Cádiz

Las cuentas pendientes de Kichi

José María González 'Kichi' muestra su satisfacción por el éxito del equipo amarillo.

José María González 'Kichi' muestra su satisfacción por el éxito del equipo amarillo. / JULIO GONZÁLEZ

La herencia invisible. La ciudad dibujada y querida hace ocho años, y la que quedará cuando los gaditanos se dirijan a las urnas en siete días. José María González afronta su última semana como alcalde de Cádiz, porque lo que tenga que venir entre el 28 de mayo y el 17 de junio (día en que tome posesión la nueva Corporación) será un tránsito prácticamente inerte, una mera representación en funciones. El mandato de Kichi casi se puede dar ya por culminado, y este final deja numerosas cuestiones sin resolver, proyectos en el cajón y ambiciones claramente marcadas en 2015 que no se han ejecutado. Son, en definitiva, las cuentas pendientes que deja Kichi.

A nivel de servicios, posiblemente la tarea sin hacer más notoria sea la renovación del servicio de autobuses. Desde que tomó posesión hace ocho años ha sido un empeño el transformar la actual red de transporte urbano, adquirir nuevos vehículos, planear nuevas líneas e itinerarios, ampliar frecuencias y demás mejoras. Pero ocho años después, lo único que ha podido hacer el alcalde es subirse en un par de ocasiones a autobuses en pruebas y adquirir hace unos meses seis vehículos (lo que no se hacía en la ciudad desde 2007, por increíble que parezca), además de aprobar en un Pleno extraordinario hace unos días la estructura de costes de un servicio que, al igual que le ocurre al de limpieza, corre el riesgo de salir a licitación con los pliegos desfasados en el tiempo, desactualizados.

Tampoco ha podido poner en marcha el alcalde el servicio municipal de alquiler de bicicletas, que vendría a rematar la implantación de los carriles bicis que han florecido en aceras y calzadas facilitando el acceso de los ciudadanos a estos vehículos de dos ruedas. Desde 2019 tiene el Ayuntamiento el proyecto de implantación de este servicio municipal, que incluso desde hace ahora un año tiene la financiación asegurada gracias a los fondos Next Generation; pero ni aún así ha sido capaz de implantar este nuevo servicio.

En servicios de la ciudad deja también pendiente el alcalde la solución con la Policía Local, que durante sus dos mandatos ha ido reduciendo servicios y ocupaciones que antes tenían establecidos. La playa, los barrios, la venta ambulante e incluso la atención a mujeres víctimas de violencia de género son áreas en las que la Policía brilla por su ausencia al no haber sido capaz el gobierno local (o no haberlo querido) de alcanzar un acuerdo laboral que asegure esa presencia policial que ha ido a menos de 2015 hasta la fecha.

E igualmente queda inamovible las condiciones -casi pésimas, según denunció la Corporación al completo en el último Pleno- del servicio municipal de Ayuda a Domicilio, que han sido prorrogadas durante los últimos cinco años (nada menos) y que el equipo de gobierno solo ha conseguido aprobar in extremis hace unos días los nuevos pliegos para iniciar ahora la licitación; pliegos que no satisfacen a la oposición ni a los trabajadores. Y, por supuesto, que no contempla la municipalización anunciada y demandada para este servicio.

De hecho, la municipalización de servicios es otra de las tareas pendientes que deja Kichi. Fue una de sus grandes banderas para conseguir el acceso a la Alcaldía en 2015; y lo único que finalmente ha llevado a la práctica en materia de municipalización son los servicios de la playa, cuando la intención era incluso la enorme plantilla de limpieza. Por el camino se han quedado sin acceder a la plantilla municipal los trabajadores del servicio de Ayuda a Domicilio o los del servicio de información turística, que también se contempló en su día; o los del servicio de limpieza de dependencias municipales, o de vigilancia de esos edificios propiedad del Ayuntamiento… nada.

En materia laboral tampoco ha culminado Kichi la Relación de Puestos de Trabajo que desde hace años demanda la plantilla municipal y a la que llegó incluso a comprometerse con el PSOE de Mara Rodríguez en tenerla para mayo de 2022, sin haber cumplido ese plazo.

En obras y equipamientos, también son varias las tareas pendientes que va a dejar el tercer alcalde que ha tenido Cádiz en la Democracia. Quizás el más llamativo sea el Teatro Pemán en el interior del Parque Genovés, que el PP de Teófila Martínez no consiguió ejecutar en su último mandato y que el actual gobierno de González tampoco lo ha conseguido en estos dos últimos cuatrienios, contando incluso con el millón de euros que aportó la UCA dentro de ese acuerdo urbanístico por el que el Rectorado se trasladó al Reina Sofía y el Ayuntamiento se quedó con un edificio cerrado en la calle Ancha y con un teatro por terminar en el Parque Genovés.

Lo mismo se le puede imputar a la polémica pérgola de Santa Bárbara, a la que no solo no se le ha practicado intervención alguna sino que ha empeorado considerablemente en estos años, con dos incendios que han afectado y dañado la estructura y que aún no han sido reparados por un trámite eterno con el seguro que fue al final contrario a los intereses del Ayuntamiento y una posterior licitación desierta. Para colmo, a la vuelta de estos ocho años el sucesor de Kichi plantea ahora derribar la pérgola, con el consiguiente coste de estos trabajos y el posterior cerramiento que se tenga que diseñar, y con la reducción a chatarra del millón y medio de euros que costó construirla.

Tampoco ha podido el alcalde siquiera iniciar la construcción del nuevo pabellón Fernando Portillo, al que en la recta final de su mandato ha conseguido dar casi la totalidad de la financiación que necesita el equipamiento (más de 13 millones de euros, según las estimaciones de los técnicos) después de que el proyecto no haya sido respaldado por las subvenciones europeas.

En este campo de las obras, queda sin avanzar prácticamente en nada la Plaza de Sevilla y su entorno, con una intervención junto a la Avenida de Astilleros entre el acceso a la factoría y Bomberos que se inició en el año 2020 y que lleva muchos meses absolutamente paralizada; una obra que iba a dotar a ese entorno de una nueva bolsa de aparcamiento hasta que no se ejecute la reurbanización definitiva de la avenida, que pasará a tener cuatro carriles para la circulación. Tampoco ha desbloqueado en este entorno el nuevo uso que se anunció para la parcela destinada a construir una comisaría de Policía que el Gobierno estatal ha descartado. Ni se ha podido poner en marcha el mercado gastronómico que se anunció poco antes de la llegada de Kichi, que bloqueó la construcción prevista de un aparcamiento subterráneo.

Tampoco va a dar tiempo a ver culminadas las grandes actuaciones de la Edusi o de los Next Generation; la pasarela que se adentrará en aguas de la Bahía en el barrio de Puntales, la transformación de los antiguos depósitos de tabaco o la reurbanización de Candelaria son algunas de estas actuaciones esperadas que la tramitación ha ido retrasando o mantiene paralizadas a falta de estos siete días de Kichi como alcalde.

Se marcha, por tanto, González sin esos 48 millones de euros que quiso pedir a los bancos en una propuesta sorprendente y carente de realismo que hiciera al Pleno de marzo; sin derribar los monumentos del Bicentenario en las plazas de Sevilla y de la Hispanidad (el Queco y la Queca); o sin expropiar los terrenos al aire libre de la sede del Obispado, en Hospital de Mujeres.

Pero por encima de todas esas actuaciones, no ha podido el hasta ahora líder de Adelante Cádiz sacar adelante un nuevo PGOU, como prometió en 2015 para los primeros 100 días de su gobierno, que finalmente se va a acercar a los 3.000 días.

Muchos son los trámites, las obras, los proyectos y los deseos que Kichi deja sin ver culminados. Los ocho años autoimpuestos por el alcalde se le han quedado cortos para ejecutar tanto como se había propuesto en 2015. A Kichi se le ha acabado el tiempo, tanto que no ha podido rematar el cambio de tantos nombres colocando en esas calles, avenidas e incluso en el Estadio tantos nuevos rótulos. Y tampoco le ha permitido el tiempo que el Ayuntamiento actual necesita casi para cualquier trámite cubrir el puesto de concejal que dejó vacante Eva Tubío en marzo, despidiéndose con una Corporación de 26 concejales. La herencia fantasma.

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