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La vida tiene estas paradojas. Muchas, muchísimas semanas llevaban sin comer los 32 hombres que aún siguen a bordo de la nao Victoria y al final quienes les han suministrado el alimento tan anhelado han sido los portugueses, es decir, los principales enemigos de la flota española a estas alturas del siglo XVI.
El milagro, porque no se puede calificar de otra manera, ha tenido lugar hoy, 9 de julio de 1522 en Cabo Verde, un archipiélago cercano a la costa africana y que está bajo dominio portugués. En su intento por llegar a España para completar la primera vuelta al mundo y además con 27 toneladas de especias en la bodega, el comandante de la Victoria, Juan Sebastián de Elcano, decidió jugársela todo a una carta y fondear frente a la principal isla de Cabo Verde para buscar ese sustento. Es verdad que esta solución fue la más apoyada por la tripulación en una votación vivida a bordo el pasado 1 de julio, pero la última palabra la tenía Elcano. Y el marino de Guetaria optó por seguir adelante con estos planes.
Hay que tener en cuenta que Elcano y sus hombres son conscientes de que hace tres años, cuando la flota de las especias se hizo a la mar en Sanlúcar, el rey de Portugal dio orden a su Armada de hundir cualquier barco español que vaya o regrese de las Molucas, ya que los lusos son los únicos que pueden comerciar en la Especiería, según lo fijado en el Tratado de Tordesillas. Así que el riesgo de ser apresados en Cabo Verde era y es muy grande.
Pero la situación a bordo de la Victoria era ya tan desesperante, con 13 muertos por escorbuto en las últimas semanas y con toda la tripulación famélica y sin energía tras quedarse sin alimentos desde hace tiempo, que no quedaba otra que arriesgarse. Así que hoy la Victoria fondeó en la bahía de la isla de Santiago, la más importante de Cabo Verde, y un bajel con una docena de hombres a bordo atracó en la ciudad de Ribeira Grande. Hacía la friolera de 152 días que ningún miembro de la tripulación de la Victoria tocaba tierra, en concreto desde que la nave española zarpara de Timor el pasado 7 de febrero.
Durante toda la jornada de hoy el bajel pudo recopilar alimentos y bebidas que han ido llevando a la Victoria a lo largo de varios viajes. Ello ha permitido que toda la tripulación haya saciado ya buena parte del hambre y la sed que venían arrastrando desde hacía muchas semanas. Ahora el objetivo es recuperar a los miembros de la tripulación que con más dureza padecen los síntomas del escorbuto. Para lograrlo, nada mejor que tomar mucha fruta, ya que la ingesta de vitamina C está comprobado que es el mejor remedio para combatir esta enfermedad también conocida como el mal del mar.
Pero el acopio de alimentos y agua potable no se ha producido por arte de magia sino porque los portugueses se han creído a pies juntillas el engaño que los españoles habían urdido días antes y que hoy han llevado a la práctica de manera brillante. Así, los marineros del bajel que han desembarcado en Ribeira Grande han hecho ver a las autoridades lusas que la Victoria es una nave que procede de la parte española de América y que, debido a fortísimos temporales, han sufrido daños serios en la embarcación que los ha tenido perdidos en el Atlántico mucho tiempo. El aspecto escuálido de la tripulación, el hecho de que en la Victoria el mástil del trinquete haya sido desmontado, y la imagen de parte de la marinería achicando agua por las vías abiertas en el casco de la nave, han terminado siendo elementos claves para que los portugueses se creyeran la historia y permitieran aprovisionarse a los españoles.
En Cabo Verde la tripulación de la Victoria se ha topado con un descubrimiento sorprendente. Y es que los portugueses aseguran que estamos a 10 de julio de 1522 y no a día 9, como refleja el cuaderno de bitácoras. Después de muchos cálculos y mucha reflexión, Elcano y sus hombres de confianza han caído en la cuenta de que si se navega siempre con rumbo oeste, al dar la vuelta al mundo, que es lo que ya han hecho al llegar al Atlántico, le han ganado un día entero al calendario. Este no es más que otro de los muchos descubrimientos que la tripulación de la Victoria quiere dar a conocer al mundo entero, aunque para ello es preciso llegar a España.
La idea de Elcano es que el bajel siga yendo y viniendo de la isla de Santiago para traer víveres a bordo. Calcula que en dos días ya contarán con el sustento necesario para hacer frente al mes y medio o dos meses que pueden faltarles para llegar a España, dependiendo de los vientos. Así que en cuanto esas garantías mínimas estén cubiertas, zarparán con rumbo norte para seguir remontando el Atlántico. Que tampoco es plan de rizar mucho el rizo estando en casa enemiga.
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