Continúa el vandalismo y el abandono del mobiliario público urbano en Cádiz

Hay que tener muy pocas luces y ningún respeto por lo público para arrancar de cuajo un poste de señalización, un elemento del mobiliario urbano público que nos da servicio y nos cuesta dinero a todos. Eso es lo que pasó en la tarde noche de ayer con una de estas piezas destinadas a facilitar la orientación de los visitantes en la ciudad en el casco histórico de Cádiz.

Alguien o algunos individuos, no se sabe por qué extraña razón, arrancaron de cuajo un mástil que, colocado en la esquina de la Avenida del Puerto y la Plaza de San Juan de Dios, indica por donde se va a emblemáticos lugares del casco histórico como el Ayuntamiento o el Barrio del Pópulo. Y allí seguía esta tarde, sin que nadie se haya preocupado de recogerlo, repararlo y volver a instalarlo. Porque, de entrada, descartamos la posibilidad de que haya caído sólo o lo hayan retirado operarios muncipales y lo hayan dejado ahí. Aunque todo es posible.

Este no es un caso aislado del vandalismo que sistemáticamente viene sufriendo la ciudad, tanto en el casco histórico como en Puertatierra. En julio de este mismo año, unos elementos de la misma calaña atentaron contra el memorial El Laurel, obra de Arantxa Morales, que aún no había sido ni siquiera inaugurado en el Parque Genovés.

Este monumento estaba auspiciado por la Universidad de Cádiz y el Colegio de Enfermería, en colaboración con el Ayuntamiento de Cádiz, la asociación gaditana de acompañamiento al duelo perinatal Matrioskas y la Asociación Andaluza de Matronas. Arrancaron varios de los anclaje de la escultura y retorcieron uno de ellos. Todo un 'detalle' contra un monumento levantado para honrar a los bebés fallecidos durante la gestación.

Otro de los elementos urbanos que suele ser objeto de este tipo de actos incívicos es la placa en memoria de los fusilados por las autoridades golpistas franquistas en las Puertas de Tierra durante la Guerra Civil y años posteriores de la dictadura.

Desgraciadamente, la lista suma y sigue, no solo en la modalidad de destrozo o robo de las piezas sin o también en la de presunta muestra de arte urbano, como el graffiti que algún seudoartista completamente desorientado perpetró el verano pasado sobre la muralla del Baluarte del Orejón, en la playa de La Caleta.