Diario inédito de un relator apócrifo

Las crónicas de Cádiz (Cap. VII)

  • Resumen capítulo anterior: Ustariz acompañado por Grimaldi, su amigo, busca casa para María, su esposa. En su paseo por las calles y barrios, descubre una ciudad libre y esplendorosa que parece vivir aislada del conflicto bélico que está destrozando al país.

Procuro escribir este diario cuando la noche me aturde. Cuando el día ha sucumbido y ya no encuentro otro motivo para seguir despierto. Intento que las palabras y las reflexiones que aquí recojo sirvan de puente entre mis deseos, mis ilusiones y la realidad que va a presentarse en cuanto llegue la mañana.

Hoy el día ha discurrido sin demasiados acontecimientos que relatar. Algunos de los hombres que vinieron conmigo desde Madrid, y que se fueron quedando por el camino, como Sebastián Figueras y Pablo Coello , han vuelto a Cádiz desde el Puerto de Santa María y hemos pasado toda la jornada de tertulia en tertulia, comentando todos los hechos que han tenido lugar en los últimos días.

Es curioso, pero cuando uno entra en un café de estos de Cádiz, y ello es algo que ya experimenté en mi anterior estancia en la ciudad, sufre una necesidad de ser acogido. Ahora bien, aprendí entonces y he vuelto hacerlo en el día de hoy, que sacar la tabaquera, despuntar el cigarro y encenderlo en la misma bujía que los alumbra, te da cierto derecho a sentirte integrado y participar de sus a veces bochornosas parrafadas, otras en cambio tan llenas de sentido que avergüenzan públicamente al que causa las primeras.

Algunas otras, al fin, tan abominables para el pueblo que en su forma de ponerlas en práctica, se pone en peligro para siempre algunas de las reformas tan necesarias para este país. El monarca francés ha decretado durante el mes de agosto las siguientes leyes, que escribo en mi diario porque no quiero que el olvido me haga dudar de la capacidad que tiene el intruso de manipular las ideas reformistas.

Ha decretado la extinción de las religiones, ordenando que los religiosos vuelvan a sus casas. Se les había prometido en febrero el pago de diez reales, luego se les rebajó en cuatro, que finalmente se han visto reducido a cero. Así mismo estos reformados sólo podrán ejercer como curatos o prebendas. Se decreta igualmente que los obispos puedan hacer uso como quieran de los conventos, y puedan quedarse con todo los que estos poseen, sin que pueda venderse nada de los hospitales o casas. ¡Qué manera más hipócrita de acabar con el clero regular pobre y abandonado, mientras que se enriquece a los que pueden predicar a favor de sus huestes!

Ha decretado, así mismo, la abolición de grandeza o títulos, porque su majestad Pepillo, va a crear una de nuevo cuño, arreglará los tratamientos y los titulados se acogerán a estas nuevas formas, enseñando sus antiguos diplomas. Ha abolido los Consejos, con excepción del de Estado. Ha abolido la Orden de Santiago, expulsado a los empleados de la Real Capilla, ha establecido una administración central de Hospitales y suprimido la Dirección de correos, minas y comercio.

Fulminante José I en sus decretos. Presto Napoleón en nombrar nuevas dignidades:

Luis Bonaparte rey de Holanda, Gerónimo Bonaparte rey de Westfalia, José Bonaparte rey de España, Murat rey de Nápoles, Maximiliano rey de Baviera, Federico Augusto rey de Wirtemberg, Eugenio Beauharnois virrey de Italia. Bacciochi, Borghese, Perigord, y los mariscales Berthier y Bernardote príncipes de Piombino, Guastala, Benevento, Neufchatel y Pontocorbo. Lefebre duque de Dantzik, Soult de Dalmacia, Víctor de Belluno, Lebren de Plasencia, Timbrunes conde de Valencia.

Me resisto a continuar con la agonía que me produce ver el reparto de Europa, el águila destroza cuanto encuentra.

He visto la casa en la calle de Las Escuelas, entre Compañía y San Juan. Está muy cerca de la Iglesia de Santiago y junto al Colegio de San Bartolomé. Es un edificio que ha pertenecido durante generaciones a la familia de Juan Álvarez Paje, que fue regidor perpetuo de la ciudad y familia tratante de esclavos. Esta casa barroca está reedificado con tanta cantidad de cuartos para alquilar que no sé si será el sitio propicio para traer a mi esposa. Su ubicación es buena, cerca del centro de la ciudad, aunque la verdad es que aquí todo queda cerca de todos los lugares.

Debo pensar muy bien si éste es el lugar adecuado. Los cuartos están limpios y bien ventilados, puedo alquilar incluso una de las plantas, pero las estancias no están comunicadas. No lo sé. Reflexiono sobre lo más conveniente a estas altas horas de la noche, mientras que el viento de levante sopla de forma brutal sobre el triste cristal de mi habitación. Creo que continuaré buscando.

Olvidaba que mañana estoy invitado al teatro con la familia de impresores y libreros de la ciudad. Y digo familia por la unión con la que se enfrentan a cuantos proyectos ejecutan, y porque han significado para mí encontrar a mi propia familia. Me han pedido que vaya con ellos y yo lo haré con sumo gusto.

Cristóbal de Requena, Manuel Espinosa, Gamboa, Ximenez Carreño y, sobre todo, Antonio de Murguía, suponen para la ciudad y los libros lo que el oro a los gobernantes absolutos. Importan libros para exportarlos a América, tienen abiertos comercios para su venta a los gaditanos y extranjeros, y editan especialmente obras nacidas aquí: científicas, médicas y didácticas, que tanto sirven para el aprendizaje de las nuevas corrientes ilustradas. Y ahora también, en estos tiempos de frases, cancioncillas, repiquetes y decretos, recogen y aglutinan papeles de la guerra, con el propósito tal vez de que la memoria no quede impune.

La obra es una opereta "El amor Disfrazado", también llamada "la Dama Soldado". Es todo un honor para mí, va a ser una representación especialmente diseñada para festejar el cumpleaños de la Señora doña María Murphy, esposa del gobernador de esta plaza. Me cuentan que el teatro estará completamente iluminado, como ocurrió a la llegada de su esposo don Félix Jones a Cádiz.

Diego de Ustariz

continuará...

03153017

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