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Cuando el destino se pone caprichoso, no hay quien le gane. Y es que sólo así, como un capricho del destino, puede entenderse lo que le ha sucedido hoy, 16 de agosto de 1522, a las dos naves supervivientes de la llamada flota de las especias, esa expedición española que partió hace casi tres años de Sanlúcar de Barrameda con cinco barcos buscando la Especiería navegando siempre hacia Occidente. De esa flota sólo quedan operativas dos embarcaciones aunque navegan por separado, la Victoria y la Trinidad, y las dos han queridos ser protagonistas en el mismo día, aunque una ha sido la cara y la otra la cruz de una misma moneda.
Las buenas noticias las ha protagonizado la nao Victoria que, con Juan Sebastián de Elcano al mando, ha logrado superar ya las islas Azores y, aunque mantiene el rumbo norte remontando el Océano Atlántico, ya está mirando al oeste, esperando que lleguen esos vientos que la impulsen de popa hasta la Península Ibérica.
La Victoria está actualmente cerca del paralelo 42 norte y, otro capricho del destino, la misma posición prácticamente mantiene ahora la nao Trinidad, aunque en su caso en la otra punta del planeta, en el Pacífico norte.
Recordemos que en diciembre del año pasado, y tras llenarse las bodegas de ambas naves de especias en las Molucas, las dos embarcaciones españoles intentaron zarpar de Tidore con destino a España. Ya entonces los dos capitanes, Gonzalo Gómez de Espinosa y Juan Sebastián de Elcano, habían decidido cruzar el Índico de este a oeste con idea de completar la primera vuelta al mundo. Sin embargo, la Trinidad, que era la nao capitana de la flota, vio frustrada su partida debido a las vías de aguas surgidas tras la ruptura de la quillaTrinidad. De este modo, la Victoria fue la única nave que puso proa al Índico. La Trinidad, con Espinosa al frente y con más de medio centenar de hombres a su cargo, se tuvo que quedar reparando en Tidore, un proceso muy complejo que duró casi cuatro meses.
Fue el pasado 6 de abril cuando la nave de Espinosa partió con 50 toneladas de clavo en su bodega –casi el doble de lo que porta la Victoria– y con la idea clara de completar el llamado tornaviaje, es decir, cruzar el Pacífico de oeste a este en busca de la costa de Panamá. Sin embargo, tras más de cuatro meses de una navegación más que tortuosa, Espinosa ha decidido hoy dar media vuelta y regresar a Tidore.
Curiosamente, y aquí aparece otro capricho del destino, la Trinidad lleva cuatro meses esperando que llegue ese mismo viento del oeste que ahora busca también la Victoria. Espinosa ha hecho todo lo posible para dar con esas corrientes que le permitan poder cruzar el Pacífico, de ahí que haya navegado tan al norte buscando esos vientos. Pero no sólo no lo ha conseguido sino que además se ha topado con una tremenda tormenta que ha durado casi dos semanas y que ha destrozado su nave. Y el término 'destrozo' es literal porque los fuertes vientos han arrancado de cuajo el castillo de popa pero también el de proa. Y así, con toda la tripulación teniendo que dormir a la intemperie, padeciendo frío, hambre y sed, y con la presencia de un escorbuto que ya se cobrado la primera vida a bordo, Espinosa se ha tenido que rendir y, muy a su pesar, ha ordenado a su piloto y mano derecha, Juan Bautista de Punzorol, dar la vuelta.
El capitán de la Trinidad sabe que este camino de regreso hasta las Molucas va a ser durísimo pero lo que no sabe es que en mayo, pocas semanas después de zarpar con rumbo al Pacífico, una flotilla portuguesa comandada por Antonio de Brito llegó a Tidore y allí apresó a los cuatro españoles que se quedaron cuidando del almacén de especias que levantaron en ese lugar. Así que el panorama que le espera a Espinosa y a los suyos es más que negro, negrísimo.
Lo que también desconoce el comandante de la Trinidad es lo que está sucediendo hoy mismo en la otra parte del planeta. Allí la Victoria ha logrado cruzar las Azores, un archipiélago bajo dominio portugués pero por el que sin embargo es habitual el tránsito de embarcaciones españoles, aunque son naves que proceden de América y no de las Molucas, como le sucede al barco que comanda Elcano y en el que hay sólo 18 tripulantes.
El tránsito por las Azores se ha hecho con mucho sigilo, intentando pasar lo más desapercibidos posibles. Y lo han hecho navegando muy cerca de las dos islas más occidentales del archipiélago y lejos de los enclaves más habitados.
Para cruzar las Azores de sur a norte la Victoria ha tenido que emplear hasta cuatro días. Y es que no puede navegar más rápido debido a la cantidad de agua cada vez mayor que viene acumulando en sus sentinas por los boquetes que van surgiendo en su casco. Afortunadamente el viento ha ayudado a mantener el rumbo norte.
Superado este último escollo de las Azores, donde no se han topado con naves enemigas, Elcano sólo espera que llegue el viento del oeste para poner rumbo a la Península. En dos semanas, calcula, pueden llegar a España. Pero ese viento del oeste se está haciendo de rogar.
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