Diario inédito de un relator apócrifo

Las crónicas de Cádiz (Cap. XVIII)

  • Resumen capítulo anterior: Diego de Ustáriz, analiza la situación política y militar de España y de Europa. Los ejércitos franceses toman nuevas posiciones mientras que en Sevilla comienzan a darse enfrentamientos entre los distintos miembros de la Junta.

María se ha hecho fácilmente a la ciudad. La casa, los muebles, la calle donde se encuentra, el barrio que la acoge, todo es nuevo para ella y sin embargo, su estado de felicidad es tal, que parece haber nacido aquí junto a este mar esplendido que ella adora.

Al atardecer, le gusta caminar por el paseo del vendaval, y observar los cientos de colores que centellean a la puesta de sol entre los azulejos de las torres miradores que atentas y dispuestas vigilan sigilosas los vaivenes de las olas. El olor del mar y de las piedras que recorre casi a volandas desde el Matadero hasta los corrales queda impregnado en su pelo y la luz especial de este sol radiante, cubre de un halo perpetuo y sonrosado sus hermosas mejillas.

Quisiera acompañarla día tras día, pero recorro cada lugar que creo interesante para describir, y me preparo para salir en estos días hacía el Puerto de Santa María y Jerez en compañía de Evaristo Reyes, intendente de esta plaza, que debe ir para inspeccionar los caminos.

Dispuesta siempre a socorrer y atender a quien precise de su ayuda, desde hace unos días se ha unido al grupo de mujeres gaditanas que desde principios de la guerra se han distinguido por su ayuda a los patriotas que luchan por la nación. Haciendo gran cantidad de hilas para ser consumidas en los hospitales de campaña. Estas mujeres, abandonando la estéril empresa de compadecerse de los maridos, hijos o parientes en el frente, decidieron prestar sus manos al servicio de los enfermos y heridos. Todas ella consideradas grandes patriotas por la prensa local, confeccionan y entregan con diligencia, en la casa de Juan de Dios Landaburu en la plazuela de los Descalzos, esquina de la Carne número 93, las hilas que hayan realizado y continúen realizando de una forma permanente.

Desde Octubre de 1808, apenas comenzado el conflicto, el trabajo y la preocupación por parte de estas damas ha sido muy significativo. Dº Tomas de Morla, gobernador en ese momento de la ciudad, instó a el bello sexo a confeccionar las camisas necesarias para evitar la desnudez de los ejércitos triunfantes en Bailen, como muestra de la infinita gratitud a sus actos, entregando en ese mismo momento quinientas camisas confeccionadas con los lienzos obtenidos de los donativos mensuales que había ofrecido el vecindario. Desde luego, y viendo el coste de los lienzos, mucho debieron bajar el precio su propietario como para poder ser costeado con las escasas limosnas obtenidas en ese momento.

La gratitud a las delicadas manos de las gaditanas que movidas por impulsos naturales de caridad y beneficencia colaboraron a vestir todo un regimiento, ha servido para que desde entonces, un grupo numeroso de mujeres, a las que se ha unido mi esposa, continúen cortando y confeccionando pantalones y camisas para los ejércitos necesitados de ellas. Todas estas damas, se reúnen en un taller establecido en el Cuartel de San Roque, y desde allí son repartidos por los comisarios de barrio, que asentaban por escrito el número de camisas y el nombre de las señoras que se las entregan.

De esta forma va consiguiéndose los uniformes necesarios para avituallar el ejercito y gracias a los donativos como el de Dº José Belloso, que ha costeado en los últimos días cuatrocientos pantalones para uno de los regimientos. Son muchas las necesidades de los distintos cuerpos que forman los ejércitos.

Esta misma semana, he tenido ocasión de leer la relación de los efectos de vestuario, armamento y montura, entregada a los cuerpos de Infantería, Caballería, Minadores-Zapadores, Artillería y algunas partidas sueltas por los Reales Almacenes de Sevilla que se encuentran a cargo del Mariscal Dº José Ignacio Álvarez Campana y que iban dirigido a los ejércitos de Andalucía, Extremadura, Aragón, Castilla, Cataluña y Galicia. La relación comprende todos los enseres entregados desde el quince de Enero de este año de 1809 hasta primeros de Octubre. Es tal la diversidad de mercancía y necesidad de estos ejércitos que voy a tomarme el tiempo de anotarlo con detenimiento porque puede ser de gran utilidad a mis lectores. En cuanto a los uniformes y vestimentas: Casacas, chaquetas, chalecos y pantalones, de sarga, lienzo y paño, calzones de paño, botines largos y cortos de paño, lienzo y de cuero para la caballería, gorros de cuartel, ponchos y capotes para la caballería y la infantería corbatines, pañuelos de seda, camisas, zapatos, alpargatas y botas, medias, sombreros, escarapelas, morriones y plumeros, hombreras y guantes.

Los otros enseres indispensables eran divisas, cananas, portafusiles, portasables, correas, espuelas, bandoleras, sillas de montar, bridas, cabezones, cabezadas, ronzales, mantas, cinchetas, sacos, morrales, mandiles, bruzas, almohazas, maletas, alforjas, cinturones, cordones para los sables, ollas y olleros, cajas baquetas y clarines, herraduras y clavos, sabanas y jergones, pistolas, sables y fusiles; y medicinas.

Mención especial me merece, el tema de las monturas, objeto muy costoso por laborioso e imprescindible para la caballería. Concretamente en estos días, el barco charango Nuestra Señora de Regla, cuyo patrón era José Escudero, transportaba hacía Sevilla las monturas encargadas por el Sr Antonio Carnal hasta un número de ciento diecisiete por encargos hechos a la Isla de León, Sanlúcar y Jerez. Monturas y otros útiles dedicados a la misma labor de la caballería, juegos de bocados, estribos, cabezones y argollas para pesebre. En este ramo, Dº Domingo González, vecino de esta plaza, ha sido reconocido y condecorado como Maestro de Guarnicioneros de la Casa Real y maestro preferente en esta villa y su partido, con sueldo y pensión correspondiente, por la labor ejercida como maestro talabartero a cargo del Conde de Rio Molino. Este señor, ha conseguido fabricar hasta sesenta monturas mensuales no solo para Sevilla sino también para Valencia, con gran sacrificio y fatiga, recorriendo los pueblos de esta provincia y haciendo acopio de efectos y distribuyéndolos según criterios fijados desde la junta sevillana. Se ha hecho con esto algo justo a una persona que por el bien común de la patria abandonó sin dilación su propio negocio y su tienda en bien de los ejércitos españoles de su majestad.

Estos son los hombres y mujeres de los que necesita en este momento nuestro país.

Diego de Ustáriz

Continuará

03153017

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