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Sebastián Quintero | Gerente del Puerta del Mar

"Hay sanitarios que no se han vacunado, pero porque tontos hay en todos lados"

  • Este pediatra gaditano define la primera ola en el hospital como "una pesadilla"

  • Año y medio después no descarta una sexta ola pero confía "en la vacuna"

Sebastián Quintero, gerente del Puerta del Mar, durante la entrevista.

Sebastián Quintero, gerente del Puerta del Mar, durante la entrevista. / Lourdes de Vicente

A mediados de 2018 y tras 31 años en la UCI pediátrica del Puerta del Mar, Chano solía brindar con sus amigos por su pronta prejubilación: "Me acabo de quitar las guardias del hospital y ya mismo estoy todo el día paseando". Jamás pudo imaginarse luchando contra un enemigo mortal que puso a prueba a todo el personal del hospital durante una batalla que aún continúa. Felizmente casado con su novia de toda la vida, Elisa, y padre de Elisa y Celia, a este gaditano del barrio San Juan, de la cosecha del 58, no le gusta el término 'gadita' y lo que más le apasiona del mundo es, con permiso de un buen vino, perderse por cualquier camino de Algar, preferentemente, la tierra de su abuela y donde descansan las cenizas de su padre, quien le descubrió los tesoros de la provincia.

Al margen de liderar a su grupo scout, lo cual le marcó de por vida, Chano nunca fue jefe de nada. Si ha sido siempre respetado se debe a su sencillez y su brillo para ser la referencia sin perder el sentido del humor y tampoco la vocación que le sigue empujando a echar una mano a sus colegas si surgen complicaciones. "Desde que empezó, se 'comía' todos los bebés de kilo y medio", afirman sus amigos, de manera gráfica. Y por lo bien que hablan de él por todas las esquinas, también parece ser una persona buena, un tío de Cádiz, como dicen sus allegados.

-¿Nunca le tentó la administración socialista?

-Nunca. Sólo me han tentado una vez y ha sido la actual.

-Es curioso...

-No sé si es más curioso que no me tentaran antes o que me hayan tentado ahora.

-Pero trabajó en el Instituto Municipal de la Juventud, cuando gobernaba el PSOE, ¿no?

-Sí, hace más de 30 años. En el Ayuntamiento, hasta que me fui a Madrid [a por el MIR], en el 85.

-Dicen que a los jóvenes el corazón les palpita con más fuerza por la siniestra y que a partir de los 40, empieza a hacer lo propio por la diestra, ¿cómo lo ve?

-Hay un refrán muy viejo que dice que el que no es de izquierda a los 20 es que no tiene corazón, y que quien sigue siéndolo de mayor es que no tiene cerebro. Pero bueno, hay que respetar a los que siguen siéndolo.

-¿Cuántos cargos ostenta usted? Una vez dijo que tenía más títulos que la Duquesa de Alba.

-(Risas), bueno, porque al aceptar la gerencia del Puerta del Mar, también sé que acepto la de San Carlos, la de la plataforma logística sanitaria, y el INiBICA. Afortunadamente cada área tiene su director. Y lo importante es trabajar en equipo. Doy las gracias a todos porque sin su ayuda no estaría aquí.

-¿Cómo le convencieron para asumir el cargo cuando usted pensaba en su prejubilación?

-Cuando me llaman pensé que era una broma. Me preguntaron que si era cierto que pensaba que los profesionales tendrían que participar más en la gestión y dije que sí, que era fundamental. Veía un error, con respeto a todo el mundo, traer a gestores de fuera que no conocen el entorno, a sus profesionales, que no saben dónde te duele más el zapato... Me dijeron que estaban de acuerdo y cuando me lo ofrecieron no pude negarme.

-No hace mucho comentó que trabajaba con el botón de pánico muy cerca, ¿podemos hablar de una pandemia bajo control?

-Creo que lo veremos en los próximos meses. Ese botón debe estar siempre preparado, pero ahora podríamos decir que con la pestaña de plástico se puede tapar para que nadie le dé sin querer. Si no hay una mutación extraña del virus, la vacuna nos tiene que proteger. A lo mejor tenemos que vacunarnos todos los años como con la gripe y a lo mejor la incidencia será alta hasta con los vacunados, pero con una repercusión clínica baja. Antes moría más gente, y ahora quizá tengamos más contagiados, pero confío en la vacuna.

Sebastián Quintero, gerente del Puerta del Mar, durante la entrevista. Sebastián Quintero, gerente del Puerta del Mar, durante la entrevista.

Sebastián Quintero, gerente del Puerta del Mar, durante la entrevista. / Lourdes de Vicente

-El 80% de personas que se contagian hoy no se ha vacunado: ¿qué le diría a Miguel Bosé si lo tuviera delante?

-Uff (suspira), es que el tema de los anticavunas los pediatras lo hemos estudiado mucho. El antivacuna es una persona por lo general formada, y si tú discutes con alguien así, él te lleva a su terreno y a lo mejor acaba ganándote. Es muy difícil convencer a un antivacuna porque están convencidos, tienen un nivel y elaboran sus propios razonamientos. Sí le puedes argumentar que la vacuna está demostrada, tenemos datos que avalan su efectividad, la de todas... Las del Covid tiene efectos secundarios, pero como todas. Y pongo un ejemplo, en 2004 en EEUU el sarampión provocaba una neumonía por cada 20 niños, entre una y dos encefalitis cada 2.000 y prácticamente una muerte por cada 3.000 niños. La vacuna del sarampión provoca una encefalitis por cada millón de niños, por lo tanto... Está claro, ¿no? Tú le transmites esos datos a un antivacuna y dirán que es una conspiración. A mí se me han muerto niños con tosferina en la UCI porque los padres no les han vacunado, no creían que fuera importante y tuvimos un brote hace unos años.

-¿Y a los sanitarios que no se vacunan, qué les dice?

-Algunos hay, y eso me cuesta más trabajo entenderlo. Pero claro, con los sanitarios pasa como con los bomberos y los toreros y dependientes del comercio, porque tontos hay en todos lados. ¿Qué puedes decirle a quien está en contacto con pacientes que han muerto y que sabes que si se vacunan el riesgo baja tremendamente? Hay países donde se les obliga a hacerse una PCR o a vacunarse para trabajar. Aquí por ahora no se puede.

-¿Y qué le parecen las medidas para limitar los movimientos de aquellos que no se vacunen en general?

-Tras una epidemia tan tremenda como ésta, si reconocemos su derecho a no vacunarse, hay que reconocer el derecho de la sociedad a protegerse. Y como ya ocurre en otros países, es probable que no puedan entrar en sitios cerrados si no están vacunados. Creo que Australia no obliga a vacunar a los niños, pero el que no está vacunado no puede ir.

-El virólogo Adolfo García Sastre dijo en Cádiz que con el 90% de la población vacunada, los irreponsables no podrían causar mucho daño. Pero la incidencia actual indica que sí.

-Sí, pero aún estamos en una etapa de la epidemia en la que suben los contagios y las hospitalizaciones, pero el perfil de los pacientes que ingresan hoy no tiene nada que ver con los de hace un año, sobre todo si están vacunados. La mortalidad está siendo más baja y esto demuestra el impacto de la vacuna. El famoso efecto rebaño aparece con el 75% o el 80% de la gente vacunada, pero no olvidemos que con el Covid, lo importante será la cantidad de vacunados a nivel mundial.

-Antes que la tercera dosis, es mejor poner la segunda dosis de la vacuna a todo el mundo, ¿no?

-Porque vas a cortar la replicación viral, y cuanto menos te replicas, menos mutación.

-¿Deberían volver las limitaciones a Andalucía?

-No lo sé, he aprendido a no opinar sin tener información.

-¿Usted habría aplazado el Carnaval?

-Yo es que creo que vamos a tener dos carnavales, con lo cual vamos a multiplicar por dos el riesgo. En febrero habrá Carnaval digan lo que digan, porque las callejeras van a salir y la gente las va a buscar, y luego tendremos otra cosa en junio, no sé como llamarlo, porque los carnavales son cuando son, pero sus razones tendrán para tomar esa decisión.

-¿Qué le duele más, el desprecio del negacionista o que las autoridades no vean sus necesidades y gasten en cuestiones más populistas que efectivas?

-Yo no me puedo quejar del nivel de inversión, pero en general, si haces un ejercicio de honestidad, tenemos que preguntarnos por qué seguimos haciendo rotondas y aeropuertos que no sirven en lugar de lo que tanta falta hace.

-España está dos puntos por debajo de la media europea en gasto sanitario, ¿habría que gastar más o mejor?

-Más y mejor. En España hay una gran diversidad de gasto por comunidades y no es razonable. Andalucía ha pasado en los últimos años de 1.160 euros a 1.300, ya estamos en la media, pero el País Vasco está en 1.800.

-¿No le pareció tremendo ver a cada comunidad comprando por su cuenta y con un ministerio vacío de competencias?

-Ya se ha logrado comprar de una manera más sosegada y por tanto, mejor. El problema al principio fue que nadie pensaba que pasaría lo que pasó. Por comodidad, nos hemos acostumbrado a comprar fuera, en China y otros países asiáticos, y a no producir. Y Europa se ha dado cuenta de que cuando vienen mal dadas, no puede reaccionar.

-¿Cómo recuerda los días con la acuciante falta de respidadores, sin EPIs y con las mascarillas defectuosas?, ¿fue algo así como una pesadilla?

-Y sin el 'como'. Fue una pesadilla. Hicimos antes un esfuerzo enorme y menos mal, porque cuando desde el Ministerio de Sanidad nos decían que no había que preocuparse, ya nosotros estábamos preocupados. Vivimos en un mundo interconectado, y vimos lo que pasaba por ejemplo en Italia. Antes de que alguien nos dijera que había que prepararse, compramos mucho material. En Andalucía no ha faltado un respirador a nadie que lo necesitara. De hecho hemos ayudado a otras comunidades. Y respecto a los EPIs...

-EPIs y mascarillas sí que faltaron en la primera ola, ¿no?

-Hubo un momento en el que todos quisimos protección y tuvimos que decidir entre quiénes podrían tenerlo y quiénes no.

-Pero tenía sentido intentar protegerse, ¿no? Si usted está trabajando en un centro donde ve que sus compañeros caen contagiados a diario... Era un momento casi de pánico.

-Pero cuando tienes lo que tienes, hay que priorizar. Todos vimos a algunos profesionales quejándose en televisión por tener que usar bolsas de plástico para protegerse. Me refiero a profesionales que nunca estuvieron en un punto de riesgo de Covid.

-¿La Sanidad Pública diría usted que es más eficiente que la privada?

-La pública no tiene por qué ser menos eficiente, sin duda, pero tiene unos mecanismos de control tan extremos... Escuché hace poco que este país tiene una ley de contratación pública hecha para delincuentes, o sea, para evitar que un delincuente pueda... Pero claro, es tan garantista, que dificulta la capacidad de respuesta. Hay que admitir que es la pública la que soporta un porcentaje altísimo de la actividad. Pero no hay nada más falso que decir que la Sanidad pública es gratis. Es cara, y cuanto más buena, más cara. La ventaja es que la pagamos entre todos. Yo cuando escucho un anuncio de un seguro médico por 5 euros al mes, con consulta telefónica, ¿pero qué seguro es ése? No entiendo.

-Regresemos a la primera ola. ¿Alguna vez pensó en dimitir o en dónde me he metido yo?

-En dónde me metí yo, sin duda, todos los días varias veces. Lo de dimitir, no, porque en el momento de crisis es cuando no puedes abandonar el barco. Al menos, mientras crea que el equipo del que formo parte está ayudando a solucionar el problema.

-¿Usted siempre aceptó que el pangolín causó el brote actual o pensó por momentos que el virus surgió de un laboratorio?

-Hombre, en mi equipo hay buenos profesionales, pero no hay ningún microbiólogo ni virólogo con la experiencia para opinar sobre esto. Esto mismo le preguntamos a García Sastre, y nos dijo que algunas veces se ha demostrado el salto entre especies de los virus, pero que él no cerraba ninguna puerta. Que era muy poco probable, pero que no se podía descartar, que lo más probable era lo más probable. Yo, como ciudadano, no ya ni como médico, que un chino se coma un pangolín en adobo en el mercado, cuando el laboratorio viral está al lado, el de mayor nivel, hombre, me tienes que demostrar que el virus ha saltado del muerciélgo al pangolín y del pangolín a... No se puede crear alarmismo, pero que hay que investigar todas las vías, y la OMS está en eso. Todo lo que nos permitan investigar los chinos, ¿no?

-¿Qué le convierte en tan mortal a este virus?

-Éste no es como la gripe, que provoca un daño respiratorio y si no controlas los pulmones, te mueres. Pero el Covid provoca una respuesta inflamatoria sistémica y brutal, algo parecido a las meningitis malas de los niños, la del niño que está con fiebre por la mañana y que por la noche está muriéndose porque no afecta a un solo órgano. El Covid provoca trombosis, vasculitis, lo que llamamos un fallo multiorgánico, y eso es lo que provoca la alta mortalidad. Cuando descubrimos que la trombosis es la que mata, empezamos a tratar con heparina, y cuando vimos que la inflamación es la verdadera mala de la película, empezamos con algo tan antiguo como los corticoides, que disminuyen tremendamente la mortalidad.

-Los expertos dicen que un virus persigue multiplicarse y si te mata en un día, no se puede multiplicar, pero si está replicando contigo siete días y además eres asintomático tendrá mucho éxito con los contagios. ¿Podría decirse que hoy es menos letal o podría ir a peor si no disminuimos los contagios?

-Como está dicho, este virus aún es un niño de pecho. Y los virus tienen la tendencia de ser cada vez más contagiosos y menos graves. Si yo fuera virus, sería catarro, porque no mata a casi nadie y todo el mundo se acatarra varias veces al año. El virus catastrófico desde el punto de vista del virus es el ébola, porque el que lo coge se muere rápido. Este virus nos ha sorprendido porque ha logrado las dos cosas: matar mucho y contagiar a mucha gente.

-En un foro médico, recientemente, se ha hablado de problemas de salud mental entre los sanitarios, y también de un aumento del consumo de alcohol y estupefacientes e incluso de los suicidios. ¿Llegó a preocuparse por su entorno?

-Sí, mucho, mucho. Ahora se nos olvida lo mal que lo hemos pasado porque la mente es selectiva. En la tercera ola, que fue la peor para nosotros, la situación era dramática entre los profesionales. Se pusieron mecanismos de ayuda para disminuir el impacto, pero la realidad era que tú llegabas por la mañana al hospital, te ponías tu equipo de protección y te metías a trabajar sin saber muy bien a qué te enfrentabas con un grado de estrés tremendo.

-¿Han averiguado por qué la primera ola fue más leve aquí comparada con la tercera?

-Si recuerda, decíamos que era por el Levante, pero no teníamos ni idea, lo peor fue el miedo a lo desconocido. La tercera ola claramente estuvo ligada al aumento de contactos en la Navidad.

-Muchos usuarios evitaron ir al hospital incluso con graves patologías, ¿se ha superado ya ese escenario?

-Muchos nos han llegado con patologías graves más tarde de lo que deberían, pero ha pasado ya. Y no sé si era sólo el miedo.

-Hablando de las Urgencias, en no pocos hospitales el servicio se ha renovado casi por completo. ¿No está de acuerdo en que de alguna manera no hemos sabido proteger a quienes han estado en primera línea?

-Lo hemos intentado, y la mejor forma era aumentar la rotación, darles más tiempo de descanso. Se ha hecho en la medida de lo posible. Toda la Sanidad llenó las bolsas de profesionales para cubrir bajas y optimizar el rendimiento, para que en la medida de lo posible, en lugar de pasarte 8 horas con un EPI, pues que fuesen 3 o 4. Pero no olvidemos que nadie estaba preparado en la primera ola.

-¿Y entiende que se dejara a cero la bolsa para suplir bajas en primera línea mientras otros compañeros con más experiencia teletrabajaban o se quedaban en casa porque el centro o las consultas cerraban? ¿No se pecó de improvisación?

-Hombre, se refiere a la Primaria, fundamentalmente. Pero cerramos por razones complejas. Aquí se coge a personal sensible y se le manda teletrabajar. En los hospitales fue poca gente... Más de 60 años, diabéticos, hipertensos, había que cumplir una normativa de protección... Hombre, el teletrabajo está muy bien, pero no es para hacer todo el trabajo, y menos en Sanidad, tiene sus limitaciones. Y es lo que tenemos que ver ahora. Con qué nos quedamos y qué hemos aprendido.

-¿Qué recuerdos imborrables se va a llevar de esta experiencia cuando se jubile?

-Cuando regresaba a casa, al escuchar esos aplausos, me emocionaba tanto que me entraban ganas de llorar. Detalles hubo muchos, mucha gente generosa y maravillosa.

-Y aparte de los aplausos, ¿qué necesitan, en realidad?

-Que no se olvide lo que ha hecho el sanitario. Y si se piensa que la Sanidad es tan importante, además del reconocimiento necesitamos los recursos.

-La Junta al fin ha resuelto oposiciones que llevaban largo tiempo en un limbo, ha contratado a más sanitarios, pero es incapaz de frenar la fuga de batas blancas. ¿Qué es lo que falta?

-Tratar mejor a sus profesionales y que la sociedad le dé reconocimiento social a los profesionales de la Sanidad, no sólo médicos. Mientras ganes mucho más en otro lado se van a seguir yendo porque hoy no hay barreras idiomáticas. Aquí nadie discute lo que gana un futbolista porque dicen que dan espectáculo, pero el que te opera y te salva la vida gana 15 euros brutos a la hora. Vamos a equilibrar, ¿no?

-¿La mayor bolsa de empleo precario sigue estando en el empleo público?

-Ahora se han dignificado los contratos. Yo he vivido contratos de horas; contratos de lunes a viernes y te vuelvo a contratar un lunes. Hoy la inmensa mayoría de contratos son de seis meses o un año. Antes era enorme la precariedad, pero hoy los contratos han de ser estables y dignos.

-¿Por qué cree que ha existido tanto celo con la transparencia y la información? Varios sanitarios denunciaron una caza de brujas por denunciar la penosa situación en la que se vieron forzados a trabajar. Hablar con un jefe de servicio parecía imposible. ¿No sería más lógico ofrecer información puntual y entrevistas de los que saben lo que tienen entre manos?

-Sí, sin duda. Así se evitarían filtraciones interesadas. Toda aquella información que no la des tú, la dará otro por ti y probablemente no la dará bien. Hay que ser honestos y transparentes. Nosotros dábamos información en tiempo real a los profesionales. Sabíamos que eso podía originar filtraciones, pero profesionales y sindicatos tenían que saber cuántos pacientes estaban ingresados, qué controles hacíamos, cuál era nuestra línea de defensa, cuántos sanitarios estaban en casa por estar en contacto estrecho... El rumor iba a ser peor que la noticia. Hoy en día todo el mundo tiene un móvil.

-El SAS no renovará el contrato a 8.000 empleados, más de mil en esta provincia. ¿A usted le sobra tanta gente?

-Vamos a darle la vuelta, renovará a más de 12.000. En Sanidad, nunca sobra gente, pero hay que conjugar lo que puedes contratar, lo que necesitas y los presupuestos que tienes. No vendría mal más gente nunca, pero se ha hecho un gran esfuerzo.

-Las mareas blancas, los colegios profesionales y los sindicatos hablan de desmantelamiento del sistema, justo ahora que repuntan los contagios.

-No se desmantela en absoluto. Además, no se descarta contratar a más gente si hace falta, que ojalá no haga falta.

-¿Usted cree que es necesario este nuevo hospital para Cádiz?

-Cádiz debería de apostar por un proyecto de Salud, un hospital regional con más espacio del que tenemos, y que englobara el Instituto de Investigación Biomédica, que lo potenciara aún más, y las facultades de Ciencias de la Salud. Un hospital de referencia que atraiga a usuarios porque aquí se diagnostica y se opera muy bien... Por lo tanto creo que sí hace falta un nuevo hospital.

-¿San Rafael estará pronto al alcance de todos los gaditanos?

-No lo sé, no me hablan de ello. Pero sí quiero apuntar que durante toda la pandemia ha existido una disponibilidad de la sanida privada magnífica. San Rafael ofreció todo lo que pudiera hacer falta; en lo peor del querer, aquí no había sanidad pública o privada, había sanidad de la provincia de Cádiz, coordinada por una mesa mixta en la que estaba la delegada territorial de Salud, dos representantes de la privada y estaba yo, y periodicamente compartíamos información y tomábamos decisiones...

-A la avenida de la Sanidad no le habría puesto apellidos.

-No le habría puesto apellidos, ni mucho menos, y no sé si le habría cambiado el nombre. Pensamos en usar hasta el Parador como hospital, y preparamos un plan de contingencia para ocupar varias plantas del hospital San Rafael, que Grupo Pascual puso a disposición de la sanidad sin apellidos.

-Hábleme de las listas de espera, Salud sigue sin responder a los usuarios como nos gustaría a todos. ¿Cuál es el plan?

-Vuelve a llevarme a un terreno en el que me falta información. Pero el modelo de Primaria ya era probablemente insuficiente antes del Covid, y al llegar el virus, algo que necesitaba más recursos se puso a prueba con una menor capacidad de respuesta que en los hospitales, donde teníamos más músculo. Fue muy difícil para ellos, aunque no tengo la fotografía exacta.

-Pero sí sabrá que algunos parecían un búnker...

-Algunos sí lo parecían, pero las instrucciones que había de Consejería es que ninguno lo pareciera y que permanecieran todos abiertos.

-Los tornos y los nuevos accesos con el código QR no acaban de entenderse entre los usarios.

-Los tornos no han endurecido las condiciones, quien tenía que entrar sigue entrando, seas acompañante o vengas a una consulta... Lo que pretende es organizarnos mejor. Van a darle confortabilidad a los pacientes, todos hemos visto a un recién operado con 14 personas al lado viendo el partido. Un hospital no es el Corte Inglés el 7 de enero. Iremos progresivamente.

-La actividad asistencial, la investigación, dígame qué planes de futuro inmediato tenemos.

-Tenemos en marcha nuestro plan de choque. Primero, optimizando recursos propios, si podemos operar a tres pacientes en lugar de dos, mejor, si vemos a 25 pacientes en lugar de 20, igual. Y una vez optimizados los rendimientos de por la mañana, hacer lo mismo por la tarde. Luego, lo que no seamos de cubrir nosotros, acudir a los conciertos. Andalucía lleva con los conviertos desde principios de los 80. El objetivo es dinamizar las listas de espera a través de centros homologados y lo que es importante: el seguimiento de los pacientes que se derivan a la concertada, lo hacen profesionales del hospital.

-Muchos sanitarios preguntan por los turnos y la conciliación, ¿hay puntos de mejora aquí?

-Se intenta primero por consenso, y si no es posible la unanimidad, vamos mirando. Es complicado, pero aquí tenemos una gran variedad de turnos, lo cual por cierto obliga a Personal a hacer encajes de bolillos. Lo importante es que todo el mundo trabaje lo que tiene que trabajar, ni más ni menos.

-El día del incendio se preguntaba usted en voz alta, 'Dios, ¿qué más nos puede pasar? ¿Fue el peor momento?

-Es que se sumó además con la pandemia, lo que aprendí aquel día es que no te puedes preguntar qué más puede ocurrir, porque pasa. No le deseo a nadie. Cuando llegas y ves las llamas... Primero piensas en que no haya nadie afectado directamente, y luego en seguir funcionando, porque esa misma noche se hicieron patologías muy complejas, intervenciones quirúrgicas, en fin.

-¿Algo de lo que se sienta especialmente orgulloso?

-De los profesionales, la implicación de la inmensa mayoría ha sido tremenda, desde el jefe de neurocirugía, hasta el contrato que hicimos hace cuatro días.

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