Tercera sesión

Juicio por el caso Santa María: Los peritos independientes afirman que Juan Antonio recibió dos golpes mortales en la cabeza

  • Dos forenses del Instituto de Medicina Legal y un tercero de la acusación particular coinciden en que el detenido falleció por una hemorragia subaracnoidea a raíz de los "fuertes" impactos que recibió con objetos contundentes.

  • El perito de las defensas, sin embargo, plantea que el hombre se golpeó al caer y añade que padecía patologías previas.

El destornillador y la funda del chaleco de uno de los agentes intervinientes.

El destornillador y la funda del chaleco de uno de los agentes intervinientes. / P.N.

Un intenso debate técnico ha tenido lugar este jueves durante la tercera sesión del juicio con jurado por el caso Santa María, cuando se han desarrollado las pruebas periciales en torno a la causa de la muerte de Juan Antonio Martínez, el hombre que perdió la vida el 4 de abril de 2015 durante su detención por parte de cuatro agentes de Policía Nacional frente a la iglesia de Santa María, en Cádiz.

Cuatro forenses explicaron al tribunal popular sus conclusiones a partir del informe de la autopsia del cadáver. Tres de ellos, dos médicos del Instituto de Medicina Legal (IML) de Cádiz, dependientes del Ministerio de Justicia, y el perito de la familia del fallecido, manifestaron al tribunal popular que la muerte de Juan Antonio fue de "origen violento" aunque "accidental" y que su cuerpo presentaba numerosas contusiones, 41 exactamente, de las cuales aproximadamente 10 se localizaban en la zona de la cabeza. Asimismo, los especialistas del IML especificaron que "dos de las lesiones" en el cráneo fueron "mortales", una en la región frontal y otra en la parietal.

La mayoría de los expertos coincidieron en apuntar que todas esas lesiones eran compatibles con impactos realizados por "varias personas" con un "objeto contundente" -como una defensa reglamentaria- y con "una fuerza muy considerable". A raíz de estos golpes, concretaron, Juan Antonio sufrió en casi todo el hemisferio izquierdo una hemorragia subaracnoidea (sangrado en el espacio que hay entre el cerebro y la membrana que lo rodea) que provocó su muerte. 

El perito propuesto por las defensas, sin embargo, se mostró en desacuerdo con el resto de expertos e indicó que una hemorragia subaracnoidea no produce una muerte súbita. "Los síntomas van a apareciendo según pasan los días desde que se produce esa hemorragia hasta que la sangre empuja y aumenta la presión intracraneal, lo que da lugar a un enclavamiento. En esas circunstancias, sí es posible el resultado de muerte", razonó. "No obstante, añadió, este tipo de cuadro clínico tiene tratamiento y la mayoría de los pacientes que lo sufren se recupera en poco tiempo".

El forense de las defensas también planteó como una "probabilidad clarísima" que las lesiones en la cabeza que presentaba Juan Antonio se podrían haber producido cuando se golpeó contra el suelo en escalinata de la iglesia del barrio de Santa María mientras era reducido por los agentes. Habló de lesiones "poco profundas que ni siquiera llegaron a romper la piel". Este planteamiento fue totalmente descartado por el resto de peritos. "La causa de la muerte no tiene su origen en la caída sobre la tarima", subrayó uno de los médicos del IML, que explicó que todos los impactos que presentaba el cadáver se hallaban en la parte superior del cuerpo y que la mayoría de las lesiones de los brazos eran defensivas: "Juan Antonio se protegió la cabeza con los brazos para esquivar los golpes". Este mismo médico valoró que el empleo de la fuerza en la intervención policial que ahora se juzga fue "poco ortodoxa". "Hay zonas, como la cabeza, que no se deben golpear".

Los especialistas también discreparon sobre si las patologías previas que padecía el detenido influyeron en su muerte aquel 4 de abril. El perito de las defensas aseveró que Juan Antonio sufría con anterioridad una patología cardiaca y pulmonar. Los otros tres forenses le rebatieron al afirmar que Juan Antonio hubiese fallecido igualmente a consecuencia de la citada hemorragia con independencia de que sufriera o no otra enfermedad antes. "Murió allí por los golpes. Sin cardiopatía hubiese muerto igual", dijo el forense de la familia.

El único punto en el que los todos los peritos coincidieron fue en que el trastorno bipolar que tenía diagnosticado Juan Antonio propició su elevado estado de agitación la mañana de los hechos, habida cuenta que no tomaba el tratamiento para paliarlo y su alto consumo de cannabis.

Al respecto, el fiscal del caso preguntó si una persona con un brote psicótico despliega una fuerza desmesurada, a lo que los peritos contestaron que "el comportamiento motriz desarrolla una fuerza máxima", sobre todo si se tienen alucinaciones y se vive una situación de estrés. 

A cuestiones de las defensas, los peritos aclararon que todas las lesiones tenían el mismo estadio evolutivo, es decir, no eran heridas antiguas si no recientes; ahora bien, no pudieron precisar si todas ocurrieron durante el arresto u horas antes.

Enchufes tapados

En la tercera sesión del juicio por el caso Santa María también declaró como testigo la compañera de piso de Juan Antonio Martínez. La mujer, que convivió con él durante unos seis meses, explicó que nunca se mostró agresivo ni violento con ella. "Era más bien infantil, aunque me percaté de que tenía algún tipo de discapacidad mental", afirmó. 

Los días previos a los hechos, señaló, Juan Antonio estaba despistado. "Se dejó la bicicleta, el perro, perdió la cartera...", relató. "Una tarde llegó llorisqueando y me preguntó ¿te doy miedo? Yo le dije que no. Entonces me contó que estuvo ingresado por problemas psiquiátricos, a lo que le respondí que no se preocupara, que yo no le temía".

Cuestionada por el consumo de alcohol y drogas de Juan Antonio, la compañera de piso contó: "Por las noches se fumaba su 'cigarrito feliz', sí; pero beber, no bebía". Los abogados de las defensas la interrogaron entonces sobre por qué en fase de instrucción aseveró que Juan Antonio bebía alcohol. La mujer contestó que la coaccionaron y que después de cinco horas firmó su declaración porque quería irse ya.

Asimismo, la testigo refirió que Juan Antonio recibía visitas esporádicas de sus familiares, "aunque a mí me daba la impresión de que se sentía muy solo", apostilló. "Él no tenía móvil y al mío no llamaron para preguntar cómo se encontraba".

Después de la muerte de Juan Antonio, la mujer acompañó a la Policía durante la inspección de su vivienda. En la habitación de su compañero, describió, los enchufes estaban tapados con cinta aislante roja. "Todo estaba muy desordenado, algo poco habitual en él", concluyó.

Una policía judicial que estuvo presente en el registro de la habitación del fallecido también constató que los enchufes estaban tapados. "Era un cuarto oscuro, lúgubre. Tenía objetos de rituales. La sensación que daba era de angustia", recordó.

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