Bicentenario

Un mundo distinto al de hace 20 años

  • Las cumbres se gestaron en la guerra fría, con España y Portugal entrando en la UE e Iberoamérica saliendo de dictaduras militares

Cuando se gestaron las cumbres iberoamericanas, en los años 80, el mundo era muy diferente del actual. Todavía existía la guerra fría. España y Portugal entraron en la Comunidad Europea y eran países llenos de optimismo, que una década antes habían dejado atrás largas dictaduras. En esa tarea estaban entonces los países latinoamericanos, en donde los militares ocuparon el poder hasta el 90 en Chile, el 89 en Paraguay, el 84 en Brasil y Uruguay o el 83 en Argentina. 

Ahora hay regímenes democráticos en casi toda América Latina y Brasil, Bolivia, Chile, Colombia o Argentina han tenido en los últimos años crecimientos anuales del PIB de entre el 5 y el 9%. Frente a esa pujanza económica, España y Portugal padecen una grave crisis económica. A este cambio sustancial del escenario se une el agotamiento de esta sociedad iberoamericana de naciones que se puso en marcha en 1991. A todo eso se refirió hace un mes en un coloquio el presidente español de la integración europea, Felipe González, que es además uno de los padres de estas cumbres iberoamericanas. 

 

Para González la cumbre de Cádiz debe actualizar el interés recíproco de unos y otros, que en la actualidad ha perdido consistencia. Resaltó que vivimos una época distinta a aquellos años en los que se iniciaron las conferencias, que no necesariamente es peor. El optimismo, el crecimiento, han cambiado de orilla del Atlántico. El expresidente puso como ejemplo de estados de ánimo con gran potencialidad a Brasil, Perú o México. Como los de España y Portugal hace 20 años, al final de la guerra fría.   

 

Todas las cumbres tienen su liturgia. Como la confección anticipada de los borradores de resolución de los cónclaves. Representantes de los jefes de Estado y de Gobierno preparan los documentos durante meses. A quienes ayudan a los líderes a llegar a la cumbre se les conoce como sherpas, utilizando el argot montañero del Himalaya. Su tarea es muy complicada, porque hay que hilar muy fino en los comunicados finales. 

 

En la cumbre de 2010 en Mar del Plata se hizo una resolución sobre Defensa de la democracia y del orden constitucional que costó dios y ayuda. El comunicado final condenó el intento de golpe de Estado en Ecuador, dando por hecho que la revuelta policial de septiembre de 2010 por una reclamación salarial había sido un golpe contra el presidente Correa. El grupo bolivariano de la conferencia [Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua y Ecuador], pidió y consiguió una declaración de salvaguardia de la democracia, que incluía aspectos contradictorios: a la defensa de las instituciones democráticas, se añadía el respeto a las autoridades legítimamente constituidas como expresión de la voluntad soberana de los pueblos o la no injerencia en los asuntos internos.  

 

Mar del Plata marcó un antes y un después, porque fue la primera vez que un presidente del Gobierno español faltaba a la cita con la conferencia. Zapatero se quedó en España, atendiendo la aguda crisis económica. Aunque sí asistió su homólogo portugués Sócrates, lo que dejó en evidencia a su colega español. Lo cierto es que el año pasado en la cumbre de Paraguay fueron once los jefes de Estado ausentes, lo que se interpretó como una respuesta al desaire del español que dejaba herida la cumbre, con una agenda irrelevante. Faltaron los mandatarios de Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Honduras -cuyo Gobierno no es reconocido por muchos países latinoamericanos  desde la destitución del presidente Zelaya-, El Salvador, Nicaragua, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. 

 

Cádiz será la última de la serie de citas anuales. Se ha decidido que se celebren cada dos años, una vieja propuesta de los años 90 del presidente argentino Menem. Lo cierto es que la ilusión con la que comenzaron estas conferencias ha desaparecido. Hay manifiestas rencillas internas y es patente la fatiga por la proliferación de encuentros internacionales, la mayoría de ellos de dudosa utilidad. El presidente chileno Piñera lo define muy bien "hay una sucesión de tantas cumbres, que parecen una cordillera, pero falta una verdadera voluntad de integración en el continente".       

 

La liturgia de las cumbres incluye la celebración de eventos paralelos, como el que en Cádiz se producirá esta semana. El Foro Latinoamericano de Comunicación, organizado por la Asociación de Periodistas Europeos, de entrada libre, tiene en Cádiz un elenco sobresaliente, con la participación del expresidente Felipe González como plato fuerte. 

03153017

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