Blanca y los enigmas del cielo
día de los 'sin techo' | un caso en concreto
Reconstrucción de un abandono: ¿quién es la mujer que se cobija bajo mantas en el Paseo Marítimo y deambula por Cádiz empujando un atestado carro de supermercado?
Blanca no dice nada. Si acaso, sin asomo de amenaza, un 'no me interrumpa'. ¿Interrumpirla de qué? Blanca es el nombre, el apellido es extranjero, como de ascendencia alemana, aunque su cara podría -sólo podría, es difícil saberlo, cubierta, como siempre, por las mantas de la cabeza a unos pies hinchados y ennegrecidos por la retención de líquidos- tener rasgos sudamericanos. Poco más se puede saber de Blanca. En Calor en la Noche la conocen desde hace tiempo. "Pudo llegar a Cádiz hace unos ocho años, o al menos desde ese tiempo aproximadamente hemos detectado su presencia. Nadie que conozcamos ha podido cruzar con ella más de tres o cuatro frases. No pide, no mendiga, no sabemos si tiene dinero o, si lo tiene, de dónde lo saca. Nunca demanda ayuda. Sólo va con su carro de un lado a otro y sólo te puedes acercar a ella de una en una porque si no se asusta y se cierra".
Esta es la historia de un abandono. Nadie va a retirar de la calle a Blanca porque ella no lo demanda, aunque vive en unas condiciones deplorables. Duerme en un banco del Paseo Marítimo, jamás la ha visto nadie tumbada, por el día acude a algún parque que otro, al de Varela o al de la Laguna. Allí las madres de unos niños la vieron levantarse y vaciar su vientre de pie para continuar su paseo. Avanza pesadamente, con mucha dificultad. Está en este mundo y no lo está, su higiene es prácticamente inexistente. Alguna vez, en verano, se ha acercado a la orilla del mar y ha mojado sus pies, alguna vez se la ha visto en las duchas de la playa. Sólo los pies, esos pies que están como tallados de madera, como los de un linfático a causa de que nunca están en alto.
Lo más aproximado a un diagnóstico nos lo ofrece Jesús Acosta, neurólogo, que desde hace meses trata de saber qué hay detrás del enigma de Blanca. Quizá sea el que más veces ha logrado hablar con ella. Lo habrá hecho unas veinte veces, aunque siempre conversaciones muy cortas. Alguna vez le ofrece un café y ella se lo acepta, "doble de azúcar". "La primera vez que se lo llevé ella sacó 50 céntimos y me lo quiso pagar".
Así pudo saber que Blanca habla con su hijo cuatro o cinco veces al día. No es que use el teléfono o que su hijo venga a verla. Es que su hijo pasa cuatro veces al día en un avión surcando el cielo y entonces se pone en contacto con ella. Cuando esto sucede es cuando ella dice 'no me interrumpa' porque acaba de iniciar su conversación con su hijo.
Para Acosta, el caso de Blanca es el de una delirante crónica con patología psiquiátrica. Entonces aplica la lógica: "Si alguien ve una persona con la cabeza abierta en la calle llama a los médicos, a la policía o a alguna autoridad para que se hagan cargo de una persona herida. Blanca está claramente herida, tiene una enfermedad, así que llamé a la policía, a los juzgados, al colegio médico...".
El periplo del doctor Acosta quedó en nada. Nadie acudió a socorrer a Blanca porque Blanca no había pedido socorro. En este país los enfermos mentales siempre han sido enfermos de segunda. En el caso de que Blanca, que no lo va a hacer, amenazara a los viandantes, gritara o lanzara su carro contra los coches, la policía y los servicios sociales y Salud Mental actuarían de oficio. "Pero Blanca es una mujer pacífica -explica Acosta-, con un lenguaje que delata que tuvo que tener educación, que seguro que tuvo tiempos mejores. Es imposible saber cómo ha acabado así, aunque por lo que parece nadie se ha acercado para intentar saberlo y pienso que una vez lavada, en una cama limpia y quizá medicada se podría hablar con ella como se habla con cualquier ser humano que necesita auxilio".
Pero la sociedad entiende que Blanca no necesita auxilio. Se pregunta al Ayuntamiento por su situación y el Ayuntamiento contesta que no pueden decir nada acerca de ella debido a la Ley de Protección de Datos. Será así. Esa ley protegerá los datos de Blanca, si es que tiene alguno, pero no parece que proteja a Blanca.
Las voluntarias de Calor en la Noche saben que en una ocasión fue llevada ante un juez y el juez dijo que no podía internarla. Ocurrió hace un par de años. El resto de los 'sin techo' no saben mucho de ella. Intentan alejarse porque huele mal y grita por las noches. Una vez ella contó a las voluntarias de Calor en la Noche que su hijo algún día bajaría de la nave y se la llevaría. Será más probable que suceda esto a que alguien se ocupe de Blanca.
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