Los comerciantes de Compañía denuncian la desprotección ante la venta ambulante

Consecuencias del coronavirus en el comercio de Cádiz

Critican la ausencia de policías locales y la falta de control sanitario de los productos que se venden en una calle en la que es difícil guardar las distancias de seguridad

Los manteros ubican sus productos a las puertas de los establecimientos y hacen difícil el paso de los peatones haciendo imposible el mantenimiento de la distancia contra el coronavirus / Lourdes De Vicente

"Apegotonados y sin mascarillas", comentaba esta mañana que se encuentran los vendedores ilegales que se ubican cada día en la calle Compañía de Cádiz. A esto le suman que los numerosos manteros no sólo no guardan la distancia debida entre ellos sino que hacen que sea muy complicado que los viandantes guarden entre ellos la necesaria distancia que impone la alerta sanitaria aún vigente.

El presidente de Cádiz Centro Comercial Abierto, Manuel Queiruga, afirma que este es ya un mal que se repite año tras año y que ahora se hace mucho más complicado controlar "ante la total ausencia de policías locales que se niegan a hacer este tipo de patrullas por las malas condiciones laborales a las que se ven sometidos desde el Ayuntamiento de Cádiz".

Así, desde la propia Policía Local confirman este extremo y afirman que es una de las consecuencias que ya advirtieron al alcalde de Cádiz, José María González, cuando allá por el mes de febrero le comentaron que si no salían adelante sus reinvidicaciones con una nueva RPT, "tendría que hacer frente a situaciones como las que ahora mismo se están viviendo en calles como la de Compañía o San Francisco". "No podemos permitirnos tener ya a un policía en cada esquina para controlar a estos vendedores que, en su mayoría, ni guardan la distancia de seguridad ni suponen ningún tipo de garantía sanitaria".

A este respecto, Queiruga insiste en que al tratarse de una venta ilegal no sólo se incurre en un delito contra la propiedad sino que se está cayendo en una competencia desleal "a unos comerciantes que intentan ahora remontar el vuelo después de los tres meses en los que han tenido que mantener sus tiendas con la baraja echada". Queiruga reitera que "no sabemos tampoco la procedencia de la ropa o del calzado que venden en sus tenderetes. Sabemos que la gente se la prueba y que ni están desinfectadas ni existen las más mínimas garantías sanitarias para evitar posibles contagios y un posible confinamiento que ya nos llevaría a la ruina total".

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