José María Esteban: “La piedra ostionera vista está poniendo en peligro el caserío gaditano”

Patrimonio

“Cuando se pica, no sólo se acaba con las pinturas históricas, sino que se destrozan pilastras y dinteles”, dice el arquitecto auto de 'Nuestra piedra ostionera'

Una imagen de la Puerta de La Caleta, con los paños de piedra ostionera completamente erosionados.
Una imagen de la Puerta de La Caleta, con los paños de piedra ostionera completamente erosionados. / D. C.
J. M.

Cádiz, 14 de diciembre 2020 - 06:59

En Nuesra piedra ostionera, el arquitecto José María Esteban rechaza por enésima vez la moda de dejar este material constructivo, esqueleto e identidad del caserío histórico gaditano, a merced de intervenciones agresivas y de las inclemencias ambientales, y defiende su conservación, al menos con tratamientos protectores, en el caso de dejarlo sin enjabelgar.

“Cuando había que rematar una fachada o una portada de una casa noble se importaban piedras de mejor calidad que las disponibles aquí, como mármoles y jaspes de Carrara. Si no era posible, la piedra ostionera siempre se trabajaba encima. Nunca se dejaba a la vista. Debe enlucirse, debe taparse, debe protegerse, porque se deteriora con el anhídrido carbónico del aire y el humo de los coches. Y con la acción de la lluvia va perdiendo consistencia en sus aglomerantes y se empiezan a desprender arena y conchas”, explica el arquitecto.

“Quienes quieren sacar la piedra a la vista en las casas antiguas muchas veces terminan metiéndose muy dentro y cargándose materialmente las columnas, los doseles, las curvas y contracurvas de nuestras maravillosas portadas de piedra ostionera, que siempre se han estucado y se han embellecido con jabelgas o tratamientos epiteliales y con colores que han simulado esas rocas que no teníamos aquí, creando trampantojos”, añade Esteban.

“La ostionera siempre fue una piedra constructiva, pero no estética”, afirma. El experto califica de “pequeña herejía” la costumbre de dejarla al descubierto, una práctica que se fue imponiendo en toda Europa tras la destrucción provocada por la Segunda Guerra Mundial y por la posterior desaparición de los oficios especializados.

“Aquí en Cádiz siempre se trató la piedra y, posteriormente, las cales que se aplicaron encima para luchar contra las pandemias fueron tapando esos estucos y esos dibujos. Fernando Cruz Isidoro y José María Sánchez Muñoz están sacando a la luz todos esos trampantojos de las nobles casas de Sanlúcar. En Cádiz, en Chiclana y en San Fernando, en toda la Bahía, aparecen encintados en la fachadas, tapando la piedra ostionera. Y en el Yacimiento de Gadir se ve que ya las paredes de las casas estaban estucadas con albúmina de huevo, cales y arenas”, relata.

Pero ¿de qué colores eran esas decoraciones? “Desde que el gaditano hace casas trata las paredes con colores: principalmente con el beige calecilla, pero también con una arcilla cuaternaria roja, la almagra, que es la que da color al pendón de Cádiz, que es también la de los dibujos esquemáticos neomudéjares orientalizantes de la Casa Fragela, de la de las Cuatro Torres o de la Bella Escondida. De toda la vida de Dios las casas gaditanas han sido cubiertas, primero como protección y segundo, como embellecimiento de las fachadas nobles con elementos que imitaban a los grandes sillares de los palacios. En el libro hay un montón de ejemplos, como el de la Casa Arámburu”, añade el arquitecto.

Esta tradición alcanza, por supuesto, al edificio más importante del caserío gaditano. “La estructura de la Catedral está hecha para aplacarse, como puede verse en la fachada de la Calle Arquitecto Acero, que no está terminada y debería llevar al menos una jabelga, una cal muy líquida con algo de arena y un cementante mínimo”.

“Con la piedra ostionera vista, las paredes se desconchan mas fácilmente, como pasa en la Facultad de Filosofía y Letras”, advierte. “Cuando en algunas fincas empiezan a picar para sacarla, no sólo se eliminan las pinturas históricas, sino que se cargan las pilastras y los dinteles. El Ayuntamiento debería hacer más caso a su propia normativa. El PGOU de Cádiz dice que las fachadas deben dejarse tal y como se han recibido, en el sentido de que los tratamientos artísticos y protectores antiguos hay que mantenerlos. El articulado anterior era más taxativo y prohibía la piedra vista”.

Esteban tampoco es partidario de los aplacados, “que se montan incluso con las marcas de los discos que las cortan”. Y respecto a los colores de las fachadas, recuerda que en el siglo XVIII se imitaron los colores genoveses y de la Toscana, “en la gama de los ocres, los marfiles, los salmones no muy fuertes, aunque en el Barroco la intensidad eras más impetuosa en pilastras, enjutas y cornisas. Pintar en azul, verde, aparte de que está prohibido, no hubo nunca casas de estos colores".

Nuestra piedra ostionera, que se presentará este miércoles en el ECCO a las 12.00 horas, solo está disponible en las librerías Manuel de Falla y Plastilina y en la Copistería San Rafael, que es donde se ha editado. También se puede solicitar un ejemplar al autor a través de su correo electrónico josemaria.esteban53@gmail.com

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