Cae una red de prostitución que explotaba a 15 mujeres, algunas de hasta 14 años

Un ritual de vudú y magia negra para controlar su voluntad una vez que llegaran a Europa. Ese era el procedimiento habitual de una organización criminal nigeriana que se dedicaba a captar chicas jóvenes en su país de origen -cinco de ellas menores de edad y algunas de hasta 14 años-, y cuyo epicentro de operaciones en España se encontraba en Málaga capital. Fue el pasado 11 de julio cuando la Policía Nacional llevó a cabo una redada conjunta en la capital, Leganés, Fuenlabrada y Hospitalet de Llobregat para desmantelar la banda.

Todo empezó con una llamada anónima al teléfono de la trata de personas. Un ciudadano que pasó por el Polígono Industrial Guadalhorce se percató de la presencia en la zona de jóvenes subsaharianas de rasgos claramente por debajo de la mayoría de edad. En ese momento avisó a la policía, que comenzó la investigación. Posteriormente se comprobaría que hasta 15 mujeres, 5 de ellas menores de edad, estaban obligadas por esta organización de trata de personas a ejercer la prostitución.

El estrato social de las jóvenes estaba "bien definido", según reveló el inspector jefe de la Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales (UCRIF), Antonio de Haro. "Todas las chicas tenían eran de una educación y cultura rurales, lo que era propicio en su objetivo de someterlas a su voluntad", dijo. Las chicas eran trasladadas a través de África hasta las costas de Libia, desde las que partían en pateras y desembarcaban en Italia. Una vez en el país transalpino, se les proporcionaba transporte para que viajaran a Málaga, Madrid o Barcelona, los tres tentáculos principales de la red.

La operación se saldó con 18 detenciones, 13 de los cuales se encuentran en prisión. La líder de la organización fue detenida en la barriada de la Palmilla, una nigeriana de 30 años que hacía las labores de captadora y explotadora. La arrestada viajaba constantemente a su país de origen para engañar a sus víctimas y posteriormente explotarlas sexualmente en territorio español.

La técnica era siempre la misma: falsas promesas de empleos en España -generalmente de peluqueras-, pero una vez que llegaban a suelo europeo se les avisaba de que, por haber realizado el viaje hasta aquí, habían contraído deudas que podían alcanzar los 20.000 euros. Para poder saldarla se les obligaba a ejercer la prostitución, amenazando a las chicas con herir a sus familiares en suelo nigeriano si se oponían.

Antes de eso, todavía en suelo nigeriano, las mujeres eran sometidas a rituales de vudú o magia negra, prácticas que en la cultura de ciertas etnias africanas atan la voluntad de la persona y la someten a los deseos de su captor. En esos pactos se sacrificaban animales y se hacía prometer a las mujeres que no acudirían a las autoridades para delatar a los captores. Estos rituales complicaron la investigación, ya que por ello la mayoría de las mujeres liberadas se negaban a prestar declaración y colaborar.

Durante todo el viaje eran acompañadas por integrantes de la red, que les llegaron a facilitar documentación falsa que sirvió para que las menores de edad puedieran ocultar dicha condición. Al no colaborar las chicas con la policía, se les tuvo que hacer numerosas pruebas oseométricas para determinar que cinco de ellas no superaraban la mayoría de edad. La trama contaba con ramas en países como Italia, Alemania o Austria, y la policía nacional está trabajando con Europol para desmantelarlas también.

El comisario provincial de la Policía Nacional, Francisco López Canedo, no ocultó su indignación al relatar la caída de la red de prostitución: "Vivimos en el siglo XXI, el siglo de la información y la comunicación, y estamos hablando de la mayor lacra de esclavitud que nos remonta a épocas ya absolutamente pasadas. Es la gran contradicción de nuestro mundo".