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La tranformación de la ciudad

Giro de 180 grados al casco antiguo de Cádiz

Zona de aparcamiento controlado en la estación, antes de la última reforma.

Zona de aparcamiento controlado en la estación, antes de la última reforma. / Jesús Marín

Un cambio viario en Cádiz se nota más que en cualquier otra ciudad. Hay tan poco espacio sobre el que actuar y una densidad de población tan elevada que eliminar un giro a la izquierda, cambiar una parada de taxis o peatonalizar una plaza incide de lleno en nuestra vida diaria con una intensidad directamente proporcional a las ganas de quejas que tenga el ciudadano de a pie, o las ganas de guerra que guarde la oposición al gobierno municipal de turno.

Hace apenas unos días la ciudad, y sobre todo su casco antiguo, dio un primer paso para una radical reorganización de sus aparcamientos en superficie, un bien preciado desde que el parque móvil comenzó a crecer de forma desenfrenada hace ya cerca de medio siglo. Hasta el 5 de noviembre ha dado de plazo el Ayuntamiento para asumir estos cambios, a la vez que se cierra el proceso de entrega de las tarjetas de aparcamiento.

La zona verde se une a la ya veterana zona azul y a la joven zona naranja, en un plan que busca reducir al máximo el impacto que tiene el tráfico rodado en el casco histórico de Cádiz, dando prioridad al residente de intramuros en su búsqueda de un aparcamiento y reduciendo la contaminación acústica y ambiental que provocan cada día los coches que acceden a un espacio urbano tan mínimo.

La operación que ahora se inicia, y que se quedará corta si el Ayuntamiento no afronta con agilidad planes de urbanización de la red viaria, promoviendo las plataformas únicas allí donde aún no existen y apostando por espacios verdes allí donde físicamente sean factibles una vez reducido el impacto del automóvil, tiene una relevancia muy importante, eso es evidente, pero no por ello significa que se hayan descubierto ahora las bondades de la peatonalización y que sea el actual gobierno municipal el que afronte proyectos de este calado como el gran descubrimiento del urbanismo del XXI.

Sobre la base de la importancia de la peatonalización ya se viene trabajando en Cádiz, a otros ritmos ciertamente, desde hace cuarenta años, con proyectos defendidos por quienes hoy, en parte, ponen en solfa las medidas que ahora salen adelante.

La hemeroteca, por poner un ejemplo, nos lleva a 2008. Teófila Martínez, entonces alcaldesa por el PP, defiende los planes de peatonalización previstos en el nuevo Plan de Ordenación Urbana: "El nuevo Plan de ordenación profundizan en esta calidad de vida y miran a que el Casco Histórico sea un espacio agradable por el que pasear y un centro comercial abierto en el que hacer compras, donde el tráfico rodado o el ruido no sean impedimentos. El aumento de calles peatonales incide de forma muy positiva en la tranquilidad de los vecinos y de los turistas pero también en el fomento del comercio tradicional, muy importante en estos tiempos de crisis económica. El aumento de las calles peatonales y la puesta en marcha de medidas complementarias como el tráfico calmado en algunas zonas son factores que benefician al conjunto de la ciudad".

Cinco años más tarde, en el casco antiguo había 113 calles peatonales, 20 con limitación de acceso a los garajes y 35 también para la carga y descarga y los servicios públicos. Entonces aún funcionaban 150 vías abiertas a la circulación rodada.

En esta misma línea, el mismo gobierno municipal del PP encargó y aprobó un Plan de Movilidad Urbana que no le dio tiempo poner en marcha tras perder la Alcaldía, de contenido muy avanzado y que afirmaba que el casco antiguo debía ir a la total peatonalización "que debe ejecutarse de forma paulatina y secuencial", asumiendo las críticas de una parte de la sociedad.

El propio Plan iba más allá obligando a contar con permisos de acceso al casco antiguo para usuarios de los hoteles o de la carga y descarga, algo que ya ocurre en ciudades como Córdoba. Incluso planteaba el documento la adquisición de coches eléctricos o híbridos en todo el parque oficial de la ciudad.

Ya puestos, podemos retroceder a principios de los años 70, cuando se peatonaliza la primera calle de Cádiz. Ni más ni menos que Ancha, el gran referente del comercio de la capital. Se peatonaliza antes de la llegada de los ayuntamientos democrático, en una época en la que el maltrato urbanístico del casco histórico alcanzó su cenit.

Uno de los veteranos del comercio en esta calle, y en la ciudad, Joaquín Lluch, propietario de Galerías Lluch, recordaba en este periódico, en un reportaje publicado hace tres años, cuando esta vía estaba ocupada por el tráfico: "Aquello era un caos. Cuando paraba el camión del butano, además del jaleo que se montaba con las bombonas, formaba un cola tremenda de coches detrás pitando. Había un guardia urbano, que se llamaba Marín, que sacaba el pito y los mandaba a todos del tirón para el Palillero (…). No creo que ya nadie dude de que la calle, peatonal está mucho mejor . Ahora, la calle Ancha con tráfico sería impensable. Es como si abres a los coches Preciados, en Madrid, o la Vía del Corso, en Roma. Impensable. Y para el comerciante siempre tiene más caché una calle peatonal que otra que no lo es. Ahora mismo, para el comercio y el turismo, un centro histórico peatonal es lo que tiene sentido".

Es decir, que ahora la ciudad da un paso trascendental en este largo proceso, apoyado en su día por todas las ideologías que nos han gobernado.

Reordenar aparcamientos, peatonalizar las calles y plazas que aún son atravesadas por la circulación rodada manteniendo las vías de emergencia, reducir la contaminación tanto sonora como ambiental... son elementos sobre los que ya vienen trabajando desde hace años las ciudades más avanzadas de Europa, y unas cuantas nacionales. Así que en Cádiz no descubrimos nada nuevo, simplemente nos subimos con toda decisión a un tren que ya estaba en marcha y lo podíamos perder.

Y más ahora que estamos metidos de lleno en la profunda crisis sanitaria, social y económica provocada por el coronavirus.

Cuando salgamos de su crisis médica, que marca a todas las demás, deberíamos de tener parte de la tarea lista, o por lo menos bien planteada, si queremos que el casco antiguo sea uno de los motores de nuestra recuperación.

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