Pilar Cernuda
La mayor corrupción jamás conocida
Néstor Rubio no sólo ha cumplido uno de sus "sueños" -actuar en las tablas milenarias del Teatro Romano de Mérida, hito que consiguió el pasado año-, sino que el actor gaditano se ha convertido en uno de los héroes del Festival Internacional de Teatro Clásico que, "por primera vez" en su historia ha programado en dos años consecutivo una misma obra, Ifigenia. Una pieza que no sólo indaga en "el kilómetro cero" de la violencia contra las mujeres, sino que nos devuelve una imagen diferente del gran Aquiles, "más reflexivo", "más crítico", "con toda su nobleza", describe el intérprete que vuelve a encarnar un personaje que lleva metido en el alma desde su época de estudiante.
"Sí, yo creo que desde entonces, desde que al final del último curso lo hice en el montaje de La Ilíada, lo fui proyectando. Ya fue un sueño estar en Mérida el año pasado, sólo estar en ese teatro ya se enriquece muchísimo la interpretación, pero cuando nos dijeron que volvíamos con Ifigenia fue toda una alegría porque no es nada usual. Además, nos han elegido como embajadores del Festival para ir a Roma, al Festival de Ostia Antica, y hacer la obra, con la que también estaremos en Lisboa el próximo noviembre", relata el artista que recuerda "las buenas críticas" que recibió en 2024 y "la gran acogida" por parte del público de esta pieza de Silvia Zarco que encabezan Juanjo Artero y María Garralón.
Ahora, estos días 15 y 16 de julio, "con menos nervios", "la misma ilusión" e "igual o más trabajo detrás", la compañía regresa a la relevante cita extremeña para poner en pie una obra donde se refleja el altísimo coste que tuvieron que pagar las mujeres para que los hombres alcanzaran la gloria. "Creo que no tengo que decir que las resonancias con la actualidad son clarísimas, a día de hoy van 47 mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas y nueve niños a manos de su padre en nuestro país", aduce Néstor Rubio que es Aquiles, el hombre, "el héroe más reflexivo que furioso", que se enfrenta al mismísimo Agamenón (Juanjo Artero) por usar su nombre como cebo para llevar a Ifigenia -la primera muerte violenta de una mujer en la literatura occidental- al sacrificio que marcó Troya bajo el pretexto de casarla con él.
La de Ifigenia no será la única sangre de mujer que se vierta en esta obra de nueva creación tejida a partir de dos tragedias clásicas más que transitan por la épica de la victoria griega en la Guerra de Troya. "Tenemos el sacrificio de Polixena, donde inventan que Aquiles exige el sacrificio de esta princesa troyana para poder ganar una de las guerras, y luego el mito de Hécuba con su hijo Polidoro, asesinado por el rey de Tracia, Poliméstor, traicionando un acto de buena fe cuando lo envían, se supone, a tierra amiga", narra el gaditano que no ahorra detalles de los mitos de la "apasionante" cultura clásica en la que procura formarse e interesarse "para afrontar bien" su trabajo.
"Yo creo que un actor no es simplemente una persona bien mandada. Un actor, bajo mi punto de vista, tiene que saber lo que está contando y cuando se estudia una obra no sólo delimitarse a sus líneas o al conflicto, sino que conviene entender el contexto histórico y cultural que hay detrás. Además, de base soy una persona muy curiosa y siempre me ha interesado mucho la historia", cuenta el joven que, en principio, se fue a Madrid a estudiar Periodismo y Comunicación Audiovisual para después estudiar en la Escuela Superior de Arte Dramático tanto Teatro Musical como Teatro Físico.
Pero no sólo de historia se empapa este Aquiles para ser Aquiles. "Efectivamente, Aquiles es un personaje muy definido físicamente en el imaginario colectivo. Es la figura del héroe por excelencia y el público pues espera ver eso en el escenario, yo tengo que aparecer y la gente me tiene que identificar como Aquiles, de hecho, en mi primera escena salgo como entrenando. El público en un primer vistazo debe decir, ahí está Aquiles, con lo que eso me pone el listón muy alto, me exige una parte física que me tengo que preparar mucho pero, bueno, yo soy muy constante para eso. Sé que tengo que defender esa imagen, defender sus movimientos, defender su voz y sus valores", explica el actor al que le interesa "muchísimo" ese último punto. Los valores de Aquiles.
“En parte por la película de Troya, quizás hay mucha gente que piense que Aquiles era una especie de mercenario que estaba en esa guerra por dinero. Y nada más lejos. Aquiles es un noble, es el heredero de Ftía, hijo de Peleo y Tetis, la semidiosa, y está luchando por una causa común, es un hombre de principios. No sólo combate, y es el mejor de los guerreros en el campo de batalla, sino que es el único que se enfrenta a Agamenón, es quien pone la alerta y el grito en el cielo diciéndole ¡cómo vas a sacrificar a tu hija, es una barbaridad! Es el que marca los límites algo que nos hace falta hoy, independientemente de colores políticos, en un tema como la violencia contra la mujer, contra los niños y contra los colectivos más vulnerables”, defiende Néstor Rubio que, apostilla, no ve en Ifigenia “ni un rastro de obra panfletaria”, sino de una composición “social, artística y muy entretenida” donde los espectadores “lo comprenden todo y lo pasan bien”, dice después de elogiar el trabajo de la autora, “la erudita” Silvia Zarco y de la directora de la obra, Eva Romero.
Y es que estar por dos años consecutivos en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida no debe ser casualidad.
Dice Néstor Rubio que él siempre fue un chico "muy tímido", de los que le costaba "levantar la mano en clase" aunque se supiera la lección. Sin embargo, su amor por la creación -escribía cuentos-, la música -estudiaba viola en el Conservatorio Manuel de Falla- y la interpretación estaban en él desde que recuerda. "Siempre me ha gustado cantar, por ejemplo, pero nunca cantaba en casa ni nada, mi madre, por ejemplo, nunca me había visto cantar ni actuar".
Por ello, cuando dijo que quería estudiar Interpretación nadie en casa lo tomó demasiado en serio. "También ocurrió que mi padre fue uno de los afectados por el cierre de la fábrica de Delphi, entonces a la hora de irme a estudiar pues valoramos algo como más seguro, y como teníamos familiares en Madrid con los que podía quedarme, otra cosa cercana a la creación y a las cosas que me gustaban pues era el Periodismo y la Comunicación Audiovisual, y en Madrid, pues podía estudiarlo sin ser un desbarajuste para la economía familiar", recuerda.
Ya en Madrid compaginó el doble grado con el teatro universitario -claro, le tiraba, aunque "no tuviera ningún tipo de vida más"- y cuando ya estaba en el último año, y viendo ya la familia que lo del teatro no parecía flor de un día le preguntaron, "¿qué vas a hacer con eso? ¿de verdad te gusta tanto?". Su respuesta fue presentarse "sin mucha esperanza" a las pruebas de Teatro Musical de la Escuela Superior de Teatro Dramático de Madrid. Y lo cogieron.
"Hice los cuatro años pero estoy tan loco que cuando terminé me hice las pruebas de acceso en la misma escuela pero para Teatro Físico, no sé, es que pienso que en sólo cuatro años no te formas del todo, el verso tiene tela, tiene su pie rítmico, también hay que conocer muchas cosas del cuerpo, de la voz, de diferentes códigos, de diferentes estilos... Así que me hice esos otros cuatro años de Teatro Físico", cuenta el gaditano que aprovechó las prácticas internas "para hacer una ayudantía de dirección en un taller con Blanca Portillo". Una experiencia que le ha abierto muchas puertas.
"Blanca vio que yo trabajaba bien así que, a partir de ahí, me ha seguido llamando para diferentes procesos de otras cosas -de hecho fue su ayudante en el proceso de la actriz para la obra Silencio de Juan Mayorga- y luego, pues he ido ganándome la vida con diferentes trabajos dentro de la interpretación de todo tipo", explica Néstor Rubio que está de gira con Ifigenia, también ha pisado el Festival Internacional de Arte Sacro con El Teatro del Mundo, de Calderón, donde interpreta a El Rey y que lo llevará también a Teatros del Canal en el mes de septiembre durante cuatro días. "Y bueno tengo ahí otros dos proyectos, que sólo hace falta firmarlos, pero como todavía no están, pues me da cosa decirlos", dice prudente el actor que también se ha "formado mucho como bailarín" y que, "ya más a largo plazo" está escribiendo su propia pieza de teatro con Aquiles como personaje central. "Es un personaje que tiene muchas aristas, es más profundo de lo que parece. Y, bueno, ahora mismo es un personaje importante para mí, lo que sí que espero es no tener el mismo talón que él", ríe.
Además, la carrera de este actor tampoco es ajena al audiovisual, de hecho, "aunque me he formado mucho más en teatro, creo que tengo un perfil más de cine, el problema es que es una industria, quizás, más cerrada", reflexiona. Con todo, ha trabajado con Julio Medem, con Álex de la Iglesia, una cosa pequeñita pero bueno, he trabajado con él, y también estuve en la serie La Fortuna de Alejandro Amenábar.
"La verdad es que amo mucho este universo de la interpretación, me gustaría hacer proyecto multidisciplinares, donde la danza se integre con la interpretación. En audiovisual me encantaría trabajar con Pedro Almodóvar, con Rodrigo Sorogoyen, con Oliver Laxe o con los Javis y me haría una ilusión grande trabajar con Antonio Banderas o actuar con grandes como Blanca Portillo o Antonio de la Torre", confiesa el actor que, "por supuesto, como gaditano" que es tiene en la lista de deseos "venir con Ifigenia al Gran Teatro Falla". "¡Eso sí que sería otro sueño cumplido!", lanza el mensaje en una botella.
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