Tecnología punta española surcando allende los mares
defensa El mejor cliente del sector de la construcción naval en España
La exposición 'Armada Española, una inversión segura', presente en el Palacio de Congresos hasta el 31 de julio, brinda otra visión de la construcción naval
Las cifras cantan. El 73% de la facturación del sector de construcción naval en España son buques militares. Un 42% de esa anotación económica tiene como cliente al Ministerio de Defensa. En el año 2009, justamente la mitad de la producción del sector estuvo dedicada a exportación. Países como Arabia Saudí, Argentina, Australia, Colombia, Chile, Malasia, México, Noruega, o Uruguay, por citar solo algunos compradores; se convirtieron en clientes de los astilleros españoles.
Suma y sigue. Sólo el programa de los cuatro buques de acción marítima (BAM), desarrollado por Navantia, han supuesto 4,3 millones de horas de trabajo. También, encargos a más de 300 subcontratas auxiliares y una media de 3.100 trabajadores entrando a diario en las factorías de San Fernando y Puerto Real. El desarrollo del programa de las Fragatas-100 (únicos destructores que junto a los de fabricación estadounidense montan el sistema de armas Égida, Aegis para los pretenciosos), ha supuesto una carga laboral de 38 millones de horas de trabajo y contratos de exportación por valor de 1.800 millones.
Estas cifras, y otros datos y detalles sobre construcciones, además una asequible mirada a la evolución histórica de la producción de buques militares durante el último siglo; se muestran ahora al público en la exposición Armada Española, una inversión segura. Una iniciativa, organizada por la Marina nacional, que permanece abierta en el centro de congresos de Cádiz, próximo a los muelles que acogen a la Gran Regata.
La muestra, diseñada con ajustada precisión, la componen una decena de módulos informativos dobles, abundantes en detalles y fotografías. Cada uno de ellos es un compendio de hitos singulares, curiosos o inéditos. Una exhibición, en suma, que no deja indiferente y donde todos pueden encontrar argumentos de reflexión sobre la actividad.
Acaso uno de los paneles mejor concebidos y resueltos es el referido a las tendencias y predominios que han marcado el último siglo del sector. Este expositor aclara perfectamente el período de influencia británica (1910 a 1950), el de influencia francesa (1950-1970), el de influencia estadounidense (1970-2000) y finalmente los últimos doce años en que el sector ha creado un desarrollo auténticamente nacional que se ha traducido en un aumento de las exportaciones (2000 a la fecha).
Apoyando a los módulos de información histórica, aunque brillando con luz propia, los asistentes pueden también recrearse con varias magníficas maquetas a escala, de algunos de los navíos más singulares de la última década: desde el buque de aprovisionamiento en combate Cantabria (hasta el próximo noviembre, emigrante laboral en Australia, para "costearse la carrera" y que a los ausies se les vaya entonando el cuerpo a fin de hacerse con el Camberra, aún en construcción en El Ferrol), hasta la fragata Álvaro de Bazán (F-101) y el patrullero de altura Rayo (P-41), o el flamante buque de proyección estratégica (BPE) Juan Carlos I.
Las dimensiones reales de este último navío son bastante notables, pues si se pudiera erguir en pié sobre su popa, mediría el doble de la altura que tienen las torres eléctricas de Sevillana en Puntales y Puerto Real. Por eso su reproducción en maqueta a escala 1/100 del BPE atrae enseguida las miradas, no sólo hacia su cubierta de vuelo, sino incluso sobre las UPA's (unidades de propulsión auxiliar, sitas bajo el tercio anterior) o a su singular sistema impulsor, compuesto por dos vainas de 11 megavatios de potencia, cada una con dos hélices de palas fijas (una delante de la otra) cuyo diámetro es de 4,5 metros.
Los visitantes pueden también conocer, gracias a la información expuesta, el impacto económico y la generación de empleo, cuantificada en horas de trabajo, de los distintos programas navales acometidos, tanto nacionales como extranjeros: patrulleros para Venezuela, fragatas y portahelicópteros para Australia, fragatas para Noruega, submarino S-80, etcétera.
Otro de los aspectos más reveladores de la exhibición, es la revista que pasa al impulso en desarrollo de tecnología y modos de actuación, alcanzado por ciertas empresas españolas, a la sombra de esta dinámica. Así, además de la propia Navantia, convertida en un nombre de referencia dentro del panorama internacional, firmas como Sainsel, Rymnsa, Tecnobit, Alconza, o la propia Indra.
Esta última empresa, sólo por citar un caso, ha logrado hacerse con la fabricación de los componentes del radar SPY tanto para las fragatas españolas, como para los destructores estadounidenses. También ha logrado implicarse en los sistemas de desmagnetización de los buques de proyección estratégica y el desarrollo de los simuladores de plataforma y táctico; así como en el desarrollo del nuevo radar ARIES para los sumergibles de la clase naval S-80.
El planteamiento de la exposición Armada Española, una inversión segura ha sido concebido en forma muy asequible, huyendo de tecnicismos innecesarios. Algo especialmente de agradecer, pues existe cierta tendencia al engolamiento en el ámbito de la construcción naval. Un vicio combatido por las lenguas de doble filo con el aserto de que: "el Arca de Noé fue construida por aficionados y el Titanic por profesionales".
En cualquier caso, la muestra está diseñada para que una persona sin la menor noción del sector, logre una visión completa, en unos veinte minutos. Sin embargo, los interesados en este ámbito industrial tampoco saldrán decepcionados, pues el material histórico ofrecido sirve para ayudar a fijar y ampliar conceptos.
Hasta el próximo jueves 31 de julio, HORARIOS De lunes a domingo, en horario de 11,00 a 14,00 horas y de 18,00 a 20,00 horas.
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