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Coronavirus en Cádiz: La política del ojo ajeno

Definitivamente la política de la destrucción es la que se ha instalado en el país; a cualquier nivel, de cualquier color. Es más importante derribar al contrario que hacer por uno mismo, andar pendiente de cómo criticar eso que hace el vecino en lugar de gestionar lo que corresponde a uno. Ya saben, aquello de la paja y la viga. La penúltima muestra de esto que se ha convertido en demasiado habitual entre la clase política española se ha comprobado estos días en los que a partir de las seis de la tarde uno se siente un delincuente si transita por unas calles sin tiendas, sin bares, sin vida.

Anda el Ayuntamiento muy molesto con la Junta de Andalucía a raíz de la orden de cerrar toda actividad no esencial a las seis de la tarde. Ha iniciado el gobierno local una enésima cruzada contra el ejecutivo andaluz, ahora en contra de las medidas adoptadas en lo relativo al comercio y la hostelería. La misma hostelería a la que se le quitaban mesas y sillas antes, durante y después de la primera ola de esta pandemia; el mismo comercio que reclama sin éxito que la venta ambulante no campe a las anchas de Compañía y Columela. Pero eso debe ser agua pasada.

Un comunicado diario, una crítica permanente, envuelve al Ayuntamiento en estos días, que muestra su apoyo a estos sectores señalando abiertamente a la Junta de Andalucía. Y no quiere decir que los hosteleros tengan o no razón en sus reivindicaciones, ni que el comercio haya sido más o menos perjudicado por las restricciones de esta segunda ola de la pandemia. Que eso es otra cosa en la que no vamos a entrar, que rápidamente el alcalde accidental mata al mensajero y carga contra el periodista.

Es el mismo comercio que le reclama, sin éxito, que se acabe con la venta ambulante

Pero posiblemente ocurra que a la par que se está con la vista puesta en Sevilla y con el mazo golpeando a la Junta, se podría estar actuando, gestionando y haciendo. Es decir, que está bien reclamar al gobierno andaluz mientras desde Cádiz se hace lo que está en manos del Ayuntamiento por ayudar a estos colectivos. Pero no lo uno sin lo otro. Y ocurre que desde el pasado mes de marzo están esperando los hosteleros y los comerciantes unas ayudas que iban a recibir por el Covid y que difícilmente se vayan a librar ya antes de que acabe el año.

Y ocurre que desde que el presidente de la Junta anunció el pasado domingo el cierre de bares y tiendas a las seis de la tarde, ha habido en Cádiz y en su Ayuntamiento tiempo de reacción. Pero de reacción positiva, planteando soluciones, medidas y alternativas, no criticando la paja ajena.

Un Ayuntamiento preocupado en la gestión podría, por ejemplo, haber convocado a comerciantes y hosteleros al día siguiente de la comparecencia de Juanma Moreno y haber planteado una campaña para potenciar el mediodía y el consumo en ese nuevo horario que el coronavirus (y la Junta, sí) ha impuesto. Algo así como la hora feliz pero entre las dos y las cuatro o cinco de la tarde, con precios especiales en la hostelería, con menús a precios económicos, con degustación de tapas como hacen con todo éxito los granadinos; y con promociones, descuentos y ofertas especiales en las tiendas en esa franja horaria en la que se quiere recuperar las ventas que no podrán hacerse de seis de la tarde a ocho, nueve o diez de la noche.

Pero no, la reunión con comerciantes y hosteleros se anunciaba esta semana para la próxima; es decir, que cuando se sienten los concejales con los afectados habrán pasado ya siete o diez días de la aplicación de esas limitaciones horarias; y para cuando se acuerden las medidas, si se acuerda alguna, ya habrá pasado este nuevo estado de alarma, los bares volverán a servir cenas y las tiendas habrán vuelto a cerrar a su hora habitual. Los que y las que hayan conseguido mantenerse abiertos con este nuevo envite del coronavirus.

Los comerciantes y los hosteleros ya saben que cuentan con el apoyo del Ayuntamiento. Del alcalde de baja y del accidental, y del resto de concejales. Pleno apoyo para reivindicar a la Junta, que así se escurre el bulto de las cuentas pendientes del Ayuntamiento con estos sectores. Y es que pareciera que en San Juan de Dios están demasiado pendientes de buscar la paja en el ojo ajeno si poner remedio a la viga que cada vez pesa más sobre la ciudad.

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