Se nos fue don Miguel. En la mañana del viernes nos levantamos con la triste noticia del repentino fallecimiento de Miguel Ríos Jiménez.

Tal vez a algunos ciudadanos este nombre les sea hoy desconocido y a otros simplemente les suene, pero seguro que son muchos los isleños que recuerdan al que fuera durante muchos años secretario general del Ayuntamiento de San Fernando. Para los que lo conocimos, los que lo tratamos, los que aprendimos tanto de él… se nos ha ido un 'padre'.

Don Miguel fue uno de los verdaderos hombres de la Transición… Uno de esos que entró en la administración local en la dictadura y al que, como otros tantos de su época, le tocó vivir los tiempos apasionantes del posfranquismo, la democracia, las primeras elecciones municipales, la llegada a nuestro Ayuntamiento de los primeros munícipes del 79 como los añorados Fernando Rodríguez Viaña, Andrés Ruiz Pizones, Avelino Arias Soto y otros tantos que en Gloria estén.

Una etapa en la que concejales como Juan Ibáñez, Alejandro Zapata o José Luis Sordo y otros compañeros llegaban con una mochila de aire fresco, de ilusiones desde su disparidad ideológica, de anhelos por su Isla. Que llegaban, no nos olvidemos, a una administración local que entonces era una auténtica Cenicienta en la organización burocrática, sin recursos humanos ni económicos. Sin embargo, que encontraron en don Miguel y en otros funcionarios un sustento, un respaldo y, sobre todo, una entrega desmesurada por sacar adelante los proyectos para el municipio en tiempos complejos.

Don Miguel también fue el que amparaba a los nuevos funcionarios que iban entrando entonces y, siempre, hasta su jubilación, el que supervisaba y asesoraba; el que transmitía confianza, serenidad y lógica en la -a veces- tan enmarañada legislación y burocracia que padece este país.

En don Miguel, los distintos concejales que íbamos formando parte de la Corporación, fuese el partido que fuese, siempre encontramos a un colaborador, tanto los que tuvimos a nuestro cargo tareas de gobierno, como los que debían ejercer las funciones de la oposición.

Todo esto recordaba hace un par de semanas con él durante el café que compartimos con Manuel Prado. Echamos un buen rato hablando de lo divino y lo humano y nos despidió con una sonrisa que ya se queda grabada en mi memoria.

Aunque don Miguel se jubiló meses antes de que el que se atreve a escribir estas letras de cariño y a hacerlas públicas fuera alcalde, siempre que tuvimos ocasión de coincidir pude escuchar su palabra sabia. Y hoy me he permitido hacer mías las palabras de muchos y que hemos compartido mil veces en mensajes y conversaciones. Que se nos ha ido don Miguel, un gran hombre y profesional. Siempre tan entregado a su familia y a la ciudad que tanto quiso. De la que fue un verdadero gerente, un funcionario celoso y comprometido.

Miguel: que el Señor en el que compartíamos creencia te acoja en su seno. Y si hay que poner en orden algo allí arriba, seguro que podrán contar contigo y seguro que no se arrepentirán.

Aquí, muchos ya te echamos de menos.

Y a tu familia, un fuerte abrazo.

Con todo mi respeto y cariño.