Cádiz

El Cádiz, Mirandilla y Carranza

  • El estadio sigue envuelto en polémica, antes por el nombre, ahora por un futuro incierto tras el interés del club de construir su propio equipamiento deportivo

La grada del estadio Nueva Mirandilla, prácticamente vacía en el partido del Trofeo de hace unos días.

La grada del estadio Nueva Mirandilla, prácticamente vacía en el partido del Trofeo de hace unos días. / Jesús Marín

Durante unos meses el debate sobre Carranza sí o Carranza no se limitaba al nombre, en el decidido empeño del equipo de gobierno de cambiarlo hasta otorgarle en junio el de Nuevo Mirandilla en un proceso participativo en el que una gran mayoría no quería cambiar el nombre y una pequeña minoría ha visto cumplido su deseo. Ahora el debate vuelve a ser Carranza sí o Carranza no, pero en el sentido más literal posible. El Cádiz Club de Fútbol ha abierto la caja de pandora al desvelar su presidente, Manuel Vizcaíno, la firme intención de construir su propio estadio de fútbol -que se llamará Carranza- y, con ello, dejar de utilizar el equipamiento municipal de la Plaza de Madrid.

Este anuncio ha destapado todo tipo de elucubraciones, comentarios y valoraciones en la ciudad, que se divide estos días entre ilusionarse con un nuevo estadio con mayor aforo y nuevas prestaciones y rechazar un proyecto que supondría abandonar la peregrinación dominguera a la Laguna y esos previos a los partidos que destacaba hace unos días el alcalde y que están tan en el adn de los cadistas como en el ranking de molestias de los vecinos.

La posible construcción de un nuevo estadio de fútbol para el Cádiz, propiedad del club, plantea una larga serie de interrogantes que pueden resumirse en tres preguntas clave:

· ¿El estadio, dentro o fuera de la ciudad?

Es el primer aspecto sobre el que ha girado la propuesta cadista de hacer un nuevo estadio. En una ciudad sin suelo, lo que genera no pocos problemas de acceso a la vivienda por falta de las mismas y por el precio que alcanzan las existentes, a priori son tres los espacios que asoman como posibles por la cantidad de metros cuadrados de superficie que necesitaría un estadio de fútbol: el polígono exterior de Zona Franca, el solar del hospital que no parece que la Junta de Andalucía vaya a construir nunca, y la zona de Puerto América.

No obstante, sobre estas tres posibilidades hay bastantes argumentos en contra. En Zona Franca ya han dejado claro que el uso del suelo disponible debe ser industrial, por lo que un estadio no tendría cabida. Ya hace unos años, el grupo médico López Cano vio tumbada su propuesta de habilitar una clínica en la antigua fábrica de Altadis, donde también se descartó levantar la Ciudad de la Justicia. Y Puerto América se contempla hoy como uno de los pocos suelos de oportunidad de desarrollo urbanístico de la ciudad, que sigue teniendo pendiente una gran actuación allí, donde se han planteado viviendas, equipamientos náuticos, el hotel de cinco estrellas o zonas de ocio y de actividad comercial. Difícilmente, por tanto, las administraciones implicadas en ese terreno estarían dispuestas a alojar un estadio de fútbol que hipotecaría buena parte de ese desarrollo urbanístico. Y el solar del hospital supondría, de manera efectiva, la renuncia al equipamiento hospitalario por parte de la Junta, algo que se antoja también complicado por las consecuencias políticas que pudiera suponer ese carpetazo oficial al hospital.

Así las cosas, todo hace indicar que el estadio del Cádiz -en caso de construirse- se hará fuera de la ciudad, buscando el club un suelo lo más cerca posible del término municipal, que además de metros cuadrados suficientes para levantar el graderío de 35.000 personas que pretende Vizcaíno disponga de facilidad de aparcamiento, ya que sería inevitable coger el coche para ir a cada partido. La ciudad deportiva de El Rosal se antoja algo lejana para los fines del club, que por otro lado ya proyecta allí la construcción de un aparcamiento y de un hotel.

· ¿Qué pasará con el estadio municipal?

En paralelo al interrogante sobre la ubicación de ese futurible estadio de fútbol, surge también la duda respecto al ahora llamado Nueva Mirandilla. ¿Qué pasará con ese equipamiento si el Cádiz definitivamente se marcha a otro estadio?

La clave en este asunto radica en ver si el Ayuntamiento sería capaz o si el deporte de la ciudad tendría capacidad para dar uso al estadio, que hasta ahora sólo utiliza el Cádiz en sus partidos y en otras muy contadas excepciones (sobre todo para la celebración de conciertos). ¿Podrían usar otros clubes el estadio? ¿Tendría cabida para la práctica de otros deportes? Teniendo en cuenta el gasto que supone de por sí abrir las puertas del Nuevo Mirandilla (personal, limpieza, seguridad, luz…), que exigiría alcanzar un mínimo de aforo en las gradas y de actividad en el césped que justificara esa apertura.

Conviene recordar en este punto que la ciudad cuenta en la actualidad con instalaciones deportivas grandes, como el Manuel Irigoyen, el Pedro Fernández o el Elcano, que podrían derivarse al Nuevo Mirandilla liberando ese suelo para otros usos. Porque la otra opción del estadio pasaría por el derribo, algo que parece impensable teniendo en cuenta la reciente reconstrucción del equipamiento (que culminó en el año 2012 con la apertura de la grada de Tribuna) y el hecho de que la mayor parte de los locales no son ya propiedad del Ayuntamiento, pues los vendió en diferentes momentos a la Zona Franca; por tanto, una decisión de ese calado implicaría resolver los contratos de los locales de alquiler, volver a comprar el suelo del estadio a Zona Franca y entonces derribar el equipamiento y plantear un nuevo uso, previo cambio del PGOU, allí. Todo un imposible.

· ¿Qué pasará con el hotel?

Otra clave que no se puede pasar por alto en este imprevisto escenario que ha dibujado el Cádiz con su intención de construir un estadio de su propiedad es el futuro uso hotelero y comercial de la grada de Tribuna. Y es que el anuncio lanzado por Vizcaíno hace unos días coincide en plena operación de subasta de ese suelo, que debe dar uso al fin a esos más de 17.000 metros cuadrados disponibles desde 2012 al mismo tiempo que reportar al Ayuntamiento la cantidad nada desdeñable de 9,8 millones de euros de ingresos.

¿Puede la maniobra del Cádiz ahuyentar a posibles interesados en hacerse con ese suelo para levantar un hotel? ¿Perdería fuerza el proyecto hotelero si el equipo de la ciudad no va a disputar sus partidos en ese estadio, siendo el fútbol uno de los atractivos de estos negocios de alojamiento que se implantan en los estadios?

La subasta para la Tribuna del Nuevo Mirandilla permanecerá abierta hasta el próximo día 23, fecha tope para que los interesados formalicen su oferta por ese suelo que puede compartir uso hotelero (al menos en un 51% de la superficie de las siete plantas en altura) con actividades comerciales, hosteleras y de ocio. Un interés para el que la futurible marcha del Cádiz a otro estadio puede suponer un revés difícil de solucionar y de muy negativas consecuencias para la economía de la ciudad. Mucho más allá de los previos de cada partido.

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