológica porque se sentía frustrado e impotente, se había convertido en una persona impulsiva y quería eliminar la rabia que tenía acumulada por no sentirse reparado por la Administración de Justicia ante el daño sufrido. 

"Cuando tomó conciencia de lo ocurrido en el despacho del director, su rabia fue a más. Empezó a tener pesadillas porque el círculo no se había cerrado, todavía estaba herido por un hecho traumático para él, de ahí que se le diagnosticara un trastorno adaptativo relativo a ese episodio", ha aclarado la especialista.

Preguntada directamente por el juez por los tres años en los que el joven no contó nada de lo acontecido con el cura, la psicóloga se ha mostrado tajante. "Suele pasar, sobre todo en menores de edad, que se tarde en narrar este tipo de hechos. En este caso en concreto, se normalizó la situación porque todos los alumnos participaban de esas prácticas. No eran conscientes y lo tomaban como un juego". La perito ha recalcado que "las víctimas silencian determinados recuerdos que no quieren ver porque es mejor para su supervivencia ocultarlos". 

La misma postura han sostenido las especialistas de Márgenes y Vínculos que se entrevistaron con el chico hasta en tres ocasiones. "Es habitual que un menor no cuente, incluso que niegue, un episodio de esta índole y que después haya una revelación a partir de la cual amplíe su testimonio", han aseverado. 

Las psicólogas de Márgenes y Vínculos han indicado que el testimonio del joven querellante es "creíble""compatible con una experiencia realmente vivida". Asimismo, han subrayado que este chico tenía un gran sentimiento de culpa "por haber seguido subiendo al despacho para pasarlo bien con sus amigos, por no haberse defendido a pesar de su corpulencia, por haber tardado en contar lo sucedido, por habérselo ocultado a su familia...", han enumerado. "A esto se añadía su situación familiar: su abuelo estaba enfermo y él no quería ser un foco más de preocupaciones para sus padres", han concluido.

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