El Ministerio de Fomento tiene un objetivo: terminar las obras del segundo puente de la Bahía dentro de los actos de conmemoración del Bicentenario de la Constitución de 1812, y se marca el mes de octubre del 2012 como la fecha más idonea para celebrar su inauguración, con la presencia de los Reyes y los jefes de estado y de gobierno que participen en la Cumbre Iberoamericana, que en esas fechas se desarrollará en Cádiz.

A pesar de todos los traspiés que, en cuestión de calendario, está sufriendo este proyecto, Fomento sigue firme en un propósito que cada vez tiene más de político y menos de realista.

Buscar cuándo se sufrió el primer retraso en este proyecto es adentrarse en tiempos cada vez más pretéritos: ¿hablamos de la etapa de Carlos Díaz como alcalde y de Borrell como ministro de Obras Públicas o hablamos de los primeros años de Teófila Martínez como alcaldesa y el lento proceso de redacción del proyecto?

Ante la duda, mejor fijarse en la fecha de presentación del diseño de la obra, el 20 de mayo de 2006, y sobre todo en la de la adjudicación de la misma a Dragados, el 24 de febrero de 2007.

Fue entonces cuando la constructora, la misma que nació en Cádiz y que aquí levantó el puente Carranza, cifró en 42 meses el tiempo necesario para terminar la mayor infraestructura pública que acometía en aquellas fechas Fomento en todo el país. Teniendo en cuenta el tiempo que se agota en el replanteamiento de la obra, en aquel momento se situó en octubre de 2010 el día de la apertura del paso elevado.

Lógicamente, este compromiso está más que incumplido. Aún incluso si se logran terminar los trabajos en octubre de 2012 el retraso acumulado habrá llegado a los dos años.

Lejos queda la intención de tener el puente listo y más que utilizado para convertirlo en la principal puerta de la ciudad de cara al Doce, por donde debían entrar los Reyes para la inaguración de esta conmemoración el 19 de marzo de 2012. Una infraestructura que debía convertirse en la primera imagen de la modernidad y el desarrollo de la Bahía.

Desde aquel 24 de febrero de 2007, los traspiés han sido innumerables, por  lo que nadie descubre nada nuevo, ni ahora ni hace unas semanas ni aún hace unos meses, si se habla o se escribe de los incumplimientos de la obra. Este mismo año han sido varias las fechas en las que se ha anunciado el inicio de la instalación de los tableros. Y en esas estamos.

El problema ha sido cuando la obra se ha parado. Y, como en ambas ocasiones adelantó en exclusiva Diario de Cádiz, se ha producido siempre en temporada estival: hace un año a finales de junio y éste iniciándose julio. Los meses más importantes para un proyecto de este calibre. Los meses esenciales para dar un empujón a los trabajos y acercarse así al enésimo objetivo del final de los trabajos.

Este es el gran problema de ahora. No los retrasos ya conocidos: sí el parón ya reconocido por la administración.

Por si fuera poco, todo ello acaba notándose en el bolsillo de los contribuyentes: las obras fueron adjudicadas con un coste de 272,5 millones de euros. Ahora el coste va ya por los 360 millones de euros y nada hace descartar que finalmente se dispare hasta los 400 millones. Por ahora se supera lo presupuestado en un 32%. Si las cuentas siguen incrementándose, puede incluso que una obra que estuvo a punto de incluirse entre las afectadas por los recortes de Fomento acabe metida en el cupo de las inviables en estos tiempos de crisis y de restricciones.