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"Prefiero morir antes que caer en manos portuguesas”. Estas fueron las últimas palabras que los pocos hombres que quedan a bordo de la Victoria escucharon decir a Elcano antes de que el comandante de la nave española ordenara de inmediato arbolar el palo del trinquete y dar velas a toda velocidad. Y en cuanto estas órdenes fueron ejecutadas, la embarcación huía del archipiélago de Cabo Verde antes de que fuera intervenida por las tropas portuguesas.
Apenas 72 horas ha permanecido la Victoria fondeada en la ensenada de Ribeira GrandeVictoria, en la isla de Santiago de este archipiélago cercano a la costa africana y bajo dominio luso. En estas tres jornadas ha dado tiempo para que en las bodegas de la nave se almacenen víveres para el mes y medio que falta aproximadamente para llegar a España. Pero el precio a pagar ha sido carísimo, porque en los calabozos de esta isla hay recluidos 13 españoles que fueron apresados en cuanto los portugueses descubrieron que era mentira que la Victoria procediera de la parte española de América y que hubiera sufrido daños de consideración durante esa supuesta travesía por el Atlántico.
El engaño ha durado el tiempo preciso para abastecer medianamente bien la bodega de la nave. Pero todo se torció ayer, 12 de julio de 1522. Era la última vez en la que de la Victoria fondeada en la ensenada de Ribeira Grande partía una chalupa para recabar las últimas verduras, frutas y recipientes con arroz y agua potable. A bordo iban 13 hombres al mando del capitán Martín Méndez, quien en los últimos meses ha venido ejerciendo de tesorero de la expedición. Elcano ya había dejado claro que en cuanto el bote regresara, la Victoria partiría de inmediato rumbo a España. Pero ayer por la noche, cuando constató que ese regreso no se había producido, el comandante de la nave española empezó a temerse lo peor. Tanto que ordenó a la guardia de la nave que estuviera más atenta que nunca por si se acercaban tropas enemigas.
Por eso, hoy a primera hora la Victoria se ha acercado un poco a puerto, para sondear lo que sucedía en tierra. Fue en ese momento cuando el capitán de la fuerza portuguesa destacada en la isla de Santiago comunicó a Elcano que sabían que procedían de las Molucas y no de América, que esos 13 españoles habían sido descubiertos y apresados y del mismo modo, por orden del gobernador luso en Cabo Verde, le instaba a entregar la Victoria antes de que la nao fuera intervenida. Fue entonces cuando Elcano ordenó a la escasa tripulación que le queda huir a toda velocidad. Lo contrario supondría que la nave quedara en manos enemigas y, lo peor, que se anulara su gesta, es decir, comunicar en España que habían sido los primeros en dar la vuelta al mundo, con casi 30 toneladas de especias a bordo, y también informar de los hallazgos acumulados en esta extraordinaria aventura que se acerca ya a los tres años. De todos ellos, el más importante es sin duda la constatación de la existencia del paso marítimo que conecta los océanos Atlántico y Pacífico, ya bautizado como el Estrecho de Magallanes.
Lo que no sabe Elcano cuando huye de Cabo Verde es que el engaño urdido a los portugueses y que al principio dio éxito se vino abajo de la manera más tonta. En el último aprovisionamiento de víveres los españoles quisieron hacerse con algunos de los esclavos que se comercializan en esta isla. La idea era que se encargaran ellos de las bombas de achique activadas en la Victoria para sacar el agua que se acumula debido al mal estado general del casco de la nave y a las vías de agua existentes. Pero al intentar cerrar esta compra de esclavos los españoles quisieron pagar con clavo, un producto muy valioso pero que sólo se cultiva en las Molucas, y no en América. Y eso destapó todo.
Para poner distancia con Cabo Verde a la mayor velocidad posible, Elcano ha decretado rumbo sur. Se trata de otro intento de engañar a los portugueses por si éstos salieran en su búsqueda con naves que, seguro, estarían en mucho mejor estado que la Victoria. Pero esta estrategia de poner rumbo sur ya la practicó Elcano hace algunos meses, en concreto cuando esta misma nave, entonces junto a la Trinidad, también tuvo que huir de Brunéi ante las diferencias surgidas con el rajá del lugar.
De este modo, transcurridas unas horas la Victoria hará la ciaboga y volverá a poner rumbo norte en busca de las costas españolas. A bordo sólo viajan 19 hombres, muy pocos para manejar una nave de estas características y tan dañada. Además, algunos de ellos siguen enfermos, porque no se han recuperado aún del escorbuto. Pero lo peor no es eso sino haber tenido que dejar atrás a 13 compañeros. "Pero prefiero morir antes que caer en manos portuguesas", repite para autoconvencerse de que ha hecho lo mejor un Juan Sebastián de Elcano que ya ha decidido que lo primero que hará cuando llegue a España será pedirle al Rey Carlos que interceda para intentar liberar a los 13 españoles presos en Cabo Verde.
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