El Theatro Italiano de la Opera

En el número 5 de la calle Arbolí, donde estaba el antiguo colegio, hay restos que indican que allí se encontraba este coliseo que fue levantado en 1761, en pleno apogeo de la ciudad.

Juan Antonio Fierro Cubiella

15 de agosto 2016 - 01:00

ADEMÁS del teatro romano, existe en Cádiz otro coliseo que sería el segundo en antigüedad y que pervive desconocido por el público en general. Se localiza en el número 5 de la calle Arbolí, integrado en el Centro Municipal de las Artes Escénicas de Cádiz, recinto depositario de una densa y cosmopolita historia desde mediados del siglo XVII hasta prácticamente nuestros días, con los más diversos usos políticos, artísticos y culturales (Liceo, Casa del Pueblo, Colegio,etc). Este tema lo tratamos ya en el artículo "La Casa de la Camorra de Cádiz", publicado en estas mismas páginas del Diario de Cádiz el 3 de junio de 2003, y del que el presente es una continuación.

Unos de los momentos de mayor esplendor de aquel sitio fue cuando en 1761 allí se levantó el Teatro de la Ópera italiana de Cádiz, año en el que se constata un mayor número de obras representadas, posiblemente por su inauguración. Diversos libretos de representaciones se conocen y de entre ellos llama la atención el de diciembre de 1767 cuando en honor de la princesa de Asturias María Luis de Parma se puso en escena 'Los franceses brillantes'. También la investigadora Caterina Camastra nos aporta una noticia del padrón de extranjeros en nuestra ciudad de 1773, donde en aquella Casa de la Ópera residían italianos nacidos en Bérgamo Casalmonferrato y Milán con oficios relacionados con dicha actividad artística. Estos datos son de gran interés, pues nos confirman que el coliseo gaditano ya funcionaba cuando aún no estaba construido el Scala de Milán, que no se terminaría hasta 1778. El teatro gaditano tuvo una gran actividad artística, que ha hecho posible el trabajo de Cristina Díez Rodríguez: 'La Ópera en Cádiz'.

Nuestro edificio sería objeto de una gran transformación en 1781, cuando era Gobernador Militar de la Plaza el Conde O´Reilly, debiendo ser los restos conservados de este momento y resultando precipitado aventurar una propuesta de autoría para su arquitectura. Algunos datos relativos a aquel coliseo son sus dimensiones que se dice tenía una longitud de 26,74 x 7,10 ancho y 8,35 de alto; de igual forma conocemos una escueta descripción de su interior configurado por "un magnífico salón adornado de pilastras de orden compuesto, y otras labores de estuco y de gusto, que daba vista a un jardín plantado de naranjos, dominado por una galería descubierta, y uno y otro servían para tomar el fresco en verano", aspecto romano del conjunto que pudiera justificar que la calle recibiera la denominación "del Emperador".

Pues bien, aquel grandioso coliseo muchos lo han dado por desparecido en su totalidad pero la realidad es otra, ya que milagrosamente existen restos de gran entidad con alturas que sobrepasa el primer piso. Y todo ello a pesar de las demoliciones efectuadas en 1960 cuando aún el teatro en pleno funcionamiento se llamaba "Jaime Balme", donde se representaban los sainetes de la Tía Norica. Así pues y sólo con una apreciación visual -deben existir otros vestigios enmascarados- es notorio un muro maestro de cerca de un metro de espesor y construido en piedra arenisca (no ostionera), que cruza el solar de noreste a suroeste. En él se apoya una de las crujías de construcción reciente, llamando la atención en la azotea los arranques superiores de las pilastras y volutas jónicas que quedan al descubierto. En el piso inferior y bajo se constatan cinco grandes vanos entre aquella decoración superior que nos da idea de su posible distribución original y nos abre la posibilidad de que estemos ante la portada principal emplazada en el lateral, al compararlo con edificios con la misma función operística. Estos datos se complementan con todo lujo de detalles arquitectónicos ornamentales originales al final del mismo muro donde en un pequeño patinillo se ha conservado arcos, molduras, pilastra fajada, arranques, paño de guirnaldas, etcétera, incluso pigmentación y remate superior de la techumbre. Todo ello realzado sobre un zócalo ó pódium, un conjunto que pudimos fotografiar entonces.

Resulta loable la actividad difusora para el conocimiento de estos restos que lleva a cabo Juan Antonio Vila Martínez; de igual forma son relevantes los trabajos infográficos desarrollados por Juan Luis Cándón con el fin de podernos aportar una idea de conjunto de los restos visibles, así como una impronta del conjunto de la fachada y de su distribución primitiva. En todo ello encontramos una cierta influencia francesa dentro del ámbito neoclásico, proceso de identificación que quizás podamos considerar similar al que siguió en 1950 el 'Corral de Comedias de Almagro', cuyas consecuencias han sido tan beneficiosas para dicha localidad.

En el caso del coliseo gaditano, se hacen necesarias y conveniente su protección tanto arquitectónica como cromática, consolidación y sería oportuno incluso su puesta en valor. Ante ello tendríamos que preguntarnos, ¿cuántas ciudades pueden presumir de conservar en nuestros días un teatro del siglo XVIII?

stats