Manuel Rocha Cendón

"Uno de los años clave para el turismo en Cádiz fue el 92"

  • Primer gerente del Patronato de Turismo de la Diputación, director de agencia de viajes y miembro de algunas de las mejores chirigotas que ha dado el carnaval

NACIDO en Cádiz pero con pedigrí gallego. Así es Manuel Rocha Cendón, Manolo Rocha para los amigos y para la posteridad a la que pasará por ser el primer, y el único, gerente del Patronato Provincial de Turismo de la Diputación que accedió al cargo en un concurso y con su correspondiente titulación, sin el dedazo político que ha elegido a todos sus sucesores. Rocha es un enamorado de Cádiz pero libre del ombliguismo de una tierra a la que ha conocido también en su fiesta grande, el carnaval, como integrante y coautor de una de sus mejores chirigotas. Para muchos, la mejor.

-¿Cuál fue el primer trabajo que tuvo al terminar Turismo?

-En Isecotel cuando abrió, en enero de 1971, y coincidí en la recepción con Antonio de María, allí trabajamos juntos y allí nos conocimos.

-¿Cuánto tiempo en Isecotel?

-No llegué a estar ni un año. Me di cuenta de que no me gustaba la hostelería como actividad laboral. Antes, pasé un verano haciendo prácticas en el hotel Gran Capitán de Córdoba. De allí ya salí bastante quemado, sobre todo cuando estaba en cocina, y en Isecotel me acuerdo que veía a todos mis amigos a través de la cristalera bañándose en la playa, muy morenitos, y yo con una chaqueta y una corbata, y la verdad es que me empecé a mosquear.

-¿Se planteó cambiar?

-Yo creo en el destino de la gente. Un día por la mañana temprano, a las siete, entré en Isecotel y llegó un señor a pagar, porque se iba, y lo atendí yo. El hombre me dijo que le habían mandado de Madrid para buscar a alguien que tuviera el título de Turismo porque Viajes Marsans iba a abrir en Cádiz y necesitaban un director. Le dije que yo tenía el título. Eso fue en el mes de octubre y el 2 de enero de 1972 abrí en Cádiz, en la calle Plocia. Era un local muy pequeño. Allí estuve cinco años hasta que a base de mucho trabajo, de incrementar las ventas y de dar la lata a Madrid, encontré un local en Ramón de Carranza, en Canalejas.

-De Plocia a Canalejas, se fue acercando a Diputación.

-Sí, estaba más cerca de Diputación pero eso no fue el motivo de entrar... (ríe). Hay gente que acampa en la puerta y no lo cogen. En marzo de 1982, cuando era presidente de la Asociación Provincial de Agencias de Viaje, salió un anuncio porque necesitaban un gerente para el Patronato Provincial de Turismo. Nos presentamos doce y en un concurso de méritos seleccionaron a tres y de esos tres me seleccionaron a mí. El 1 de julio de 1982 entré en Diputación como gerente del Patronato. Estuve doce años y pico como gerente y después por una serie de causas que no vienen a cuento, casi todas políticas, fui sustituido y me quedé como técnico hasta que me jubilé.

-¿Ha cambiado mucho la promoción turística desde entonces?

-En general, podemos decir que se pasó de no hacer nada a tener que presentar una planificación del año, un plan de marketing, de promoción, y más o menos se cumplía.

-Y es que hasta entonces había poca promoción, más allá de aquel 'La mejor playa del sur'.

-El problema que tenía Cádiz era la falta de alojamientos hoteleros. Cuando entré en el Patronato, no había muchos hoteles.

-¿Ese era el principal problema de la provincia, incluso por encima de las comunicaciones?

-Bueno, es que si tú vas a hacer una promoción y la gente viene y no tiene donde alojarse... hacer la promoción es tirar el dinero. Llega y no tiene donde dormir. Antes de irte por ahí a vender cualquier cosa, tienes que tener las infraestructuras preparadas. Conforme han ido pasando los tiempos, ya no sólo son los hoteles, está el aeropuerto, las carreteras, trenes, un puerto para cruceros, salas de fiestas, restaurantes, bares, discotecas, todo lo que va acompañando al ocio, playas en condiciones..., y que no venga mucho el levante.

-Da la impresión de que a Cádiz no le va mal en turismo.

-Sí te puedo decir que el crecimiento del turismo en Cádiz desde que yo entré en el Patronato en el año 1982 hasta ahora ha sido una progresión geométrica. Uno de los años clave para el desarrollo fue el año 92, con motivo de la Expo. Ahí se hizo una serie de infraestructuras, que desde el punto de vista de la inversión a mí me parecían osadas. Porque Cádiz no había crecido en el tema promocional al mismo nivel que se había construido. Pero desde luego el año 92 fue un hito para que el número de camas aumentase. Otra fecha importantísima fue el año 1997 con la Ryder Cup, que puso al golf en la provincia de Cádiz y donde había, cuando yo entré en el Patronato, tres o cuatro campos de golf, pues llegamos a tener 22 o 23. Una de mis últimas encomiendas antes de jubilarme era la promoción del golf, entre otras obligaciones.

-¿Manolo Rocha ha jugado alguna vez al golf?

-Sí, quince años he jugado al golf.

-¿Y qué hacemos ahora con la cupletina de los 'Los hijos secretos de Lola Flores: "no juegue al golf, no juegue al golf....?

-Ya me parece que había dejado de jugarlo.... (Ríe). Bueno, el golf te engancha, pero es un deporte muy difícil. Yo he jugado a todo: balonmano, fútbol, he hecho windsurfing, he hecho ciclismo, todo lo he hecho mal pero he jugado a todo.

-¿Y cómo fue la juventud de Manolo Rocha en Cádiz?

-Lo que más recuerdo, el verano más feliz, es cuando estaba preparando los exámenes de Preu. Mis padres estaban en Galicia. Mi casa se quedó vacía, estábamos mi hermano Guillermo y yo. Él estaba estudiando perito industrial. Total, al final nos juntábamos ocho personas para estudiar toda la noche. Parábamos a las tres o cuatro de la mañana, un café y dos partidas de mus y los que perdían tenían que dar un celta corto a los que ganaban.

-¿Tabaco y café?

-Sí, sí, mujeres no entraban. Café para despejarnos y poder seguir estudiando. Se estudiaba, había esa media hora de relax. Y fue el mejor verano que recuerdo en Cádiz porque de ahí nos íbamos directamente al Puente Canal y nos pegábamos allí hasta las dos o las tres de la tarde. El verano del Puente Canal no se me olvidará en la vida. Sería el año 1964, el último año de San Felipe.

-¿No había inquietudes políticas?

-No, no había inquietudes políticas. Tampoco nos llegaba información, no teníamos información de que se pudiese vivir de otra manera distinta a como se vivía en aquella época. Aparte de que nuestra primera preocupación era aprobar, terminar los estudios y ponerte a trabajar, la secuencia normal de la época.

-¿No se era consciente entonces de que se vivía en una dictadura?

-No, no, lo sabíamos. Pero yo tuve un golpe brutal, pero brutal, cuando hice mi primera salida al extranjero con Viajes Marsans, en el año 1974 a Roma. Lo primero que vi desde una ventana del hotel fue una pintada: "Franco a la horca". Otro día fuimos a un restaurante y teníamos que atravesar la plaza del Ayuntamiento, y había una cacerolada. Nos metimos por el centro de la manifestación y a mí me dio mucho miedo pasar por donde dijo el italiano que nos llevaba. Yo iba acojonado, sabía que en España una manifestación era reprimida inmediatamente con botes de humos, pelotas de goma...

-¿Y los grises?

-Sí, los grises que se ponían moraos... Y yo vi que este hombre pasaba con naturalidad por medio.

-¿Hubo un despertar político?

-Me di cuenta de que había otra cosa, me di cuenta de que lo que pasaba aquí no era normal. Estuve siete días en Italia y volví con una mentalidad absolutamente distinta. Y vi también un periódico italiano en el que se veía una foto de Añoveros y se anunciaba que un obispo amenazaba a Franco con la excomunión.

-Fue una semana intensa...

-Intensísima, y entonces dije: "Coño, este tío es un cabrón". Porque aquí no lo podía decir, ni pensar...

-¿Y como llega un semigallego al carnaval?

-Pues mira, si yo nazco en la plaza de las Flores y estoy allí hasta los diez años... Yo me asomaba al balcón y los coros me cantaban debajo. Y me empezó a gustar. De allí nos mudamos a Sacramento y tampoco perdí la conexión porque pasaban todos los grupos camino del Falla por delante de la puerta de mi casa. Y recuerdo que seguíamos el concurso por la radio.

Pero cuando empecé a trabajar, no estaba bien visto que el director de una empresa saliera en carnaval. Vino a buscarme Miguel Ángel Maján para salir en 'Los dedócratas' y le tuve que decir que no porque no me dejaban. Con Maján, excelente compañero en la mili, escuchábamos el concurso por radio.

-Total, que no pudo salir.

-Y a mí es una de las cosas que más me duele no haber hecho, haber salido en 'Los dedócratas', no haber podido empezar en ese grupo. Pero una vez que paso a la administración pública, no hay ningún problema. Salgo primero con José María Jurado en 1982, en 'Las hierbas salvajes...'. Fue una experiencia estupenda, aunque me incorporé al Falla con 35 años, cuando hay gente que sale desde los 14.

-O sea, de antifaz de oro nada.

-No me van a dar ni la gomilla... Y al año siguiente, con 'Las cortinas del Falla', que ha sido la peor chirigota en la que yo he salido en mi vida, y sin embargo quedamos los séptimos, y fueron a la final seis.

-¿Y cómo se cruzan 'Los llaveros' en su camino?

-Otra vez el destino. Resulta que se había muerto el padre de los Rosado, después de 'Los cegatos', y no pensaban salir. Y yo con José María pensamos hacer una tercera chirigota, por supuesto prescindiendo de las cortinas y de los rieles, y queríamos llamarla 'Las mijitas del freidor', pero no encontramos grupo. Creía que mi paso por el carnaval había terminado, pero un día me llama José María Jurado y me dice que había convencido a Paco Rosado para reunir un grupo y sacar algo aunque fuera para la calle. No pensábamos ir al Falla y nos inscribimos el último día.

-Ahí había muchísima calidad, las rimas se cuidaban al máximo.

-Sí, sí, es que se nos entendía todo. Aquel fue el primer año que yo escribí con Paco, y desde luego influyó en mi forma de escribir, la exigencia de no cambiar un acento de sitio, de no forzar, de no meter dos sílabas donde nada más que cabe una, todo eso lo aprendí de él.

-Y de esa aparente complejidad, el resultado es algo sencillo.

-Claro, cuesta mucho más trabajo pero parece que es muy fácil, y la gente lo entiende. Estaba bien escrito: ningún acento cambiado, los plurales son plurales, los tiempos verbales van en concordancia....

-Era un grupo con una filosofía y una línea ideológica muy definida, ¿eso se compartía por todos los miembros de la chirigota?

-Sí, sí. Al que más le chocó fue a mí cuando entré. No es que yo fuera de derechas, es que eran mucho más de izquierdas que yo. Date cuenta que fui evolucionando con el paso del tiempo y que la ruptura total fue en Roma.

-Y la pregunta del millón es qué pasó con 'Los cubatas'

-Hay muchas versiones, pero intervienen nombres propios y quienes lo tienen que desvelar son los que lo hicieron. Porque lo que yo tengo, igual que Paco, son sospechas y de hechos puntuales previos al concurso y con el concurso empezado. Pero acusar sin pruebas determinantes a fulano o a mengano... Ten en cuenta que el jurado lo ponía la federación de peñas. No creo que haya que dar nombres propios. También era una chirigota con una línea distinta, que cantaba gratis en todos los sitios en carnaval, que no entraba donde sólo pudieran entrar socios... Pero después del carnaval éramos los más caros. No sé si todo eso pudo influir porque pusimos en evidencia a otros grupos.

-Y si unimos carnaval y turismo, ¿eso funciona?

-Tiene un problema para hacerse absolutamente turístico, que toca muchos temas locales y al que viene hay que explicárselo y pierde la gracia. Eso es un hándicap. Otro es que el sábado es absolutamente imposible. La gente no está informada de que ese día no hay nada. De cara al turismo hay que hacer dos programas, uno para nosotros y otro para el que quiera venir. El baile por tanguillos, la elección de la ninfa, eso no le gusta a la gente de fuera. No me gusta ni a mí.

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