Balas de Plata
Montiel de Arnáiz
Zoto Hibars
¿Es el amor una extrema necesidad como para permitir que los amantes puedan saltarse el cierre perimetral? Ya quisieran los enamorados, pero no es el caso. Parejas separadas por vivir en distintos municipios, haberlas haylas. Pero no se pueden hacer excepciones. Así se lo explicó la Policía Municipal de Bilbao a un joven, quien realizó una consulta en el Twitter de este cuerpo de seguridad cuando en el País Vasco se dio la orden de cerrar, salvo excepciones, el acceso y la entrada a todas las localidades. El enamorado quería saber si la necesidad de amar le podía otorgar un salvoconducto hacia una población cercana, donde reside una chica a la que estaba empezando a conocer. La respuesta policial fue de arte: "Buenas tardes, entendemos su situación, ese tipo de prácticas no están reflejadas en las excepciones para cambiar de municipio... Tómeselo como la primera prueba de amor para su posible relación. Le deseamos mucha suerte. Un saludo".
En el sur, cuando el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, decretó el 8 de noviembre el cierre perimetral de todos los municipios de la comunidad autónoma por el coronavirus, los jóvenes con pareja en otras poblaciones se vieron obligados a romper el contacto. El teléfono móvil los une en la distancia. Lucía, una estudiante residente en Cádiz y con novio en Puerto Real, admite que cuando se conoció el decreto "me afectó porque no sabía hasta cuando iba a estar sin verle". Ese mismo día del anuncio de la Junta fue a Puerto Real a estar con su pareja "y desde entonces ya no nos hemos visto más". La espera "se está haciendo pesada", pero reconoce que lo peor "es la incertidumbre sobre cuándo podremos volver a vernos". Hasta que llegue el esperado reencuentro, vive resignada: "No podemos hacer otra cosa".
Charito, de 16 años, vecina del Río San Pedro, también está llevando “mal” no poder salir del término de Puerto Real. “Porque mi vida está en Cádiz, mis amigos, mi pareja… casi no puedo verlos a ninguno”, declara, Al menos tiene un consuelo: “Desde pequeña voy a unas clases de inglés a Cádiz. Sigo acudiendo gracias a una justificación de la academia y a la salida siempre me espera mi pareja para vernos un rato. Hay veces que también me esperan mis amigos, a los que puedo darles un abrazo con mascarilla, algo es algo”.
Los jóvenes, como la mayoría de las personas, esperan las nuevas directrices de la Junta, un respiro en sus encorsetadas vidas, un alivio para sus distanciadas relaciones.
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